domingo, 30 de diciembre de 2007

Moral

A vueltas con lo de la moral, o el carácter deseable -según el fr.119 de Heráclito. La imposibilidad real del deber ser, la lucha de nuestros instintos y nuestra conscupiscencia (que ya recordó Platón, es del alma) contra el deseo moral. La necesidad, para algunos, de un dios, de cualquier dios, que justifique y explique la moral y su insuficiencia. La reducción de lo teológico a lo sujetivo-moral.


Irreprochable esta lectura de Heráclito, y de cualquiera que se plantee la posibilidad de una forma más ideal de existencia. ¿Dónde está el problema? ¡En esto consiste la moralidad! Igual resulta que el gran logro desde Heráclito hasta hoy ha sido el de no confundir la vacilante e irrenunciable moral con la dogmática y estúpida moralina.



También asoman los inconfesables y universales fantasmas, miserias, de Heráclito. Pero esto nada nos dice, como tampoco son importantes los de cada uno de nosotros. Una moral, no a la contra sino a pesar de esas indecibles miserias. La historia, tal vez, ha mostrado otro rumbo más hipócrita.



Va de griegos. La tragedia, la hybris y los límites de lo humano. Ese es el pecado, creer que el más allá del ámbito humano no es habitable. Más allá de la sujetividad está la sujetividad. Cálida. Que no nos encarcele una fría, falsa y miedosa idea del hombre/dios.

Sobre Descartes y Kant

Lo cuento al revés. La revolución epistemológica de Descartes la continúa Kant incluso a nivel de la ética. Ambos descubren y sufren o asumen el abismo entre el cuerpo y el alma, entre la necesidad y la libertad. ¡Pero, nos enseñan trágicamente, no es posible otra libertad, y no se debe entender ésta desde los términos de la metafísica o la física! Fichte dijo la verdad oculta de la moral kantiana. Nosotros sabemos, doscientos años después, que es una voluntad imposible y ciega, irreductible a nuestras categorías. La libertad es el sentimiento de la libertad, no su eficacia natural ni su autoposesión intelectual. La libertad, así entendida, no es una meta sino la causa eficiente de la vida experimentable. Quiero decir que aunque creyéramos entender la relación causal entre libertad y necesidad natural nada habríamos ganado, pues el problema de la libertad (su desarrollo ciego, o busca otro adjetivo) ahí seguiría como lo realmente importante.



Posdata. Cuando Kant habla de las reglas del Pensar, frente a las del mero Conocer, no pide sólo ni principalmente (este añadido es mío) la coherencia lógica (formal y trascendental) sino que lo pensado sea una verdadera exigencia de la Razón, no del Entendimiento. Del alma. Aquí es donde la reflexión humana profunda se convierte para siempre en Literatura y en un hacer inevitablemente personal y desfundamentable. La Moral, la Libertad, no quedan comprometidas sino puestas en su modesto y cálido lugar, el corazón y el hígado de cada cual.

Cernuda I

Luis Cernuda es un grandísmo poeta. Luis Cernuda fue en hombre de carácter fuerte y extraño. Luis Cernuda odió y amó cuanto le rodeaba. Todo esto ya lo sabíamos. Pero la lectura de su epistolario de los años 50 con J.L.Cano nos muestra un escritor obsesionado por su hacer literario, quisquilloso y despótico hasta la deseperación por los más mínimos detalles en la difícil publicación de su obra. No le preocupaba el dinero que ganase o dejase de ganar, por supuesto, pero se máxima preocupación era la perfección de la obra editada. Tanto empeño como ponía en la escritura y reescritura de sus poemas y textos.
Su condición de homosexual y su continuo enfrentamiento con los poetas 'amigos' consagrados, Alberti o Dámaso, le mantuvieron en el ostracismo durante más de veinte años. Gentes como Cano lo rescataron.

Es una lástima que el epistolario sólo incluya las cartas de Cernuda a Cano, y no las respuestas de éste. ¡Qué paciencia y nobleza, se deduce, por parte del bueno de José Luis!
A partir de la lectura de estas cincuenta cartas me he animado a ojear los 'Estudios de poesía española' de Cernuda; la parte que dedica al gran León Felipe son geniales.

Me gustaría retomar ni antología de Cernuda y León Felipe, y mostaros algunas de las joyas que esconden.

Nihilismo y moralina I

No es un hallazgo, pero hemos de reconocer el nihilismo que nos aqueja. El mal nihilismo, ramplón y satisfecho de su mediocridad. Nos dejamos llevar al albur de los azares, esperando que las circunstancias, siempre circunstancias intrascendentes, nos sean propicias. Ningún dios a quien agradecer la buena suerte, ni a quien rogar o maldecir. No son posibles grandes proyectos ni ideales colectivos, y no por un exceso de criticismo y pesimismo sino porque en nuestras entontecida alma ni caben ni se les espera. La leyes de la historia son dueñas y señoras de cuanto nos acontece. Estos designios impensables, eso sí lo intuimos, benefician a unos pocos, pero no tenemos ni el valor ni la intención de desvelarlos ni cambiarlos. Este estado de estar sin estar, de dejarse llevar plácida y bonachonamente, este modo de esclavitud, no parece dañarnos y pensar otra cosa resulta pecaminoso. El miedo al caos, el infierno de la libertad, se introyecta como autoculpabilidad. Este vaciamiento, para ser eficaz en su función embrutecedora, ha de ir acompañado de un simulacro de moral pública, por supuesto no concensuado y discutido sino impuesto por esa misma Historia que nos arrastra. El mito del progreso y el historicismo, y su versión más barata y cómoda, el progresismo, son la fe leibniziana en lo que hay y la penitencia que nos imponemos por nuestra culpabilidad. Culpables, en el fondo, de disfrutar un bienestar material sin precedentes ni merecimiento.
Un simulacro de éticidad son las estúpidas leyes que pretenden regirnos hasta en los más mínimos comportamientos. ¡El Estado se preocupa por nuestra alma, el Estado nos humaniza, el Estado nos hace hombres del siglo XXI! El Estado se convierte en la vanguardia de lo humano, y nos hace rondar mecánicamente a su alrededor... para no movernos una migaja de donde estábamos, de donde no podemos ni debemos escapar. No fumes, no conduzcas, no bebas, no escupas en la calle, conoce tus derechos como consumidor, celebra cuantos días festivos te digan, se respetuoso con los demás que ellos respetarán tu anonimato. Acepta tu sueldo y gástalo en la feria social, respeta a tu banco y a tus políticos -la voluntad popular los ha puesto en el sitio que merecen, nos dicen. ¿Qué pretendes merecer tú?, parecen decirnos con asco y complacencia.
Este insustancial mundo de jauja en que el destino nos hace habitar es el mejor de los mundos posibles, agradécelo y no metas la pata. Piensa y di cuanto quieras, pero no pretendas ninguna eficacia ni valor real a eso que digas y pienses; guárdatelo para ti, o si lo publicas que sea en forma de ficción.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Deutches Requiem

Del volumen 'El Aleph', uno de los escasos relatos realmente geniales. La confesión amoral pero no cínica del aristócrata von Linden sobre su activa participación en el genocidio judio, por la que ha sido juzgado y condenado a muerte. Persona culta, sensible, autoconsciente de lo que hacía y del proyecto nazi del que fue parte. Referencias inevitables a Nietzsche y Spengler; el hombre antiguo enfermo de cobardía y anorexia existencial (el insufrible buey entontecido y feliz que se cree el personaje principal de nuestra tragicómica Historia) que ha de ser sustituido por el Superhombre que lucha, sufre y asume su destino. La superación de la compasión como única posibilidad de un ser humano realmente distinto al mezquino cristiano impotente y egoista.
La derrota de Alemania, como el ahorcamiento de von Linden, es circunstancial, pues las potencias vencedoras han asumido el ideal de la fuerza y la violencia contra el mundo administrado y los antiguos y vaciados principios (democracia, cristianismo...).
El sufrimiento de von Linden, al que repugna como individuo bautizado y educado en lo antiguo su 'bestial' hacer en el campo de concentración de Tarnowitz, así como la derrota de Alemania, el verdadero holocausto, son el precio a pagar por un Humanidad Nueva. Su ensañamiento alevoso y amoral con el gran poeta e inmenso hombre David Jerusalem es lo que significa.

Dos comentarios, tal vez tres. El vaticinio de von Linden (y puede que de Borges) no se ha cumplido. La Nueva Europa sigue en la inercia y superficialidad desenmascaradas por Nietzsche y Spengler. Y también por Platón y Kant...
La violencia radical, la voluntad, la vida saludable y aristocrática, no son suficientes para acabar con la enfermedad de la Compasión, sino, posiblemente, una de las formas que adopta tan laberíntico e insuperable sentimiento. En esto Schopenhauer fue más honesto o perspicaz que Nietzsche.

Actualidad. Sobre el totalitarismo. Augurio: no serán motivos metafísicos ni sentimientos muy elevados (¡ilustrados!) los que nos lleven a una era totalitaria, sino el más vulgar de nuestros instintos. La supervivencia placentera que exigirá una capacidad administrativa incompatible con la verdadera Ilustración.

Moral Individual

Cómo ves tu escenario y cómo quieres verte tú en él. Supongo que esto, honestamente asumido, es la moral. Esta es la base, endeble, de cualquier hacer personal. Todo lo que la desborde, que son muchas cosas (la ciencia, la política... pero no la religión o el arte) será tenido por lo otro del alma, sólo una parte del escenario. Que gran parte de lo inasumible individualmente sea fruto de la Razón Humana, o de la Historia Humana, o de la Biología Humana, no significa que sea tuyo, salvo en un sentido inocente e imposible, incluso torturador... Amigos kantianos, mirad adentro del alma y no sufráis por la incoherencia del Universo físico y del Universo Humano.

Tu tarea, si así me permites hablar, no es la de asumir y comprender [para determinar] 'cuanto haya', sino buscarte a ti mismo. Nada de esto, por otro lado, te hará alcanzar no sé qué estado de gracia y reconciliación contigo mismo, pero al menos será tuyo el objeto de tus desvelos y podrás sentirte responsable de ello.

A quien esto le parezca escaso, no ha comprendido nada.

domingo, 23 de diciembre de 2007

El Inmortal

No afecta a lo fundamental, pero es bella, aterradora y catársica la idea de que cualquier hombre es sólo unas de las posibilidades de la especie y la historia. Los azares, las circunstancias -cuyas últimas raíces se nos escaparán siempre- individualizan al sujeto. Me suena muy escolástico, a lo de la materia primera y segunda, pero tiene su verdad. De esto va 'El Inmortal' de Borges, de un hombre que termina, con el tiempo suficiente, realizando casi infinitas posibilidades. El hastío, el descreimiento del Yo, el desinterés creciente por cuanto se pueda realizar o soñar, se van apoderando del personaje y del lector. Termina el milenario personaje buscando la muerte pacificadora. Al lector no le ocurre del mismo modo pues no alcanza la edad del personaje. Le llega sólo la idea, la iluminación, de tal nadería; la especie entera con milenios explotados y milenios por experimentar mirándose en el espejo de la existencia sin más; vacía, agotadora, monótona...
Una duda me ha quedado. Sabemos que es una ficción la experiencia del Yo (experiencia inevitablemente individual), y que la de la especie, otra nimiedad, no es absoluta ni definitiva. La primera experiencia, mientras haya inteligencia y conciencia, es individual e insuperable. El propio Yo, el Sujeto reconvertido de los últimos tiempos, es más falso que la especie (que tampoco se encuentra mucho más allá), pero es la única y más valiosa experimentación, por infeliz que sea, que podemos alcanzar. De nada nos sirve saber lo que Borges nos cuenta si es imposible no experiementar la propia sujetividad y afectividad y memoria como lo único real.
La cárcel mágica de la conciencia es un artefacto perfecto, y saber que es un espejismo de segundo grado en nada nos ayuda. El argumento borgiano de que en el fondo todos somos el mismo se convierte para el inevitable individuo en otro argumento -vía pánico y vértigo- de la veracidad inaplazable de la propia e indigente realidad.

Posdata para felices inteligentes: buscar la superación del yo individual por medio de cualquier práctica me parece, me fío de lo que me cuentan, posible. Pero este condicionamiento, por eficaz y feliz en sus resultados, a mí me resulta empobrecedor. Seríamos algo así como el fantasma de Paulov. Humillante, y disculpen la expresión.


No sé la de veces que he leído el volumen 'El Aleph', y nunca me ha parecido mejor (aunque sí más denso) que 'Ficciones' o que 'El libro de arena' o que 'El informe Brodie'. Ya veremos.

jueves, 20 de diciembre de 2007

El gesto de leer (bis)

Para evadirte, para disfrutar, para iluminar un trocito del espacio, para reflejarte y certificar lo que ya sabes, para creer en una pequeña variación, para hacerle el juego a los genes y al universo, para despreciarlos desde nuestra miopía, para saber que tu soledad y perplejidad no son la única, para agradecer la inteligencia de otros, para justificar tu extraño hábito, para pasar el rato en el Divino Velatorio, para tener un mundo paralelo -pequeño y agrietado, pero no menos artificial que el otro.
Por orgullo y para realizar una de las máscaras. Para justificar las palabras que sabemos. Para saber que esto es así, y que esto es mucho a pesar de ser tan poco y para Nadie. Aunque nadie estuviese solo, sé que me entiendes, seguiríamos en la más indigente soledad; la inteligencia (y los sentimientos, y la voluntad, fingidos por supuesto) son ventanas absurdas al vacío. De oficio, por casualidad, ventanero.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

No sé si me falta un poema u otra cerveza. ¡Una Estrella, por favor! ¡Hasta mañana!

En directo

¡Qué miedo me da esta tarde con la única compañía de un bartman amigo y mis quebrados recuerdos! Siento, con el rubio cristal en la mano, el aliento inapresable de cuánto me falta. ¡Qué mordisco lento y profundo que nunca va a acabar! Me agarra por el pecho (mejor no pensarlo que la garganta me estalla). El amor no dado. 2.500 días de amor no dado. ¡Cómo quisiera estar ahora contigo, niña de 11 años, y que fueras mi cómplice! Me consuela tu indiscutible felicidad y sigo confiando en mis fuerzas, que son también una forma del amor. ¡Pero esta tarde ya casi sin luz que nadie ponga a prueba mi fuerza, que me hundiría hasta el más lejano infierno! Quisiera olvidarte esta noche en que has encallado como un inocente acero en mi cuerpo empapado. En otras circunstancias sería posible volar lejos, pero no ahora, ahora no, con mi otro mundo ausente y mudo ; Cris no está, ni Javier, ni Martín, ni el polaco, para engañarme. Tampoco estás tú, niña renacida y enamorada, para hacerme interpretar el más vil y cierto papel. Suena, desde esta artificial barra, la FM, pero yo pondría a Albinoni para descerrajarme llorando y acabar este poema, para llorar de pura pena y puro dolor, y reír después (que la biología es homeostática), para escapar en el sueño. Queda diezepan en casa, de Cris, supongo que valdrá para dormir y no soñar.
El poema, mi infiel conciencia, se va... y cómo escuece la barra y la opaca cara del bondadoso Carlos. ¡Llamadme esta noche, decidme que el mundo sigue girando y que eso es importante! Háblame libros y de ritos kantianos, háblame de Íbico (todavía irreal), háblame leve y pacientemente de tus padres y de tus rocas, y escucha mis tímidas sandeces. Pedidme un infinito. Pídeme mi cuerpo, con muchos, muchos besos (pero no quiero mensajes de compasión o desprecio, y por eso no te llamo). Todo os doy esta noche en que estáis tan mudos. Pero no me habléis de mi bichucho, que me duele hondo, demasiado adentro para decirlo.
Quiero estar en tu mundo Imperial, quiero verte al ordenador y con el libro de cuentas a la mano, quiero comprar libros contigo, quiero verte reír adusto humano (más alma, a tu pesar, que biología), quiero tu cuerpo (que es imposible, y ya no es lo mismo), quiero que pase esta nefasta noche. ¡Quiero estar contigo niña infinita de padre perdido!
Necesito una llamada vuestra, para decir sólo 'cómo estás' y responderos que bien, gracias, y hablar de las otras cosas sin importancia. Os necesito en esta derrota. Mañana será otro día pero ahora es la realidad y nada la salva.
Qué frío a las puertas inhumanas del bar. Qué frío hasta la casa, aquí al lado y tan lejos. Qué miedo, que miedo ahora en la fría casa vacía. ¿Dónde estoy? ¿Dónde estáis hoy, ahora? ¿Dónde está mi niña de 11 años?

Perdonadme, amigos. Nos vemos, como casi siempre, en otro planeta.

Placer y pánico

Placer y pánico ante la portentosa inteligencia de Borges. Sus entrelíneas son aterradores; descreimiento, anarquía moral, nihilismo metafísico... Sus amigos, su sexo imposible y su placer como lector y escritor como resignada máscara [personalidad] de un alma enfrentada a todos los fantasmas de la especie.
Si esto es así, ¿por qué no calló? El placer inteligente y humano (Epicuro padre) como refugio de la inteligencia. Hay otras opciones, pero son demasiado evidentes para ser tenidas en cuenta.

Cansancio

El cansancio no es la causa sino la consecuencia de la lucidez.
El cansancio no necesita ni desea el impúdico desnudo público.
El cansancio no busca ninguna mala compasión.
El cansancio se empecina en su laberíntico y poco actual empeño como forma de vida; los restos de alguna esperanza que a tientas lo mantiene en pie. Algo así como un Spinoza nihilista y polígrafo. Platón arrepentido.
El cansancio, y mira que es estúpida la palabra, es el humus de las experiencias honestas posibles.
Estar cansado, ¡qué paradoja!, es permanecer en pie, ni arrodillado ni tumbado ni en la cola de un gran almacén.
El artista del cansancio vive dentro de sí esta animal impostura, este abismo entre su alma y su cuerpo, entre él y los demás.
El cansancio, es cierto, busca alguna complicidad. Más allá de la especulación imposible y deformante, el cansancio anhela, levemente, algún calor. La nostalgia de las hogueras a la puertas de las cavernas. Platón avergonzado.

Llegrá el momento en que incluso esto le parecerá deshonesto y entonces callará o sabe dios qué hará. Mientras tanto escribimos del mismo modo que un páncreas segrega derrotado sus bilis, o los ciegos pulmones hacen el juego al aire.

martes, 18 de diciembre de 2007

El Gran Lewosky

De cine: 'El gran Lewosky'. La banda sonora; tammy, traffic boon, viva Las Vegas... El protagonista, aparentemente el tipo más insituable social, política y moralmente, el supuesto agente de las excentricidades, resulta el único normal, perplejo paciente de un entorno selvático. Una sociedad enferma sólo puede producir lo normal, lo sano, como excepción. ¡¿Toda sociedad es una forma degenerada de lo humano?! Aun reconociendo grados en la enfermedad, me temo que la respuesta es que sí. La única solución posible, ya sabemos que las utopías son salvajes y sólo aptas para la poesía, es el modesto distanciamiento.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Tontería desatada I

Escritura autómatica (autotrascendente y todo eso, que dice Autoficcion, entre surrealista y postnormal). Estupefaciente usado: la portada de la prensa del régimen. Resultados: un caminante sin camino, distraido -sin camino todo es posible- que se para a descansar e inmediatamente lo asaltan los guardianes de la Ley, una especie burocrática de la Moira. Descuartizado y arrepentido, ya puede seguir su camino. ¿Ciencia ficción, contrautopía, un claustro de profesores enchufados a Séneca en día de evaluación?

Cinismo y honestidad

Hay personas demasiado honestas y nobles (buenas, en un sentido amplio de la palabra) para quienes es imposible el cinismo. Cinismo y honestidad, tal vez, sean incompatibles.
Conocer, reflexionar, no engañarse, luchar contra los tópicos más apetitosos... todo esto, ¡menudo parto!, para congraciarse con la existencia. Para hacerla más llevadera. Para disolverte en paz. No sé, pero todo esto me sabe a derrota sin honor.
¿Honestidad y cinismo? ¿Es la honestidad una forma oculta del cinismo, un arte bello, retorcido y frío si se lleva a sus extremos?

domingo, 16 de diciembre de 2007

Lecturas para pasar el rato

¿Para qué leer a Dario Fo, o a Pérez Reverte, o un suplemento cultural o un esquet de faemino y cansado? ¿Ganamos algo que no sea el pasar el rato? ¿Es, siendo un poco más serios, esa la forma de la crítica o más bien de la sutil apología? Estos productos culturales son inevitables, pero no necesarios.

Host

Host está perdido, vacío, siente que nada hay que decir, que todo -y ya no sabe ni siente esta palabra- está claro. Que el azar nos creó, conforme a una inhumana diké, y que, más allá del bien y del mal, nada queda ni es rescatable. La existencia, siente Host, nos arrastra, y ni la más pétrea tristeza nos lleva a dar el último paso. Algún diabólico pacto entre nuestras entrañas y la existencia, creo citar a Cioran, nos hace seguir en la vida. Espectadores derrotados que esperan un último, o un primer, milagro. El vértigo, el cansancio, el pudor, nos hacen en este momento callar.

¡Poner entre la espada y la pared al inexistente dios caníbal! ¡Qué contemple, si aún no se ha suicidado, su malvada mediocridad!

El miedo ancestral y la venganza nos mueven. Encontrar tan nobles principios incluso en la compasión, aunque al final nos engañemos y optemos por esa dulce, amansada e infinita derrota compartida.

Qué hacer, qué pensar, qué sentir.

Sin título

¡Menudo refrito saldrá de 'Invitación a la ética', 'La tarea del héroe', 'Ética para Amador' y'Política para Amador'! En ello estoy, más divertido (divertidísimos bostezos) que asombrado de la ingenuidad (¿o no lo será tal?) con que se construye (reconstruye/deconstruye) el espíritu. ¿Dónde ha de mirarse cada época? ¿dónde cada individuo?. Demasiadas pasiones enterradas, y bien enterradas que están, para llegar al punto de partida. ¿Otra vuelta más? ¿Para qué la valentía de descreer? ¡Con lo fácil que es entender, hablar, vivir...! ¿Qué maldito complejo me lleva a saberme siempre en el imperdonable pecado de la mediocridad y el buen vivir? La vergüenza, eso es lo que me queda. El miedo y el afán por los espejos. El tiempo que somos y el tiempo que nos disuelve. ¡Heráclito, esa es la rspuesta! Un Logos del tamaño de un páncreas. Juegos de palabras motivados por la indolencia y por otras palabras, pero ya no pretendemos conocer el Universo sino que nos bastaría con sabernos parte de él.

Religión y política III

La mente, el alma, la razón, el corazón, del creyente (del católico militante, del ecologista, del marxista, y de cuantas dulces combinaciones y gradaciones queramos) no hace más que buscar la propia acomodación con lo establecido. Desdoblan en su alma la realidad para así encontrar un sentido a su vida. Esta obcecación por el sentido (este espíritu arácnido, que dice Nietzsche) les lleva a un dogmatismo, a una satisfacción y suficiencia morales, que atenta contra los que modestamente no queremos tener el mundo en la cabeza ni deseamos que éste sea tal como algún corazón desbocado dicte. Por otro lado, tal proceder (las más de las veces subvencionado, esto es, controlado, esto es leibniziano) jamás pone radicalmente en duda el orden histórico encontrado. Esta duda radical los llevaría al naufragio y a la miseria individuales, que es lo que a toda costa quieren evitar. Sobreviven, con las conciencias tranquilas, negando pero sin negar realmente, el mundo que se encuentran. Los tópicos, demoledores en la era de los media, son su Evangelio.

Religión y política II

Resumen muy resumido. De la posibilidad, de la necesidad y del derecho (legal y moral) de cualquier religión a ser tenida como un interlocutor válido para las cuestiones sociales y políticas, no sólo las de la administración de los asuntos comunes, sino para proponer sentidos, metas, utopías sociales, y las leyes que a ello nos acercarían. La religión como tal no debe intervenir en los asuntos políticos porque en cuanto se institucionaliza su participación (por muy lévemente que se quiera) el pensamiento religioso dogmatizará e intentará imponer sus propios criterios. Una religión que se precie (no una devaluada a lo preta porter que termina siebdo una mera excusa para los planteamientos políticos correctos) nunca pactará y consentirá con las cosas del siglo. Este perverso, por bien intencionado, dogmatismo es común a todos los ismos actuales, que en poco se diferencia de lo religioso.
Continuación: de la doble verdad, o del alma del creyente comprometido con su época. La doble verdad, por supuesto, es la forma de la verdad (aunque habría que decir la múltiple verdad). El corazón frente a la razón dialogante. La materia, las vísceras, frente a la imprescindible forma de la racionalidad posible. Se trata de reconocer que esta razón Sagrada e Impervertible ha de nutrirse en su hacer real de dicho corazón. No necesariamente el sentimiento ha de ser dogmático; un alma (un corazón) derrotada y despierta sabe que no hay solución pero sí respuestas posibles en este perplejo deambular que es la vida. El uso formal de la razón sólo es posible, si no queremos acabar en un Universo Mecánico y Totalitario, desde el reconocimiento de la palpitante verdad de los corazones humanos. Un solo límite ha de ponérsele al corazón; la inviolabilidad de las reglas del diálogo racional. Las propias leyes positivas (respetadas como Sagradas) y la decencia y humildad de cada corazón impondrán dichos límites. No sé -me temo que no- si esto es posible, pero las alternativas son infinitamente más frías e inhumanas.

Este cuaderno

Este blog es un cuaderno de muchas y variadas hojas. Es un cajón donde casi todo cabe. Sin orden ni plan preconcebido. Me sería imposible otra cosa. Tampoco deseo, en estos momentos, tener un proyecto. Sacar unas pocas fuerzas ya me parece un milagro como para gastarlas tristemente en alguna dirección determinada; esto sí que sería demoledor y acabaría con total seguridad en la esterilidad absoluta. Ni siquiera el comprobar mi propia disgrafía me resulta interesante. Sigue interesándome más seguirle los pasos (demasiado vacilantes y vacíos) a A.Host que lo que Egoficción pueda decir. Igual parece mezquino pero lo único que me motiva en este cuaderno es saber que 2 ó 3 personas saben de él.

sábado, 15 de diciembre de 2007

Religión y política I

Una religión pública es siempre una religión política. Más aun, politicamente autoritaria (Dios ha dicho la verdad más verdadera, y con ella no se puede negociar). Una religión meramente privada también esconde el peligro de la mala irracionalidad (la ultrarracionalidad fanática que se impone inteligentemente a las demás razones, que aplasta toda duda). La tercera posibilidad es la de la religión privada sujeta a las normas del Estado, aunque no sé cómo se articularía esto.
La cuestión es qué Estado/Sociedad queremos y podemos... y todo aquello que atente o mine sus principios ha de ser ilegalizado... y perseguido (¡qúe el Cielo de los creyentes, de los ecologistas, de los progresistas, de los satisfechos quiero decir, de los tontorrones dañinos para decirlo mejor, se llene de mártires!)
El problema, pero ya tratado entre gente civilizada, es el de una Sagrada Constitución que permita el respeto y diálogo real entre todos. ¿Habermas, Aristóteles...? Me temo que no, que hoy por hoy, y pongamos durante los siguientes 20.000 años, es Platón o Marco Aurelio o Kant el modelo a seguir.

La buena irracionalidad, el sentimiento y la voluntad de ser hombres y no bestias inteligentes ni hijos del Gran Paranóico, cabe aquí como motor de la vida, de la creatividad, de la libertad.

El hacedor

En mi opinión se trata del libro más irregular de Borges. Algunos textos (si hemos de creerlo, los más antiguos) son excesivamente farragosos. según cuenta en 'Autobiografía' echó mano de cajón ante la insistencia de su editor...
Especialmente recomendables los relatos 'Everything and nothing' ("detrás de su rostro no había más que un poco de frío..."), 'Ragnarök' (sobre la imposibilidad del Dios cristiano y también de cualquiera otros dioses; la fatal atracción, trágica, por el paganismo), y por encima de todos 'Borges y yo' (del tema universal de la múltiple y vacía personalidad).
Los poemas: 'Los espejos', en su mayor parte ("infinitos los veo, elementales/ ejecutores de un antiguo pacto,/ multiplicar el mundo como el acto/ generativo, insomnes y fatales./ Prolongan este vano mundo incierto/ en su vertiginosa telaraña;/ a veces en la tarde los empaña/ el hálito de un hombre que no ha muerto.). 'El poema de los dones' (?), 'El otro tigre', 'A Elvira de Alvear', 'Susana Soca', 'A Luis de Camoens', y 'Al iniciar el estudio de la gramática inglesa'. De este son los siguientes versos:

Alabado sea el infinito
laberinto de los efectos y las causas
que antes de mostrarme el espejo
en que no veré a nadie o veré a otro
me concede esta pura contemplación
de un lenguaje del alba.

Sobre un libro de Borges

La 'Autobiografía' de Borges, del año 70, en inglés y para el público norteamericano. Primera edición íntegra en español (El Ateneo, 1999). Breve y muy bien escrita; escrita/dictada por el escritor Borges. Se trata de una pequeña y clara historia de la evolución literaria del autor. Se repasa desde sus primeros libros (al final desheredados por Borges) hasta los planes que a la altura de 1968 y 1970 tenía en mente; casi todos se cumplieron y con mucha más calidad de la supuesta por la modestia y cortesías borgianas. La relación entre la ceguera, el relato y la poesía. El deseo, muy pocas veces confesado, de alguna novela (que esto sí que no ocurrió).

Sus autocríticas -simplicidad, placer, imaginación, respeto al lector...- le llevarán conscientemente a sus grandes obras de los 70; 'El informe Brodie', 'El libro de arena', 'La moneda de hierro', 'La memeoria de Shakespeare', etc.

Lo que al respecto de su vida real cuenta, evidentemente, pues se trata de Borges, se reduce a los tópicos ya sabidos sobre la biblioteca de su padre, su ascendencia inglesa, su antiperonismo, su amistad con Bioy... Tampoco hace falta mucho más.

La imagen del joven Jorge Luis, de hasta los 30 ó 35 años, como un escritor barroco y afectado (¡todo el barroquismo fuese tan legible!) y una persona relativamente polemista y vanidosa, que hemos de suponer ciertos, contrasta con el casi anciano que sabiamente se confiesa en lás últimas páginas.



"A mi edad uno debería tener conciencia de los propios límites, y ese conocimiento quizá contribuya a la felicidad. De joven pensaba que la literatura era un juego devariaciones hábiles y sorprendentes. Ahora que he encontrado mi propia voz, pienso que corregir y volver a corregir mis originales no los mejora ni los empeora. Por supuesto, eso es un pecado contra una de las principales tendencias de la literatura de este siglo: la vanidad de la reescritura (...) Supongo que ya he escrito mis mejores libros. Eso me da una cierta satisfacción y tranquilidad. Sin embargo, no creo que lo haya escrito todo. De algún modo, la juventud me resulta más cercana que cuando era joven. Ya no considero inalcanzable la felicidad como me sucedía hace tiempo. Ahora sé que puede ocurrir en cualquier momento, pero nunca hay que buscarla. En cuanto al fracaso y la fama, me parecen irrelevantes y no me preocupan. Lo que quiero ahora es la paz, el placer del pensamiento y de la amistad. Y aunque parezca demasiado ambicioso, la sensación de amar y ser amado".


Dos comentarios finales: afirma que 'El hacedor' es su obra más conseguida y personal; tengo mis dudas, a pesar de las joyas que en el tomito se hallan.
Por otro lado, pienso que 'Autobiografía' y 'Arte poética' (1968) son las dos obras dónde mejor se conoce a Borges como escritor, como hacedor de libros. En ambas se vislumbra al autor de carne y hueso (no al 'otro Borges') que sabe perfectamente cual ha sido su elección estilística y literaria.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

'Nueve novísimos'

Gratuita y malévolamente seleccionados por J.M. Castellet en el 69, de ellos han sobrevivido como poetas sólo J.M. Álvarez, Gimferrer y L.M. Panero. Lo más interesante son los apendices con comentarios de la época sobre el proyecto estético/comercial/político (Alarcos, Conte y otros) y el anexo último de los nueve novísimos sobre lo que aquello significó y cómo ellos lo valoran hoy en día. Algunos puyazos son de aupa.
Indirectamente nos hace interesarnos por la selección de Castellet de los años 50 sobre la poesía de la postguerra. Los Blas de Otero, Celaya y compañía.

'Salidas de tono'

De Azúa. Aunque del año 96, recoge artículos suyos en la prensa desde el año 78. La compilación es de su época, por así decir, de transición hacia sus posicionamientos más antinacionalistas. De todos modos lo más aprovechable son los comentarios sobre el arte contemporáneo y la cultura en la actualidad: 'Cioran', 'Dionisos', 'Intelectuales'.
Su valor para Ciudadanos es histórico; ¡Maragall como el antídoto contra la exasperación y el nacionalismo en Cataluña!

'Con Borges'

'Con Borges' de Alberto Manguel (Alianza Literaria, bastante caro). Un repaso rápido a lo ya sabido sobre Borges, que es lo que Borges quiso que se supiese; un refrendo al caballero hierático, a la inteligencia que se oculta, a la imagen, en definitiva, que el personaje Borges asumió. Prescindible, pero inexcusable para los borgianos.
Las fotos, de Sara Facio, demasiado monótonas. Siempre la misma estancia y el mismo pose.

¿Aforismos?

1.Los platónicos anhelan la mayor simplicidad y pureza para vivir plenamente su empobrecida espiritualidad autosuficiente. Luchan contra las pasiones y los sentidos. Los platónicos suponen que es el cuerpo, la propia voluntad, la sociedad y la historia, estos grandes productores de imágenes, el enemigo a batir. En platónico consecuente, hastiado y perplejo, termina destruyendo el Yo que pretendía rescatar.

El ‘Mito de la Caverna’, o de la liberación del alma... de sí misma. El horror a la concupisciencia es el miedo a la libertad.

Sólo al precio de la Felicidad Absoluta –o del Placer Absoluto, pues son indistinguibles- renunciamos a la libertad.

El gusto por lo caótico e informe, por la creatividad, es anulado cuando se imponen cualquiera normas al espíritu. Más aún cuando se las imponen al cuerpo.



2.Nada hay afuera y no me llega el eco de mis gritos. Aúllo y nada. Nada. Tal vez mi voz es sólo una nota más de esta infernal y ridícula sinfonía del horror y el absurdo que es el Universo entero. Necesitaría gritar otra cosa que yo mismo. El bramido que desde afuera del mundo, como un rayo destructor no menos absurdo y ridículo que el mismo Universo, lo atravesara y fulminase. Entonces, cuando nada quedara, yo sería algo.

3.Una ficción. desaparecer en el caos de la Literatura. Me mentiría como nunca y olvidaría mi voluntad y conciencia para hacerme en ese torrente de las palabras que desde antiguo nos han llegado. Sólo así existiría yo.

4.Hay quien dice lo que piensa. ¡Bendito!. Hay quien se cree lo que piensa y dice. ¡Bendito!. ¿No sería posible sólo decir, sin creer ni pensar en nada que las solas palabras?.

5.Nostalgia de la infancia. Nostalgia de aquella nostalgia. Miedo al futuro aún más disolvente.

6.Saber un secreto y matarme sin divulgarlo. Ser yo ese secreto.

7.Puntual llega cada segundo, uno tras otro. Sospecho por eso que el tiempo es irreal, sólo una ficción. ¿Qué mente o voluntad lo engendraría y para qué?. La cobardía o el dolor más absolutos; sólo el transcurrir del tiempo me exime de quedarme a solas conmigo mismo.

8.Los griegos nada nos enseñaron; sólo nos nacieron. Todo lo aprendimos después; que nada es ni puede ser dicho, y que los griegos estaban equivocados.

9.Pudieran tener razón. ¡Qué más da!. La razón última nunca tiene sentido. No tienen razón; me falta voluntad.


Cavernas y palabras, paisajes y pasiones del alma, personajes de todas las histoias, portadores del miedo y el silencio.


La memoria nos hace más tristes. También la esperanza consume nuestra vitalidad.


La tierra de mi infancia no se dice con palabras, ni son las palabras.


Ni la compasión ni el amor nos salvan, sólo el olvido –imposible- y la enderezadora mortaja.


¿Caminos sobre la mar?. Nostalgia. Fosas de coral.


¡Ay, romanticismo!. Piensas que tu alma es grande y el mundo pequeño, pero son lo mismo. No son nada.


Hay épocas e individuos en que el alma se expresa riendo; en otros, cantando o llorando... Hay épocas e individuos, en que el alma parece morir, o en los que el alma no aparece en absoluto. Siempre paradójica, gusta de ocultarse a esa voluntad que nada redime.

Mismidad. Por la calle te señalan los dedos y las miradas. Tus libros te señalan con versos y argumentos. Sin embargo, ni en los otros ni con la pluma logras agarrar lo más mínimo que puedas llamar ‘un yo’.

Schopenhauer entristecido: ¡ay, inmortal Goethe, de la juventud perdida y la sonrisa forzada; Schiller y Laura in memoriam!. ¡Ay, romanticismo, que pensaste el alma grande y el mundo pequeño. Pero son lo mismo y no son nada!.


Nací bajo el signo de un agujero negro, y como tal me devoro y me devasto. Esta es mi estrella. Los genes, mis estúpidos complejos infantiles, mi malhadada voluntad perezosa y autocomplaciente... ¡qué más da, si así soy, y sin gustarme no quiero otra cosa!. Me nacieron triste, tal vez en exceso, y triste me hice, triste e inevitable. Me he desgarrado las entrañas. Un exceso de educación tradicional, que nos hace descreídos y rigurosos con la propia alma hasta extremos masoquistas. O al contrario, un exceso de vino e ideología... No más caminos sobre la mar, sino tumbas de coral.
La nada nadea (pongamos que de Carnap); ¡hombre, pues claro que sí, y la poesía nadea, y la lógica nadea... y tú y yo nadeamos, porque somos una inmensa nada que se retuerce y se nadea!.

martes, 11 de diciembre de 2007

Dos poemas de J.L.Panero

La evidencia, la aletheia, es la sospecha insuperable. El camino de la reflexión, el diálogo dialéctico, no es el camino para ningún avance esencial. No hay solución, pero sí hay respuestas (adversus iluminados). Las exigencias éticas del diálogo no dialéctico son la base irrenunciable (desde el punto de vista de la honestidad) de la experiencia posible (ratio essendi del lenguaje). Dos poemas de Juan Luis Panero, querido Autoficción, que me recordaron de alguna manera a ti, o por mejor decir a tus últimas entradas en tu blog, realmente fantásticas.


Los fanatasmas del vino

Cuando ha llegado la mañana y de la cama revuelta te levantas,
contemplas con los ojos pegados, temblorosos,
los conocidos muros familiares, los agrupados libros,
fotografías y recuerdos, que silenciosos acompañan tu agrio despertar.
Suenan en tus oídos todavía, ardientes músicas,
carcajadas frenéticas, frases supuestamente lúcidas.
Aún puedes ver rostros girando en la penumbra, luminosos rincones,
y sentir en cálida vecindad los húmedos labios,
la suave piel que tu mano rozara.
Todo aquello que el pesado sopor, definitivamente, ha deshecho.
Puesto en pie, vacilante, impreciso,
un momento te alejas de las cosas,
realidades y sueños se separan, confunden,
y a través de tu pecho, de tu frente,
danzan, heladas sombras, los fantasmas del vino.
Como una alfombra espesa y cenicienta
por el suelo se esparce la tristeza,
el esplendor en náuseas se transforma
y lo que fue pasión es un traje arrugado,
el traje azul que está sobre la silla.
Pronto el agua resbalará por tu cuerpo
y palabras, trabajo, te sacarán sin esfuerzo del abismo.
Otro día, uno más, vestirá tus huesos
y el protocolo de la comprensión perdonará tus leves faltas.
Los fantasmas del vino, agazapados en tenaz espera,
su segura ocasión, su revivir aguardarán:_
ya los conoces, también conoces su poder,
sabes que ese instante, poderoso y breve,
en que te fundes, sin amarras te acercas
a los que tu insegura verdad, tu impotencia última y cercada comparten,
ha de volver. Mas no te importe,
entrégate, impuro y por eso mismo limpio,
muestra las cegadas rendijas de tu corazón, sus temblorosas grietas.
Paga luego el precio convenido y olvídalos,
ni alabados ni impíos, fantasmas
de una noche, tejidos de humana soledad,
doloroso testimonio que el amanecer te trae
y que ahora, fugitivos, miras perderse,
borrarse en la distancia.
Poeta de Alejandría
Nadie acompaña, cuando cae la tarde,
su soledad.
Ninguna mano presta fugitivo calor
a quien tanto lo necesita y que lento camina, perdida la mirada,
hacia el lugar donde la luz de agosto
aún le protege.
De las estrechas calles
llega un olor, elemental y penetrante,
de alimentos y cuerpos,
otro tiempo apreciados.
Leve, su paso
se pierde entre el inquieto murmullo
de músicas y voces.
Ésta es la ciudad que tanto amó,
cuyas piedras y árboles,
minaretes y plazas, bajo el pesado sol del mediodía
o la claridad trémula de las estrellas,
conoció igual que hoy sus sueños.
Sigue avanzando,
desconocido,
ignorado por aquellos
que un día sus labios le entregaron,
su tristeza, su deseo, hicieron suyos.
El rojo resplandor, un momento,
sobre la espuma se detiene.
Ya gris después,
palidece en el cansancio de las rocas,
resbala por las ventanas abiertas al crepúsculo.
Un ligero temblor,
la transparente sombra de una lágrima,
ahora que por fin se ha detenido,
hacen más vencida
más frágil su figura.
No importa
o quizás importa demasiado.
Constantino Cavafis
mira llegar la noche,
la oscuridad, frente al mar.
'Epitafio frente a un espejo' comienza así:
Dura ha de ser la vida para ti,
que a una extraña honradez sacrificaste tus creencias,
para ti, cuya única certidumbre es tu recuerdo
y por ello, tu más acaiga tumba...

16 aforismos

I
Para comprender tu existencia, olvídate de ella. Pensar, reflexionar, es socavarse, autodestruirse e imposibilitarse para existir. Actuar y sentir, la vida y sus sentimientos, no son tan arriesgados porque las acciones y los sentimientos llenan el tiempo y la distancia entre tu vida y tu alma –entre tú y tu sombra. La filosofía amplía peligrosa y mortalmente esta distancia... y entonces me viene el vértigo de ser o de no ser, y sólo puedo pensar en salir huyendo para siempre.


II
Cuando el silencio te haya hablado y tus ojos sean también crueles, concede la victoria a tus sentidos; entrégate a cada soplo y concédete ser tu sombra y su reflejo; el silencio entonces te abrirá al amor que nunca te acunará.
Después, ahora, alma mía, sombra viva de tu sombra viva, se ancha y ancha, sé agua, y árbol, y ruiseñor, y firmamento; que te alcance la vida sin tiempo y que te meza.
Mañana sí, ensánchate como un Dios Impotente y Puro sobre las cosas pensantes y alcanzarás esa alma tuya que ahora necesitas olvidar.


III
Diálogo.
Harry. –Todo es trágico.
Pablo. –No, todo es irreal.
Alguien. -¿Es que Harry no piensa?. ¿Es que Pablo no siente?.
Otro. –Es que Harry aún es persona. Es que Pablo aún es lobo.

IV
Cuando deja uno de creer en sí mismo, deja de producir y de luchar. Incluso de hacer preguntas y de responderlas. Pero debiera ocurrir lo contrario, ya que justo a partir de ese momento estás libre de ataduras para aprender sin palabras lo verdadero y para asumir tu humano corazón. Para discernir lo que es real de lo que no.
Pero una vez agotada la creencia en el propio juego de las palabras, las lágrimas y los silencios, pequeña Dora, es la propia voluntad la que se ha perdido para todo, aunque es en este momento que estás más cerca de la verdad que nunca... Puedes creerte el Héroe trágico que muere enfrentándose a su Destino, matándolo.


V
Cuando, furioso por haberme habituado a mí mismo empiezo a detestarme, pronto me doy cuenta que es peor, que al odiarme refuerzo aún más los lazos conmigo mismo. Mi alma y mi sombra se funden en mí y alcanzo la certeza de que no soy casi nada. ¿Y entonces?.


VI
He vuelto a sentir el pánico y la miseria del Eterno Retorno.
Creí haber llegado al límite, haber apurado hasta el fondo mi alma sobre este mundo sin fondo; me convertí en mi desánimo y mi dolor. Gracias; de pronto he descubierto que siempre se puede caer más bajo aún, hasta la última e inalcanzable gota, que no todo está perdido, que siempre puedo hundirme un poco más y apartar el peligro de la mediocridad.


VII
No creo en el Paraiso. ¿Por qué entonces tengo nostalgia de él?. ¿Por qué estoy triste?. No me lo explico, vive en mí desde siempre (¿será mi sombra?), estaba en mí antes que yo. Al morirme perderé triste cuanto he dudado y he sufrido... otros, como yo entonces, heredarán un alma y una sombra.


VIII
Cualquiera puede ser filósofo un momento. Más difícil es conocer la Tristeza durante todos las horas y todos los días. Es mi destino imposible construir desde aquí un puente hasta la Nada que se me resiste.


IX
Cuando las palabras han dejado de vivir, y con ellas el mundo y todos sus reflejos, entonces alcanzarán su significado; libertad (¿acaso el espasmo de la cola de lagartija recién cortada?).


X
¿Por qué he de morir?. Porque es mi destino. Pregunta estúpida y ya sin interés.
¿Por qué he sido nacido?. No lo sé. ¡Abismo impensable!.
¿Cómo he de vivir?. Desviviendo, a la contra, kantianamente, exprimiendo mi alma (lágrimas y palabras), y exponiéndola (la Risa Inmortal).
¿Por qué he de vivir?. No lo sé... sí, lo sé... para hacer del suicidio un arte.


XI
Las únicas palabras humanas son las que se han de decir al oído del moribundo; ni filosofía, ni poesía ni silencios. ¿Será acaso el amor y compasión humanos lo único decente?.


XII
El Silencio sólo se escucha entre las palabras y las lágrimas. El Silencio muere cuando ellas.


XIII
Mi capacidad de decepción (dolor, tristeza) sobrepasa a mi lúcido entendimiento. Así, comprendo la vida pero no la creo ni puedo seguirla. ¿Qué haces aún aquí, farsante?.


XIV
Automentira piadosa.
Para no tener que resolverlas, he transformado todas mis miserias en miserias teóricas. Frente al Ser y frente a la Nada, por fin respiro.


XV
Suprimí de mi vocabulario todo el vocabulario, palabra tras palabra. Terminada la destrucción, dos sólo sobrevivieron: Soledad y Tristeza.
Me desperté colmado.
Después, ahora, sueño de todas las formas todas las palabras.



XVI
Nunca Dios ha dispuesto de tanto poder como yo ahora, pobre diablo que pienso en matarme.
En el punto más bajo de uno mismo, cuando se ha tocado el fondo y se ha palpado el abismo, uno se ve reanimado súbitamente –reacción de defensa o de ridículo orgullo- por el sentimiento de ser Dios. El aspecto grandioso e impuro de la tentación de dar todo por terminado.

Cazo corderos

Este es un escrito antiguo. Sonrojante en muchos aspectos. Su utilidad para mí, su actualidad, es la posdata de ahora.

Cazo corderos. No es una tarea fácil ni simple, y aunque es en la tierra firme de la muerte donde ejercito esta vocación mía, nunca he vertido ni una gota de sangre que no me perteneciera. El muerto siempre soy yo, y no los innumerables e inmortales corderos que acecho ni el dragón grandote al que sigo la pista desde hace tanto. Hago esto, así soy, digamos que por vocación. De esto, de este apego mío que ocupa mi tiempo, del tiempo que me ocupa y acorrala, quiero hablar.
Desde muy temprano; ante una gran mesa de madera antigua, con un horrible y mutilado flexo verde que un pariente me endosó, no sé por qué, y rodeado por la gran enciclopedia Durvan –¡veinte, veinte volúmenes repletos de letras!- me encontraba por azar, así lo supongo, una noche de mi niñez. Fue una revelación, una experiencia, y no sólo un recuerdo, de lo sobrenatural. Otras vigilias, otros flexos, mesas, sillas y libros han ido sucediéndose, construyendo y transformando mi universo; porque eso sucedió aquella noche, que descubrí mi Universo. Al menos, su cara apolínea y bella, la primera con la que la nada nos habla... para ir mostrándose de más en más hasta... Quiso mi temperamento y carácter, o lo que me habían enseñado, mi ser y estar azarosos, quiero decir, que aquella noche fuese más feliz que nunca hasta entonces, y, en cualquier caso, de un modo nuevo hasta ese momento. Disfruté la belleza de la mismidad y la soledad. Muchas veces he pensado e interpretado aquello, y una sola palabra lo define; autenticidad. Confusa y vagamente demasiadas cosas me digo con esta expresión.
Lo más real, lo único real, el sentimiento de ser uno con las cosas que son mi universo, la felicidad posible, la despreocupación más absoluta por el sentido y el trasmundo de nada, la más lucida y bienhechora inmunización para todo lo abstracto y lo groseramente concreto... Un nuevo modo de experimentar lo real y de experimentarme más allá de mí mismo pero sin anularme de ninguna manera. En el universo de cada cual, al menos en el mío, no caben las abstracciones, que quedan desplazadas y abolidas por la evidencia existencial de la autenticidad.
Hoy ya sé que aquella no fue la soledad auténtica, que no es posible sin sentir el crujido del alma que se parte contra los barrotes del mundo y de sí misma. Lo que hoy ya sé no podía intuirlo entonces. Yo cacé aquella noche mi primer cordero (el único, el mismo que vuelve siempre) y sin yo saberlo entonces, comenzó mi muerte (que vuelve siempre, aunque cada vez con menos ensañamiento; ¡cómo matar o resucitar a un cadáver!). De lo importante siempre nos damos cuenta demasiado tarde. Sólo sabes de la muerte cuando ya está muerto. ¡Si al menos fuese posible la agonía heroica, o el olvido más absoluto!.
Ante aquellos volúmenes de la Durvan descubrí, entre aterrado y divertido, que casi todos los temas me interesaban, que lo imprescindible y sagrado eran las letras mismas y no el mundo que pretendían representar. No, no una estúpida repetición del mundo, sino éste de verdad; el signo es signo de sí, y es más real que ‘cualquier realidad’, que ‘toda la realidad’, que ‘el universo’, que ‘yo mismo’. Yo, yo, yo... un sano prejuicio entonces, y hoy una maliciente enfermedad. Yo me sabía parte de aquellos volúmenes, yo era su demiurgo; los resumía, los esquematizaba y coloreaba... una y otra vez, un tomo tras otro, al azar, libre, bella y felizmente. Ahora lo comprendo; yo ya era entonces, aún sin saberlo, un escéptico y un cínico. En nada que no fuese mi absurda, fantasmagórica y autosuficiente labor de copista creía ni podría jamás creer. Yo ya era, aún sin saberlo, un nihilista avergonzado.
Claro que me llamaba la vida, como aún hoy lo hace, a sus coloridos y sensuales aturdimientos, al ajetreo de los vicios cristianos, al placer vital que trasciende todas las teorías... pero -¿azar, maldición, providencia?- siempre salí perdiendo en mi trato con la existencia y volvía como robado de mis excursiones vitales. Como puede suponerse, mi suerte ya estaba echada. Me avergonzaba del mundo y de los demás y me culpabilizaba yo por sentir su atracción; cada vez más, y sin dejar jamás de sentir su llamada, era yo incapaz para la vida normal y para los demás; sufriendo mi ineptitud fui recluyéndome cada vez más en los libros, y no para aprender el mundo sino para renunciar a él. Mi vocación es cazar corderos, tal vez sólo aquel de aquella noche en que los corderos me cazaron a mí.
Pues bien, me hice filósofo. A pesar de las nulas expectativas laborales de tan presuntuosa y falsa titulación; mi escepticismo y mi gusto por las letras vacías sólo me dejaron esta opción. Realmente, como buen hidalgo, sólo paso el tiempo trampeando con mis instintos y cazando corderos. Los quiero e intento pensarlos, despierto los acecho, y cuando ellos duermen los acaricio. Cazo corderos cuando ellos son lo único real, cuando sólo a ellos escucho y hablo. Cazo corderos, desde hace ya tanto... ¡no puedo mentirme; jamás he cazado ninguno!. Tal vez recuerdo aquellas noche de antaño sobre la enciclopedia como noches de estrellas y corderos (y a mí hubo un tiempo que así me lo pareció realmente), pero no, no es así y yo lo sé. Aquellas noches y aquella primera noche un niño fue atrapado por la serpiente.
Una serpiente... Y fui tragado y casi en el acto morí. Me siento el sueño de la serpiente que dormita su presa.
Un sueño... Sueña la serpiente que caza corderos mientras mi sangre la alimenta. Y sueñan los corderos de su sueño con un dragón. Y mientras, yo no podré soñar corderos, ni ser feliz ni un héroe. Sólo me queda mi dragón.

epílogo: vocabulario innecesario.

sueño: Cada crujido de la nada retorciéndose. Se siente en el alma, y parece que es ella la que quiebra.

cordero: Un sueño que nos arrastra y ante el que nada tiene valor ni importancia. La nada misma desaparece ante un cordero. No es un principio abstracto ni una mera fantasía, pues tienen nombre propio, como Kari o Lunafán.

serpiente: La nada comiéndose un cordero. Muchas veces ocurre. Sin serpientes no hay corderos.

dragón: Es una especie de cordero y serpiente; un cordero muy lúcido (un sueño que toma vida propia y se busca a sí mismo) o una serpiente que se ha vuelto buena (o que eso sueña).


Posdata de ahora mismo: en este textillo de hace 8 ó 9 años reconozco muchos de mis actuales prejuicios. También pienso que el parecido es más aparente que real, pues sé exactamente cómo experimentaba yo la muerte, el cinismo, el nihilismo... ¡demasiado heróicamente, demasiado intelectualmente! Podría decirse, por rescatar el texto, que en estos últimos años he perfeccionado (yo soy un ser muy de su tiempo) mi cinismo hasta convertirlo -sin dejar de ser él pero siendo también algo distinto- en honestidad. También, y con esto acabo, decir que en ese pequeño escrito echo de menos el CANSANCIO que tan dulce y maquinalmente me cobija y me carcome en los últimos tiempos.

sábado, 8 de diciembre de 2007

Suplementos

Mal influido por una mala influencia he comprado el ABC, por eso del supositorio cultural. Por suerte no he tenido el valor de leerlo.

Cristianismo

Desde un punto estrictamente profano, el Cristianismo es de una eficacia inaudita sólo igualada por los miles de años de cultura egipcia. Pero démosle tiempo, démosle tiempo y veremos como los egipcios pasan a la segunda posición en esto de la eficacia histórica, de la supervivencia secular.
Que nuestra cultura es en gran parte herencia cristiana me parece indiscutible; sin ánimo de ser exhaustivos, como dice el polígrafo de la Cope; la subjetividad, los sueños infinitos, la Modernidad, la Revolución Francesa y sus expansión liberal, el totalitarismo encubierto, la mística, el consumismo, la bondad -alguna forma de la bondad- etc.
Administra celosamente el monopolio de la esperanza y el desconsuelo. Además, es una religión que -habido el sacramento de la confesión- obliga a bien poco. Vamos, un dulce.
Auguro varios milenios al Cristianismo. Evidentemente, los modos culturales e históricos irán cambiándole la apariencia, pero sólo la apariencia. En las próximas centurias se casarán y descasarán varias veces los sacerdotes, pongamos como ejemplo.

Sin embargo, hay algo de la esencia del cristianismo (de aquello que aunque sólo fuese una torpe e interesada proyección de la especie ya valdría la pena, al menos literariamente) que últimamente veo naufragar, o que simplemente no lo veo. Lo diré en forma de pregunta. ¿Por qué tanto y tan vehemente hablar de lo sexual, que si así o asá, y no de la resurrección de los muertos y el Cielo? ¿Es que el Cielo ya no es motivo para la moral cristiana? ¿Han rebajado el Cielo a la categoría de tierra consagrada -consagrada por ellos, claro?

No sé bien a dónde quiero llegar, pero me temo -e igual es algo pasajero pues los expertos en marquetin de la Iglesia ya se pondrán en el asunto- pero me temo, les digo, que falta irracionalidad y sentimiento en el actual cristianismo. ¡O Dios, a la mayoría de los ateos también!
Llevo 40 páginas de la 'Invitación a la ética' de Savater (1981). Hasta el momento, y espero que esto cambie, me parece un pasteleo orteguiano con pretensiones literarias. Que el eximio y acomodaticio -quiero decir chaquetero- Herralde le diera un premio es otro motivo de desánimo. Ya veremos.

Literatura

Después de Kant todo es Literatura, y después de Heidegger todo es publicidad. La primera afirmación, para mí, y aunque ahora no entre en ella, es evidente. Es la segunda la que creo más acertada para nuestros días y no sé muy bien por qué. A Heidegger lo citan los de derechas y los de izquierdas, los ateos y los creyentes, los críticos y los satisfechos... y todos recurren a su famoso (yo creo que en absoluto original) 'olvido del Ser'. Con esta expresión desarraigante justifican todos su posición. Este venerado palabro alemán justifica cualquier sociología y cualquier teología, en él parece caber todo. ¿Por qué no se cita más la crítica al cosismo paltónico del sentido que acaba en la técnica y autoengolamiento actual, y que nos ha dejado inermes ante la barbarie de la simplificación placentera? ¿por qué no se habla de su -tampoco novedosa- teoría estética sobre la dialéctica irracional entre la Tierra y los Mundos? En definitiva ¿qué atrae de estos tópicos heideggerianos? Pienso que su falta de compromiso, pienso que su falta de moralidad intelectual, pienso que su saber de antemano que después de no sé cuantas publicaciones no se tenga el deber de decir nada.
La verdad es desvelamiento, primero en el sujeto arrojado- y después perplejidad metafísica inabordable; la verdad, si en la fórmula hueca nos quedamos, es la feliz justificación que se sabe injustificable de cuanto acontece. Todo gracias al 'Olvido del Ser'.
¿Qué nos dice, cómo nos 'Ilumina', a cada uno como individuos la ausencia del Ser? Si no vencieramos tan plácida, interesada y deshonestamente nuestra facultad de pensar y sentir podríamos creer que aun después de Heidegger es posible la Literatura.

¿Prometeo?

Nos condenaron, justamente, todo hay que decirlo, al trabajo y la muerte. El castigo -creo que estoy recordando el relato de Kafka sobre Prometeo- sin embargo fue cruel y más vengativo. Se nos condenó (ya digo que con toda justicia) al olvido y a la mediocridad inocua. Malgastamos nuestras energías anímicas en el asunto del trabajo, en los asuntos del mundo, sin reparar que nuestra condena fue por reflexionar y desear más allá de nuestra naturaleza. Quién sabe si es posible y deseable revertir el flujo de nuestras inquietudes hacia una sociedad de hombres apartados y vueltos hacia sí. Tan inconcebible mundo nos acercaría al estado divino y nos alejaría de la trabajosa e inteligente -pero placentera- animalidad. ¿Qué castigo nos tendrían reservado entonces los olvidadizos y rencorosos dioses?

Imbecilidad y maldad

Lo triste es que no veamos alternativa a la imbecilidad y a la maldad; las dos formas humanas más elaboradas de pasar el tiempo. Hay infinidad de otras posibilidades, gigantes con pies de barro, quimeras sanguinarias, cementerios empulcrados; ¿de dónde la ingenuidad y las fuerzas para creer en ellas? ¿cómo creer en el hombre y en uno mismo tal como han sido y son las cosas? ¿Qué malvado o imbécil motivo nos llevaría a una gran tarea?
El pensamiento y la voluntad de reacción, ¡ser reaccionario!, sin caer en el fácil (pero quién sabe si inevitable) fascismo.
Los intelectuales comprometidos están demasiado cerca de las ubres de la bestia (un gran buey, que nadie piense en leones). Incluso los más honestos han pactado -se han comprometido- en primer y principal lugar con la sociedad y época que en voz baja -siempre en voz baja- dicen criticar. Sus conciencias, el últmo reducto que dicen defender, les han marcado el límite de la crítica en la supervivencia espiritual... en la sociedad y en la época donde surgen.

La terrorífica lucidez que nos muestra la falsedad y vaciamiento de nuestra sofisticada grey, será siempre callada en beneficio de la alegría y el optimismo del propio alma, más deseosa de la realidad que del deseo.

Como gusanos

Resueltos a no vivir ni morir como gusanos. ¡Que nos arrastre la vida y nos aplaste la muerte... hasta donde puedan... ni un milímetro más acá! Belcebú derrotado que no se enrosca, desde las vísceras, ni pide clemencia al Aciago Rey de nuestros sueños y nuestras pesadillas. Amén.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Todo relato es postumo

Todo relato es postumo. Por esencial y vívido que parezca es sólo un simulacro ladinamente elaborado; el sentido sin referente, o más bien un referente diferido, especulado. Esto mismo se puede afirmar del pensamiento. ¿Qué ocurre cuando el relato o el pensamiento, e incluso el sentimiento, son su propia y exclusiva realidad? Extasis, formalismo, irracionalidad... Es el territorio de lo más íntimo, de lo que por pudor hay que guardar para uno mismo.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Rimbaud II

¡Lo que Rimbaud no dijo!
¡Lo que Rimbaud no pudo ni quiso decir!
¡Lo que Rimbaud no supo!
¡Pero el rubio Rimbaud ya lo dijo todo!
(Rimbaud dijo cuanto Rimbaud sabía decir)
Lo que Rimbaud no dijo, artimañas
de erudito, espejo de cobardes,
lo que el negro Rimbaud no dijo
-¡y sí que lo dijo!-
son siete mil días en el África
y en las islas holandesas.
Rimbaud, nadie ha de dudarlo,
el hijo incestuoso de Verlaine y su tiempo,
fue el gran poeta (son excepcionales
sus vocales y su barco ebrio
y su nueva belleza altiva)
y el gran hombre que vivió
en extraña piel viciada
las soledades y las mezquinas ilusiones
de toda una raza.
Rimbaud, el poeta,
Rimbaud, el hombre,
Rimbaud, ¡lo dijo todo!

martes, 4 de diciembre de 2007

Rimbaud I

Ahora sólo planteo la cuestión. ¿En qué sentido es posible una poesía -y no un mero caos ininteligible- cuya esencia es la de la destrucción de la forma y el sentido? Rimbaud es un buen caso de lo que digo.Se trata de aclarar en lo posible qué es poesía. La cuestión del valor de la poesía, de tenerlo, sólo se podrá plantear una vez resuelta la pregunta por su esencia. De otro modo confundiríamos la poesía con su efecto placentero, o lo que es peor, con lo que 'el mercado' decida. Rimbaud es un poeta maldito. En un triple sentido: en cuanto a la forma estética, en cuanto al contenido -negativo/positivo, destrucción/silencio) y en cuanto a su propia biografía. A pesar de lo grandioso de su reto la poesía lo tiene entre uno de sus inmortales.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Hölderlin

Acabando 'Vida de poeta'. Vale la pena el relatillo penúltimo, 'Hölderlin'; la locura, el hundimiento, la escapada sin vuelta e irreproducible con argumentos, es debida a su imposibilidad real, biográfica, de realizar sus deseos absolutos de libertad individual. "Un héroe encadenado". La vida burguesa, de la que procede, le axfisia. "Un héroe yacía encadenado, un león debía comportarse con gracia y buenos modales, un griego se estirpe real se movía en una vivienda burguesa, cuyas pareces estrechas, pequeñas y primorosamente empapeladas fueron triturando su maravilloso cerebro. Allí empezó también su lamentable trastorno mental, aquel lento, suave y atroz hundimiento de toda claridad. De desesperanza en desesperanza, de un pánico desgarrador en otro erraban, tambaleantes sus tristes pensamientos. Era como la silenciosa y lenta disolución de mundos celestialmente luminosos. Turbio, torpe y oscuro llegó a resultarle el mundo..."
Esta imagen de Hölderlin es la otra posibilidad que Jakob von Gunten tenía. El distanciamiento lúcido de toda experiencia posible y al mismo tiempo la decisión de experimentar cuanto la vida le ofreciera que adopta Jakob, resulta, a la sombra de Hölderlin, demasiado frío, demasiado cerebral, demasiado inteligente... ¿No será Jakob una caricatura del héroe poético, y la novela una fina ironía de un mundo sin héroes auténticos? Sí y no. Los tiempos de Hölderlin no son los de Walser; ahora el romanticismo y el idealismo se han convertido en algo residual e imposible, so riesgo de caer no sólo en el descrédito social sino en la locura física. Walser y Jakob, sin embargo, es mi esperanza, sienten nostalgia por la infancia de la modernidad, por la época ya pasada de los hombres 'de otro mundo'.

domingo, 2 de diciembre de 2007

Soledad

Querido solitario: hay muchas formas de estar y sentirse solo. Creo que todas ellas son incomprensibles... No quiero decir que la soledad sea inconcebible, o que nadie o que alguien se sienta o esté solo, afirmar esto sería una falta de respeto y una mendacidad interesada, sino que la soledad como acontecimiento en el alma es inevitable, como un destino... a veces demasiado triste.

Poética a día de hoy

Para disfrutar de la poesía -el lector y el creador- no podemos dejar de ser espectadores. En un doble sentido; espectador de los poemas que llegan, y espectador del 'tema' de cada poema. Espectador, en definitiva, del lenguaje y de la historia -si lo prefieren, la metafísica. Pretender o suponer otra cosa es condenar al poeta y al lector a la infertilidad y la frivolidad.Puesto que no podemos ser sólo observadores (entre otros motivos porque el tema del arte es siempre el propio sujeto; sujeto, por otro lado siempre primitivo y compulsivo; ¡menuda metafísica!) son inevitables los grandes y tormentosos momentos de esterilidad. En vez de frivolizar, en estos momentos hay que buscar las fuentes del poema. Les aseguro que no es plato de buen gusto.

'Vida de poeta'

De Robert Walser, 'Vida de poeta'. Relatos de 1918. Bastante prescindible, y que me perdonen los entusiastas. El relato que da nombre al volumen tampoco es especialmente reseñable. Me digo, por eso de la edad de Walser de entonces, 40 años, que se encontraba un poco desengañado y cansado del Poeta -incluso de la Poesía- y que habría que leer el texto irónica y autobiográficamente. Desconozco la época de los pocos poemas que de él tengo (en 'Habitación del poeta', escritos y poesía inéditos) que no muestran a un poeta en las últimas, así que lo arriba dicho no es más que una débil suposición.
Si terminando 'Vida...' y 'La habitación...' aparece algo bueno ya lo diré.
Ahora van a la par estos borradores de Walser y el Törless.

sábado, 1 de diciembre de 2007

Benjamenta

Todo lo que al principio nos cuenta Jakob sobre Benjamenta es cierto, pero esta verdad no es lo que parece. Ni cada hombre, en nuestros tiempos modernos, es lo que cree ser.
Es Benjamenta un Instituto de Secundaria para gente modesta, que no pretende ningún éxito social y aceptará sin resentimiento el lugar que le haya de corresponder en la sociedad. Inculcan los inexistentes profesores y los Benjamenta la obediencia, el esfuerzo y la sentida aceptación de las normas y jerarquías. Los conocimientos de las distintas materias son, por innecesarios, inexistentes. El reglamento es duro y extraño, y por eso causa el rechazo en un principio de los estudiantes. Es verdad que tal educación fomenta el conformismo y sometimiento público, pero evita la malsana e innoble -dados los tiempos modernos que corren- insatisfacción. Pero no es ésta la causa de tan parca y recia educación en el Instituto. En Benjamenta se educan muchachos realmente míseros -por sus circunstancias materiales- que acabarán ocupados en lo más bajo del escalafón laboral, pero también sujetos nobles y buenos -en un sentido antiguo y perdido de la palabra- que se capacitarán no sólo para algún oficio sino fundamentalmente para realizarse plenamente como individuos de muy altos atributos morales. La bondad eterna de Krauss o el orgullo y la inteligencia de Jakob. Musil los llamaría los hombres con los atributos perdidos. De familia de abolengo, Jakob von Gunten, realiza su individualidad a la contra de los estériles y masificadores tiempos modernos. La personal y consciente asunción de su lugar específico alejado del vulgar y materialista sentir social da al último von Gunten la posibilidad de revivir la aristocracia del espíritu (de la individualidad irrepetible) a la que ni quiere ni puede renunciar. Antes de ingresar voluntariamente en Benjamenta, Jakob ha roto con su familia, a la que siempre querrá y de la que se sabe parte.

"Hace ya algún tiempo que el mundo gira en torno al dinero, ya no en torno a la
historia. Todas esas virtudes del pasado que usted tanto ventila no desempeñan ya, como habrá podido observar, papel alguno".

"La masa es el esclavo de nuestro tiempo, y el individuo, el esclavo de la grandiosa idea de masa. Ya no hay nada bello ni excelente. Lo bello, lo bueno y lo justo has de soñarlo tú mismo".

"Qué es uno realmente en medio de ese oleaje, de esa abigarrada corriente humana que no tiene cuando acabar".

Quizá realiza Jakob un ideal premoderno, de antes del ruido y de la zafiedad, de cuando los von Gunten eran gloriosos guerreros, de antes del éxito animal y del dinerismo avasallador. Pero igual está también realizando más hondamente el verdadero sentido de esa modernidad desecante. Jakob no quiere compasión ni quiere que se reconozca públicamente su verdadera opción vital. No le preocupa -aquí es donde demuestra la fortaleza y nobleza de espíritu- parecer un fracasado. La mediocridad y el fracaso, cuando son medidos por una sociedad superficial y prisionera de lo inmediato, puede resultar, es el caso de Kraus y Jakob, un triunfo y un excelencia interiores más verdaderas. Jakob lo sabe, Kraus, pero esto no es importante, lo desconoce.

Kraus y Jakob, pero esto siempre lo ignorará Kraus, son muy parecidos, pues ambos rechazan la existencia como un simple escenario para el medro y la mentira. Ninguno de ellos cree que el dinero y el aplauso de los demás deba ser la norma de su conducta. Ambos creen que cada individuo ha de ser el responsable de su propia vida a la que ha de ser fiel conforme a algunos valores tenidos por despreciables o que se identifican con el fracaso: la bondad, el esfuerzo, el orden, la inteligencia, la modestia, el respeto a los demás. Jacob, al contrario que su amigo, sí intuye y descifra el sentido de los tiempos. Lo que Kraus realiza como por instinto, se lo impone conscientemente Jakob como su mejor forma de vida. Se trata de una lucidez autocallada y a su modo activa y exigente. "Me gusta permanecer a la escucha de eso que se niega a ser oído". Kraus es el ideal de Jakob.

"Kraus sólo quiere lo bueno, lo justo. Y esto que digo no es una exageración.
Jamás tiene malas intenciones. Sus ojos son aterradoramente bondadosos. ¿Qué
puede desear un personaje así en un mundo como éste, adiestrado y programado
para vivir de la garrulería, el engaño y la vanidad?"

Su hermano Johann ha alcanzado cierto éxito artístico y se preocupa para que Jakob no fracase. Pero Johann está triste y reconoce -aunque él mismo no es consciente de cuanto dice- la falsedad del mundo artístico establecido y la hipocresía y vacuidad entre las élites modernamente encaramadas arriba de la sociedad. "Trápalas" los llama.

El dirtector Benjamenta y la maestra Benjamenta, su hermana, son de la estirpe de Kraus y Jakob, y reconocen en Jakob el más cabal y portentoso cumplimiento de ese ideal del hombre libre. Es la libertad lo que es irrealizable en un mundo animalizado y prisionero de lo superficial y efímero:
"Tal vez los hombres de hoy seamos todos una especie de esclavos, dominados por
una concepción del mundo enojosa, innoble, fustigante".
La Modernidad, sin embargo ha ocurrido y sin marcha atrás posible. Jakob sabe que Dios ha muerto y sabe que nada hay que por sí mismo e incondicionalmente valga la pena o tenga algún significado imperecedero. Esta convicción la comparte con el resto de sus contemporáneos, pero al contrario que ellos que se lanzan ciegamente a las exigencias materiales del día a día entregando así el alma al tiempo corriente y vendiéndola por éxito y materialidad, Jakob descubre y realiza que el proyecto verdaderamente humano -inteligente y libre- consiste en el no sometimiento. Somos, cada cual, un enigma insoluble para nosotros mismos, como no se cansa de repetirse Jakob, en un Universo inmenso e inapresable. Nuestra sociedad no deja sitio para la individualidad creadora, que es la gran pasión de Jakob; en nuestra sociedad no hay libertad, y Jakob quiere ser libre.

"Siento cuán poco me concierne aquello que se denomina mundo, y que grande y
fascinante me parece lo que yo, en mi fuero más interno, llamo mundo".

"La masa es el esclavo de nuestro tiempo, y el individuo, el esclavo de la grandiosa idea de masa. Ya no hay nada bello ni excelente. Lo bello, lo bueno y lo justo has de soñarlo tú mismo".

Pero la libertad interior -como el Eterno Retorno nietzscheano- con ser el valor absoluto es trágica. "Hay que bailar en la libertad. Es fría y hermosa. Pero no te enamores de ella. No haría más que entristecerte, pues sólo por breves momentos, y no más, podemos detenernos en las moradas de la libertad". Por eso hay que ser lúcido sin caer en el estéril y afectado intelectualismo: "también es preciso pensar, y mucho. Pero someterse es muchísimo más refinado que pensar. Quien piensa se subleva, y esto es siempre tan feo, tan nocivo...¡si los pensadores supieran cuántas cosas echan a perder!" Moderno hasta los tuétanos sabe Jakob de la imposibilidad de ninguna opción salvadora, simplemente opta y se esfuerza por la más digna, la menos embrutecedora, la que no le haga a él girar animalmente en torno al dinero, el triunfo público, al estar a la altura de los tiempos y de lo socialmente impuesto. Se trata en definitiva de un alegato -al alcance sólo de las almas más noblesy fuertes- por la libertad e individualidad posible. Porque esta es la pregunta que subyace al relato, que es la duda que espolea siempre a Jakob; ¿qué significa ser hombre, quién soy yo y que quiero yo realmente, en este solitario Universo tan vacío y vertiginoso?. La verdadera y aristocrática modestia que no es hija ni de la ruindad ni del desprecio, ni menos aun del miedo. ¡Por eso no se odia a sí mismo, a pesar de su lucidez, ni odia a los demás ni al mundo! De ahí, de ese sano corazón, la modesta energía para una modesta y lúcida existencia individual en medio de ese maravilloso azar en que podemos soñar a todos los hombres como seres humanos íntegros. ¿Es esto la libertad?

"¡Hombres, sí, nada más que hombres y más hombres! Lo siento intensamente: amo a los seres humanos. Sus locuras y enojos súbitos me son más queridos y preciosos que los más grandes prodigios de la naturaleza".
Jakob tiene bastante de estoico, su psicología es la de la resignación del vencedor. Victoria pírrica -sobre sí mismo y sobre el mundo- que no le lleva ni al desencanto ni al avasallamiento, sino a la simple acción, ¡tan olvidada!, de vivir. Jakob von Gunten se esfuerza por experimentar la vida; sabe que de no obligarse a quererlo así terminaría él mismo desecado en un intempestivo solipsismo. El sentimiento de Jakob por los hombres y las circunstancias es como el de una feliz indulgencia, a un paso, quizá, de la inapresable compasión. Lo trágico es que la noble respuesta del último von Gunten exige una voluntad y un corazón a la contra de cuanto nos han enseñado que es deseable, y que tal individual esfuerzo no tendrá jamás como recompensa ni el reconocimiento de los demás ni el de ningún Dios.