jueves, 31 de enero de 2008

Stalin

Centrado/descentrado con Cioran. Pero a mi férreo plan de lectura de hace dos días (¡sólo Cioran, Camus y León Felipe!) le he hecho una excepción. Por los noches, ya en la cama, alguna otra lectura. ‘Stalin’ de Walter Laqueur (en Vergara del año 2003, el original inglés es de 1990).
Llevo apenas 70 páginas. Algo sobre la personalidad tosca y retorcida de Stalin, algo sobre su casi nula presencia antes de 1917, algo de su infatigable capacidad de intriga y celos. Algo sobre el miedo del gran Lenin (sic) al poder que Stalin había alcanzado y que previó demasiado tarde que sería para lo peor. El Testamento de Lenin donde opta por Troski o Bujarin es escondido por Stalin y el politburó. Algo de Bujarin; al final no sé qué decía, sólo que ayudó cuando no debía a Stalin y que éste lo mando fusilar en el 38. De Bujarin el bueno, además, que su ‘carta de un viejo bolchevique’ me parece casi estalinista. Algo sobre Troski (tres cuartas de lo mismo, pero parece que Troski no era tan buena persona como Bujarin). Mucho sobre el plan de industrialización forzosa y la innecesaria purga de los campesinos propietarios (los Kulaks). Aparecen más nombres de la Vieja Guardia, todos asesinados por el padrecito Stalin. El libro promete, hasta donde él y yo podemos. Me vuelvo a ‘De lágrimas y santos’: “Es posible que pensar en Dios sea la razón de ser del hombre. Si consiguiera ignorarlo o amarlo, estaría salvado” (p.75)

martes, 29 de enero de 2008

Poema

Arthur Host,´Poesía con rabia':

Hay viajes de los que no se puede volver ni llegar salvos.
Hay viajes –y estamos embarcados irremisiblemente-
que fuera mejor no haber emprendido.
La vocación oculta y vergonzante de todo hombre recio
es el miedo (la valentía y el deseo sexual son formas
que lo ocultan), el miedo atroz de mirarse al espejo
y ver los años pasados y los venideros, los propios
y los de la especie entera, en su cadavérica verdad.

De lágrimas y santos

De Cioran en 'De lágrimas y santos':

"Nada más fácil que desembarazarse de la herencia filosófica, pues las raíces de la filosofía se detienen en nuestras incertidumbres, mientras que las de la santidad superan en profundidad al sentimiento mismo. El coraje supremo de la filosofía es el escepticismo. Más allá de él, no reconoce más que el caos.
Un filósofo sólo puede evitar la mediocridad mediante el escepticismo o la mística, esas dos formas de la desesperación frente al conocimiento. La mística es una evasión fuera del conocimiento, el escepticismo un conocimiento sin esperanza. Dos maneras de decir que el mundo no es una solución."

"Es escepticismo es la estupefacción ante el vacío de los problemas y de las cosas. Sólo los antiguos han sido verdaderos escépticos. Sus dudas, impregnadas de una indulgencia otoñal y de una felicidad desengañada, tenían estilo, como todas las cosas delicadas en su ocaso."

"El único mérito de los filósofos es haberse ruborizado, de vez en cuando, de ser hombres. Platón y Nietzsche son una excepción: su vergüenza no cesó jamás. El primero intentó arrancarnos del mundo, el segundo hacernos salir de nosotros mismos. Ambos podrían dar una lección a los santos. El honor de la filosofía queda así salvado."

No es lo esencial del libro, pero es su merito marcar los límites humanos al miedo y al silogismo. Incluso el escepticismo deja de ser una conclusión o una premisa filosófica para ser reconocido como la culminación y el inicio de la Religión y la Poesía.
Que no nos confunda el lenguaje de Cioran. Su religión, sin Dios, y sus santos, demasiado humanos, son como experimenta el corazón del hombre (con su conciencia, sí su conciencia, y sus miedos) el Universo y la propia existencia. Se trata más bien de una metafísica del vacío. La falsedad y autenticidad de la Religión y la Poesía es de lo que habla el libro:

"Preocuparse por la santidad: combatir la enfermedad con la enfermedad"

domingo, 27 de enero de 2008

Propósito

Esta vez va de verdad. Me acabo el Macbeth, y me pongo con Camús y Cioran. 'El hombre rebelde', 'El mito de Sísifo', 'De lágrimas y santos', 'En las cimas de la desesperación'. Sin abandonar la poesía; espero acabar mi relectura de León Felipe. He encontrado de él dos libritos mexicanos -editorial Málaga- de los 60 a buen precio: 'Español del llanto y del exilio' y 'La insignia'. Ya comenté el artículo de Cernuda sobre León Felipe (en 'Estudios de poesía española contemporánea'), y también vale la pena el de Manuel Durán en 'De Valle Inclán a León Felipe' (editorial Finisterre, mejicana, del 74).
Pero primero lo dicho, Camus y Cioran.

De un libro de Arthur Host

Pasaros unas líneas del librito de A.Host 'Poesía con rabia':


LA MALDICIÓN DE SÍSIFO

Soy monótono, como tú.
Acaso menos superficial,
acaso, o la mía es una simplicidad
helecoidad. Como tú, me dices.
Soy monótono porque son pocas mis ocupaciones.
Soy monótono porque son escasos mis conceptos
y mis palabras, que siempre acaban diciendo
fragilidad, dolor, miedo, temblor,
sangre, yo, vísceras, sexo y amor.
En ocasiones me sorprendo pensando,
masticando sesudamente cómo me va la vida.
El sabor de la saliva, en estos momentos,
es indescriptible, como si fuese carne
descompuesta o semen olvidado.
Salivar la vida, salivarla hasta caer intoxicado,
es lo que en ocasiones hago. Y resulta muy monótono.
Claro que no son mis dientes quienes digieren o maceran
como tampoco mis neuronas, que sólo intervienen
en cosas elevádísimas y sólo contribuyen con ideas.
Se mastica, yo así lo hago, con la médula,
que es las vísceras vivas y desencantadas,
se tritura con el más apriori y ciego sentimiento,
y con esa desalmada voluntad de rumiar piedras.
Será por todo esto que nada me parece claro
y tantas veces ando con miedo y perdido.
Será este absurdo proceder intelectual mío el efecto
y la causa de que yo, como tú, quiero pensar,
seamos tan monótonos y nos hayamos rendido.




El dolor, las lágrimas, las distancias siderales
entre las más cercanas moléculas (¡oh, el bello
abismo entre dos labios rozándose!)
el dolor y el frío secando las lágrimas,
cambiándolas de posición a fuerza de olvido y risas,
derrotado el rostro más fiero y el más infinito Universo
(que no fue capaz de crear dioses sino su maléfica sombra)
el silencio señor de las bellas formas (las más podridas)

y el instante más dulce que avasalla a la Luna con el pudor de una virgen.


La vida, ya te lo dije, no es asunto de amor ni de honor
(y cuando entre las cálidas sábanas nos decimos otra cosa
nos mentimos, pues ese es el papel prescrito).
La vida, e igual me entiendes, es algo más serio;
por favor, quita seriedad a tan seria palabra.
La vida, diga lo que diga el guión, la tuya y la mía al menos,
no es nada ni vale ni pesa gran cosa.
Me explico.
La vida deja de ser un asunto importante, se desnuda avergonzada
de su solemnidad (¡esta palabra sí que es difícil!) cuando retornamos
a la tierra de la que salimos; la composición química del amante
y del cadáver son exactamente la misma.
La vida, ya te digo, ¡tantas veces te he dicho!,

es sólo asunto de poetas.



Me interesan los libros que lees
-ya sabes cuánto disfruto discutiendo
de política, metafísica y medicina forense-
y me muero de dicha con cada uno de tus poemas;
si te soy sincero, a mí me parecen
letras de canciones de Chapman o Sprintin.
Una duda sin embargo me queda siempre.
(No quiero que me respondas ni me la resuelvas,
que es cosa mía, y esto es sólo un poema).
¿Cambiaría toda esa Literatura
por dormir en tus caderas?
En el fondo es que no sé qué esni dónde habita el alma.




Poesía con rabia
en el alma
los dientes de la noche
lechosa de lo eterno
la soledad
frío
el repetido rumor
del fin de los días
santificada
la espera indecisalas fauces pacientes y sordas.




Compasión es la palabra de los héroes derrotados, pues sin derrota no hay heroicidad. Sin tragedia es todo demasiado fácil y sospechosamente ridículo. La compasión es una idea y es un sentimiento, pero es sobre todo algo de antes de los sentimientos y los conceptos que en ocasiones, y muy fugazmente, entendemos.


Os llamarán a filas,
hermosas criaturas de noble egoísmo,
e iréis cantando al son de liras y tambores.
Os llamarán, en apretadas columnas
tocarán a degüello, y contemplaréis la pira
santificada por milenios de un Sol abrasador.
Os llamarán y avanzaréis gritando con los timbales,
vuestra sangre hervida y las cornetas doradas.
Nada he de deciros ahora, yo que también fui
fiel voluntario de grandes ojos antes del insomnio
y sus pesadillas, antes de entender la verdad de la tribu.

jueves, 24 de enero de 2008

Sieg Heil! (3)

Por pura casualidad encontré 'Escucha pequeño hombrecito' de Reich. Por 2 eu. Dos horas libres me llevaron a hojearlo y después a leerlo. Valen la pena sus cien páginas en octavo. Por pura casualidad está muy relacionado con lo que he leído a Álvarez (''Sieg Heil!'), aunque con algunas notables diferencias. Ambos coinciden en la crítica al despotismo inhumanizador de nuestra actual sociedad democrática. Coinciden de una manera increible dada la distancia en todos los órdenes entre ambos. Si bien coinciden en el diagnóstico de nuestra sociedad y sus individuos, se alejan infinitamente en el pronóstico. W. Reich es demasiado optimista; es un individualista optimista (por eso cree en lo que él ha llamado el orgón, esa esencia vital y amorosa que todos compartimos). Por su parte, José M. Álvarez es más pesimista en cuanto a las posibilidades del hombre; asume la dimensión negativa e insuperable que desde adentro de cada uno de nosotros imposibilitará cualquier intento de regeneración social sustancial. Ambos sin embargo ven una posibilidad en la sociedad futura. Reich, en la forma de un hombre nuevo que será capaz del amor y la libertad, y por ende de una mejor sociedad. Álvarez en la creencia que una Democracia Liberal Real será la garante contra las tiranías de todo tipo. Álvarez, y creo estar más cerca de él, plantea la cuestión más a la defensiva y escépticamente.

'Listen, little man' [pequeño hombrecito, hombre pequeño, hombre mediocre, o gris, u hombre masa] es de 1948. Wilhelm Reich murió en la cárcel, se le condenó por estafador público y se le tenía por un inmoral, en 1957 a los 60 años de edad. Unas cuantas citas del librito de Reich:

"Mírate tal como eres realmente. Escucha lo que ninguno de tus Führers y tus representantes se atreve a contarte."

"Tú mismo te desprecias, Pequeño Hombrecito. Dices: '¿Quién soy yo para tener una opinión personal, para decidir mi vida, para decir que el mundo me pertenece?' (...) Incluso te explican de diversas formas que tú y tu vida, tu familia y tus hijos, no valéis nada, que eres estúpido y servicial, que se puede hacer contigo lo que uno quiera. No te prometen libertad personal, sino libertad nacional. No te aseguran una autoconfianza humana sino respeto por el Estado: no una grandeza personal sino una grandeza nacional. Y los aclamas calurosamente porque para ti la libertad personal y la grandeza personal no son sino conceptos vagos, mientras que la libertad nacional y los intereses del Estado te hacen la boca agua como un hueso para un perro (...) Te dicen de muchas maneras: 'tú eres un ser inferior sin responsabilidad, y tienes que recordarlo'. Y los llamas 'salvadores', 'nuevos libertadores', y los aclamas 'Heil, Heil' y 'Viva, Viva'."

"Sólo puedes copiar y tomar, no puedes crear ni dar, porque tu actitud básica es reprimirse y escupir; porque el pánico te conmociona cuando el más primordial movimiento de amar y de dar aparece en ti. (...) Eres tu propio policía. Nadie, nadie excepto tú mismo, es responsable de tu esclavitud. ¡Sólo tú, y nadie más! (...) Hubieras vencido a los tiranos hace tiempo si interiormente hubieras estado vivo y sano. Tus opresores provienen de tus propios miedos. Tienes miedo de elevarte, tienes miedo de la altura y de la profundidad. Nietzsche te explicó esto muchísimo mejor hace tiempo. Pero no te explicó por qué eres así. Intentó convertirte en Superhombre, un Ubermensch, para engrandecer lo humano en tí. Su Ubermensch llegó a ser tu Führer Hitler. Y tú seguiste siendo el Untermensch. (...) Rehusas ser un águila, Pequeño Hombrecito, y por eso eres presa de los buitres. Tienes miedo de las águilas, vives amontonado en grandes rebaños y eres devorado en ellos. Ya que alguna de tus gallinas han incubado huevos de buitrtes. Y tus buitres se han convertido en tus Führers contra las águilas."

"El Pequeño Hombrecito no sabe que es pequeño y tiene miedo de saberlo. Cubre su pequeñez y debilidad con fantasías de fuerza y grandeza -la fuerza y la grandeza de otros hombres-. Está orgulloso de sus grandes generales, pero no de sí mismo. (...) Sientes menos tu pequeñez cuando dices 'Judio', con tono de arrogancia o menosprecio."

"No te das cuenta de que eres un lameculos donde deberías ser irreverente y que eres un desagradecido cuando deberías ser leal. Te mantienes de rodillas y te crees estar bailando en el reino de la libertad. (...) No, Pequeño Hombrecito, nunca escuchas cuando es la verdad quien habla, sólo escuchas cuando te gritan. Y entonces gritas ¡Heil! Eres cobarde y cruel, sin ningún sentido del verdadero deber, ese de ser humano y de salvaguardar a la humanidad."

"No eres libre, Pequeño Hombrecito. No tienes ni idea de lo que es la libertad. No sabrías cómo vivir en libertad."

"Se te ha visto el pelo, Pequeño Hombrecito; se ha visto más allá de tu fachada de desdicha y lastimosidad. Se quiere que tú determines el curso del mundo, con tu trabajo y tu esfuerzo; no se quiere que reemplaces un tirano por otro peor. Se empieza a exigir de tí cada vez más estrictamente que te sometas a las leyes de la vida así como tú se lo pides a los otros; que te mejores a tí mismo de la misma manera que criticas a los otros. Cada vez se reconoce mejor tu disposición a adorar, tu voracidad, tu liberarte de las responsabilidades, en resumen, tu enfermedad que hace que este hermoso mundo apeste. Ya sé que no te gusta oír esto, que prefieres chillar ¡Heil! tú, portador del futuro del proletariado o del 'Cuarto Reich'. Pero estoy convencido que tendrás menos éxito que en el pasado. Hemos encontrado la llave de tu secreto de miles de años. Eres brutal bajo tu máscara de sociabilidad y amistosidad."

"Y te dire, ni el kaiser, ni el Zar ni el Padre de todos los proletarios ha sido capaz de conquistarte. Sólo fueron capaces de esclavizarte pero ninguno de todos ellos ha sido capaz de liberarte de tu mezquindad. Lo que te va a liberar es tu sentimiento de honestidad, tu anhelo de vida."

Sieg Heil! (2)

La Democracia no es un fin en sí mismo, pues se convertiría en una Tiranía. Recordar que el pueblo devuelve como voluntad general lo que no es sino el adoctrinamiento recibido.
La Democracia no es un instrumento para la consecución de ningunas utopías, sino el modo más humano -menos animal- de evitar la Tiranía. La peor Tiranía, por menos evidente, es la que se oculta tras el nombre del pueblo o la sociedad.
Una Democracia Social es perniciosa porque convierte al Estado en el artífice de la felicidad posible. Felicidad material y la feliz ignorancia, al gusto del pueblo.
El Estado ha de ser fuerte -frente a la Tiranía- pero no ha de regular hasta los sentimientos y deseos de cada ciudadano. Una feliz Tiranía del Pueblo ahoga las verdaderas libertades y la excelencia personal en nombre de no se sabe qué ideales, que no son en el fondo más que una festivo refrendo del desahogo animal.
Una verdadera Democracia (llamemosla Liberal, frente a Social) exige unos ciudadanos y unos gobernantes altamente preparados y de gran altura moral. El riesgo es el relajamiento y a la postre y cuanto menos una Tiranía complaciente.
La altura moral significa el reconocimiento de Leyes y libertades 'Sagradas', esto es, no pervertibles por ningún individuo ni por una mayoría de ellos. Esta Ley de Leyes hace referencia a la defensa e inviolabilidad de las garantías democráticas y a los límites insuperables del Estado.
La Tiranía brota del corazón egoísta de cada hombre, de sus ansias de bienestar material y de su necesidad de un Estado (una Bandera o una Religión) que dé sentido a su miserable existencia. A esto se le puede llamar de múltiples formas; miedo a la libertad, necesidad de autoridad, gregarismo, cobardía, mal egoismo...
No hace falta, porque además es errónea y perjudicial, una imagen Bondadosa del ser humano para evitar la Tiranía. Más aún; una bondadosa idea tal termina santificando la voluntad general y convirtiéndola perversamente en un inmovilismo sagrado y tiránico.

La pregunta: ¿es posible un mejoramiento interno real de los individuos, o sólo es posible una Democracia Liberal tan exigente que deje, conforme a los laxos criterios actuales, de ser o parecer tal? La respuesta, para quien no viva de las subvenciones estatales y del beneplácito del público es evidente. Las leyes que irían convirtiendo nuestra Democracia Social en una Democracia Liberal son, en nuestra santa época, indecibles, aunque fáciles de suponer.

miércoles, 23 de enero de 2008

Un libro de Arcadi Espada

'Quintacolumnismo', en Espasa de 2003. Unos 60 artículos cortos de mediados de los 90. Alguno más largo para revistas, como 'Archipiélago'. El conjunto es aceptable, pero sólo aceptable. Posiblemente porque me gusta más cómo escribe Azúa. La temática es monocorde, el exasperante nazionalismo catalán. La Z es mía, pero podía haberla puesto Espada. Mucha ingenuidad, estamos a mitad de los 90, y aún confiaba en el socialismo como freno de la barbarie nazionalista. Me ha interesado más el personaje Arcadi Espada, e intentaré seguirlo un poco.

SIEG HEIL! (1)

De José María Álvarez. En Renacimiento del año 2007. Se trata de la historia política, de las luchas y pactos políticos, durante los dos últimos años de la República de Weimar y de cómo accedió el partido nazi a la Cancillería y a la Jefatura del Estado. Con ser esto interesante y acupar el 80% del libro, me ha resultado muy clarificador y actual el capítulo primero, más de filosofía política, y sus tesis tajantes, aunque no por ello menos válidas, incluso para hoy en día. Los temores de J.M. Álvarez al publicar son comprensibles, pues es bastante políticamente incorrecto lo que nos cuenta de nuestra simplista y engreida Democracia. Unas cuantas citas vayan por delante.

"Lo que pasó en Alemania no creo que fuese un paso más, ni otra forma de golpe de Estado: fue un paso más en la extensión del poder del Estado. No una hecatombe que cayó sobre el mundo, y que las 'Democracias' vencieron. Sino una de las cimas de la Democracia que había optado por la vía igualitaria. Y quizá el silencio sobre la verdad del Nazismo o sobre lo que yo creo que es su verdadero significado, no sea sino el despiadado aunque coherente discurso de esa vía democrática, que cargando todo el peso del horror sobre aquel régimen, parece volar sin trabas en la destrucción de las libertades y desde luego conduce igualmente al control de la sociedad."

"Ese Poder fue 'anormal' en cuanto fue extraordinario, desmesurado; porque Hitler y alguno de los suyos -como Goebbels- manifestaron un excepcional poder de seducción. Eso facilitó aquella situación abominable. Pero 'fue posible' porque existían -y existen- las vías que lo permiotieron. Porque existía -y existe- una aceptación social de/y una legislación que no impedían tales excesos, es más, que los posibilitaban porque eran su propia sangre."

"El sueño igualitario y revachista de las masas alumbradas por nuestra época se mixturaba a la perfección con una Ley que el Positivismo había convertido en el hacha capaz de destazar el Imperio de la Ley."

"Lo que sucedió en Europa en los años veinte y hasta su culminación en los desastres de la Segunda Guerra Mundial, no fue la lucha entre un poder bestial y los defensores de la LIbertad, sino la lucha entre dos formas de 'ilimitados' poderes, muy parecidos en su alma profunda en su intento de culminación de la Igualdad, ambos enemigos de la Libertad y del Estado de Derecho, del Imperio de la Ley."

"Y no es que la Democracia deba conducir a esas catastróficas situaciones. Desemboca inexorablemente ahí al no ser una Democracia Liberal, sino Social, envilecida de intervencionismo socialista, porque éste tiene en sus entrañas todos los bacilos del totalitarismo, totalitarismo que, insensibilizadas las masas por las promesas de ese sueño 'social' acostumbran a obedecer."

"Y conjeturo que el Nazismo fue la culminaciónb -según las circunstancias de aquella época- de la Democracia de masas basada en la negación de principios liberales, en su conversión en Social, y estructurada sobre la idea de que la voluntad de la mayoría es ilimitada."

"El extravío supremo y devastador se sutenta en el concepto de que la Ley es la expresión del mandato -del expreso mandato- de la voluntad popular, y que por lo tanto puede ser cambiante; esto es, que puede modificar el Imperio de la Ley -el Rechtsstaat-, que puede vulnerar la serie de principios, leyes y libertades fundamentales que no son el producto de ningún legislador, sino credas por la evolución de la Humanidad y que han de ser intocables como Derecho Natural."

"Para el Estado moderno y sus legisladores, la soberanía popular, por el contario, puede ser ilimitada. Y ese es el nido de los totalitarismos. Ya Montesquieu alertó sobre el inmenso peligro que supone confundir 'el poder' del pueblo con la 'libertad del pueblo'. Pero como muy bien escribe Hannah Arendt, los dirigentes totalitarios gobiernan y se afirman con el apoyo de las masas..."

"Como muy bien dijo Lord Acton: la más sublime oportunidad que alguna vez tuvo el mundo se malogró porque la pasión por la igualdad hizo vana la esperanza de libertad."

EEl mundo estaba infectado de la enfermedad letal que cree que es posible la Democracia sin Leges Legum (como advirtió Cicerón), sin darse cuenta de que sólo la defensa de la intangibilidad de las libertades impide la muerte de la Democracia, su conversión en Totalitarismo, y que esa defensa no admite otro camino que la barricada de un gobierno de la Ley y no el de cualquier ciudadano ni el de la mayoría de ellos con poder ilimitado."

"No es síntoma de debilidad democrática lo que sucedió en Alemania. No se resistió a la Tiranía porque era precisamente ese totalitarismo intervencionista lo que estaba en la sangre y en la médula de esa Democracia, y fue su culminación como Democracia Social.
La terrible pregunta: ¿Puede la Democracia limitar las libertades que permiten a sus ciudadanos elegir a un tirano y destruir la Democracia?, no pude contestarla la Democracia de Masas. O aún peor; la respuesta sería: No."

"En una Democracia es justo lo que la mayoría considera justo; el poder legislativo como expresión de la voluntad popular -del Todo- ejerce una soberanía total. No es de extrañar que este engendro encontrase tanto eco en los EE.UU. Esa voluntad puede cambiar leyes que han de ser intocables, y el propio déspota puede intoxicar al pueblo con un ideario que le será devuelto como Voluntad General."

"Cuando la sociedad olvida que la Democracia sólo es un medio de evitar la tiranía, de limitar y substituir un gobierno sin violencia, y que la única garantía de la Libertad es el Imperio de la Ley, el equilibrio de poderes y su moderación, y que la soberanía popular exacerbada no es sino otra Tiranía; cuando se olvida que no es la soberanía popular sino las instituciones con suficientes medios para impedir la tiranía, lo que garantiza la Libertad; cuando la Democracia se convierte, vía voluntad general, en la fuerza original de la Justicia, ésta está arruinada."

"Cuando un pueblo espera del Estado su protección, aceptará el crecimiento del poder de ese Estado, pues en él deposita sus esperanzas de felicidad."

"Era el triunfo absoluto de las masas pacificadas levantado sobre el odio a las clases altas y a la inteligencia basado en la liquidación de la Libertad y la excelencia."


En estas últimas citas está la clave. Los individuos hemos perdido el sentido y la responsabilidad de nuestra propia e intransferible existencia, confiando en el Dios Estado el deber de nuestra felicidad y de nuestra humanidad. Se ha perdido el sentido de la realidad humana, finita y sin precio, y se nos oculta, nos ocultamos, que la vida, la de cada cual, es una esforzada y agridulce batalla sin fin. Amansados y entontecidos experimentamos lo que el Estado -que se rige por sus propios motivos de perpetuación del poder y de las clases dirigentes- desconocemos lo que significa la individualidad y la libertad.

martes, 22 de enero de 2008

22 de Enero de 2008

Diagnóstico, niño. Tratamiento, fugaz e inútil, las novelas ejemplares de Cervantes, el quintocolumnismo de Arcadi Espada, algo de José Luis Cano y, posiblemente lo más aprovechable, el 'Sieg Heil' de J.M. Álvarez. Ya hablaremos.

Posdata, con mala conciencia; tengo abandonado 'El hombre rebelde'. En breve vuelvo, así lo espero, a lo mío.

jueves, 10 de enero de 2008

Alma

En la época de la ciecia y la tecnología, la muerte de sujeto, o más bien del hombre, ha de significar el triunfo del horror o de la imbecilidad. Por muy desfundamentable que sea el sujeto platónico o el cartesiano más allá de ellos sigue existiendo lo que antes de ellos ya existía, sigue habiendo la inevitable experiencia de cada alma, de cada existencia. Pero que el lenguaje no nos engañe. Se trata de una experiencia de otro tipo al platónico y al cartesiano, más cercana a la poesía y sus nieblas; sin dios ni atributos divinos que palneen por encima de la propia experiencia. Una humilde indigencia que nos trae de vuelta a la tierra y a la propia intimidad.

miércoles, 9 de enero de 2008

De León Felipe, porque me apetece

Porque me apetece os paso un par de fragmentos de León Felipe, y más bajo algún poema suyo.


"Un poema es un testamento sin compromisos con nadie y donde no hay disputas ni con el canónigo ni con el regidor. Donde no hay política. A la hora de la muerte, no hay política. Ni polémica tampoco. Polémica ¿contra quién? Como no sea contra Dios… Porque delante del poeta no están más que el misterio, la Tragedia y Dios. Detrás quedan los obispos y los comisarios. Y para tener polémica con ellos tendrían que dar un paso hacia delante y tirar la mitra y los galones. El poeta va descubierto y sin adjetivos. Es el hombre desnudo que habla y pregunta en la montaña, sin que le espere ya nadie en la ciudad. Habla siempre del círculo de la muerte y lo que dice, lo dice como si fuese la última palabra que tuviera que pronunciar. La muerte está tumbada a sus pies cuando escribe, esperando a que concluya. Y cuando ya no tenga nada que decir, nada que confesar, la muerte se pondrá de pie y le dirá, cogiéndole del brazo: ¡vámonos!. (…) Las tribunas proletarias y los púlpitos no son más que guillotinas del amor. Del amor que el poeta salva día tras día de la rueda mecánica de las oratorias y de la bocina de las propagandas. El poeta va recreando con su angustia viva, las esencias vírgenes que matan sin cesar el político y el eclesiástico, esos hombres que piensan que ganan todas las batallas y dejan siempre seco y muerto el problema primario de la justicia del hombre.
Cuando todas las demagogias han manchado de baba las grandes verdades del mundo y nadie se atreve ya a tocarlas, el poeta tiene que limpiarlas con su sangre para seguir diciendo: aquí está todavía la verdad. ¿Por qué no hay zapatos para todos?. Las biblias las hacen y las renuevan los poetas; los obispos las deshacen y las secan; los políticos las desprecian, porque piensan que la parábola no es una herramienta dialéctica."



***********
Fórmula de Prometeo.
"Por hoy y para mí, la Poesía no es más que un sistema luminoso de señales. Hogueras que encendemos aquí abajo, entre tinieblas encontradas, para que alguien nos vea, para que no nos olviden. ¡Aquí estamos, Señor!
Y todo lo que hay en el mundo es mío y valedero para entrar en poema, para alimentar una fogata. Todo. Hasta lo literario, como arda y se queme.
Y no vale menos un proverbio rodado que una imagen virginal; un versículo de la Revelación que el último slang de las alcantarillas. Todo buen combustible es material poético excelente.
(…) Esta es mi estética, vieja y perdurable aún. Vieja porque fue escrita antes de la tragedia actual del mundo, y perdurable porque dentro de las tinieblas de esta tragedia me sigue pareciendo la única: la estética de un barco perdido entre la niebla. Hoy más que nunca es para mí la Poesía fuego organizado, señal, llamada y llamarada de naufragio. Y todo buen combustible es material poético excelente. Todo. Hasta la prosa. La prosa aquí, ahora, no es ni excipiente ni exégesis tan sólo. Es un elemento poético que gana calidad no con el ritmo sino con la temperatura. La línea de la llamada es hoy la línea organizadora y arquitectónica del poema. El fuego tiene ahora una lógica y una dialéctica propias, lo mismo que la razón. La imagen vale tanto como la ley, pero la imagen encendida. La Poesía de esta hora, para ganar un lugar en la avanzadas del conocimiento, no ha de ser ni música ni medida, sino fuego."
********
EL HACHA (Elegía española)

A los caballeros del hacha,
a los cruzados del rencor y del polvo…
a todos los españoles del mundo.

¿Por qué habéis dicho todos
que en España hay dos bandos,
si aquí no hay más que polvo?

En España no hay bandos,
en esta tierra no hay bandos,
en esta tierra maldita no hay bandos.
No hay más que un hacha amarilla
que ha afilado el rencor.
Un hacha que cae siempre,
siempre,
siempre,
implacable y sin descanso
sobre cualquier humilde ligazón:
sobre dos plegarias que se funden,
sobre dos herramientas que se enlazan,
sobre dos manos que se estrechan.
La consigna es el corte,
el corte,
el corte,
el corte hasta llegar al polvo,
hasta llegar al átomo.
Aquí no hay bandos,
aquí no hay bandos
ni rojos
ni blancos
ni egregios
ni plebeyos…
ni plebeyos…
Aquí no hay más que átomos,
átomos que se muerden.
España,
en esta casa tuya no hay bandos.
Aquí no hay más que polvo,
polvo y un hacha antigua,
indestructible y destructora,
que se volvió y se vuelve
contra tu misma carne
cuando te cercan los raposos.
(…)
Español,
más pudo tu envidia
que tu honor,
y más cuidaste el hacha
que la espada.
Tuya es el hacha, tuya.
Más tuya que tu sombra.
Contigo la llevaste a la Conquista
y contigo ha vivido
en todos los exilios.
Yo la he visto en América
-en México y en Lima-
Se la diste a tu esposa
y a tu esclava…
y es eterna maldición de tu simiente.
Tuya es el hacha, ¡el hacha!,
la que partió el Imperio
y la nación,
la que partió los reinos,
la que partió la ciudad
y el municipio,
la que parte la grey
y la familia,
la que asesina al padre.
-¡Alvargonzález,
Alvargonzález, habla!-
Bajo su filo se ha hecho polvo
el Arca,
la casta,
y la roca sagrada de los muertos,
el coro,
el diálogo
y el himno…
el poema,
la espada
y el oficio…
la lágrima,
la gota
de sangre
y la gota
de alegría…
Y todo se hará polvo,
todo,
todo,
todo…
polvo con el que nadie…
¡nadie!
construirá jamás
ni un ladrillo
ni una ilusión.
(…)
Nadie tiene aquí lágrimas…
¡pero tampoco risas!
Aquí no hay lágrimas
ni risas…
Aquí no hay más que polvo.
¡Quitaos esas máscaras!
Nuestro símbolo es éste: el hacha.
Marcaos todos en la carne del costado
con un hierro encendido,
que os llegue hasta los huesos
el hacha destructora…
Todos,
Diego Carrión,
Pero Bermúdez,
todos…
El Hacha… es la divisa.
Y vamos a dormir,
a descansar en el polvo,
aquí,
en el polvo y para siempre.
No somos más que polvo.
Polvo,
polvo,
polvo…
Nuestra es el hacha,
el hacha y el desierto…
el desierto amarillo
donde descanse el hacha,
cuando no queda ya
ni una raíz,
ni un pájaro,
ni un recuerdo,
ni un hombre…
España,
¿por qué has de ser tú madre de traidores
y engendrar siempre polvo rencoroso?
Si tu destino es éste,¡que te derribe y te deshaga el hacha!.
****
Al principio de mi antología (ahora en reconstrucción) del gran poeta zamorano, escribí hace ya demasiado lo siguiente... me sigue pareciendo acertado: una metafísica y una mecánica del llanto necesario. Una estética de la meditación y la clara y a veces monótona exposición. Un posicionamiento político de la justicia y de la libertad más primarias; una política de antes de las ideologías profesionales y de los profesionales de la política y la religión. De antes de la teología, de cuando algunos hablaban de verdad con Dios. También un hondo e insuperable amor y desprecio a lo español como mediocre posibilidad histórica y antropológica.
Todo esto llama la atención en los versos de este afanoso –irónico e inquieto- castellano sin patria que el destino y nuestro cainismo llevó a América.
Los manuales de historia y crítica literaria, demasiado cabalísticos y apresurados, no sitúan a León Felipe ni en la del 27, ni en las de antes ni después. Ahí lo dejan, un poco después de Miguel Hernández y antes de Celaya y Otero (¡!)

La pesadilla del filósofo honesto

El bello sueño, que es el reverso de su pesadilla, del filósofo honesto (que los hay, y yo conozco a alguno) que sabe que la razón, en tanto conciencia, es , por mucho que les deba en su continuo autopensarse, anterior a las palabras, que pueden ser sólo ruido o incluso peligroso ruido.
Que la razón puede razonar irracionalidades. Que la razón, pienso yo, ha de saberse antes que nada un sentimiento y una voluntad... pero no me repetiré con esto...

¿Es posible salir de este demencial laberinto de las falsas o las vacía palabras constituidas en razones indiscutibles? En alguna medida, o puede que en gran medida, es posible, así quiero pensarlo, a nivel personal o de pequeño diálogo casi privado. No veo, como siempre mea culpa, una mejora sustancial de la especie a corto o medio palzo. ¡Ser, hasta inconscientemente, unos trápalas del lenguaje y el pensamiento, dogmático y sociopedagógico, resulta rentable! La decencia y la pobre intimidad, no.

El hombre rebelde I

"Hay crímenes de pasión y crímenes de lógica. El Código Penal los distingue, asaz cómodamente, por la premeditación. Vivimos en la época de la premeditación y del crimen perfecto. Nuestros criminales ya no son aquellos jovenzuelos desarmados que invocaban la excusa del amor. Por el contrario, son adultos, y su coartada es irrefutable: es la filosofía, que puede servir para todo, hasta para transformar a los crimaneles en jueces. (...) Desde el momento en que, falto de carácter, corre el criminal a buscarse una doctrina, desde el momento en que se razona el crimen, prolifera como la razón misma, toma todas las figuras del silogismo. De solitario que era, como el grito, se ha hecho universal, como la ciencia. Juzgado ayer, hoy dicta la ley".

Así es como comienza Camus 'El hombre rebelde'. Él se refería a los totalitarismos explícitos y también a los menos evidentes, a los que asesinan a muerte y a los que asesinan entontenciendo y desdignificando a los ciudadanos. Su actualidad es absoluta.

Hoy comienzo la relectura de este libro. En un volumen nuevo (sin subrayados ni páginas señaladas). Espero que me sea tan iluminador, y que de algún modo me tonifique, como hace unos años. Les tendré informados.

Pd. De algún modo, la cita de arriba es una especie de primera respuesta o comentario a la última entrada de Autoficción.

martes, 8 de enero de 2008

Un libro sobre Wittgenstein

'Ludwig Wittgenstein' de Norman Malcolm, con esbozo biográfico de von Wright (Mondadori, 1990). El original inglés es de 1958. Ni es un manual sobre la filosofía, o las filosofías, de W. ni es una documentada biografía al uso. Ambos conocieron y trataron a W. y lo que hacen es recordarnos brevemente su relación con él. Las 57 cartas de W. a Malcolm son un testimonio del carácter, pero no de la filosofía, del biografiado. El libro es en definitiva una paráfrasis de estas cartas, que aparecen al final, y cuya lectura justifica el ensayito.
El libro es válido porque se lee muy rápido y te cuenta algunas cosas en primera persona de Wittgenstein, pero en absoluto explica, porque no es necesario para el fin propuesto (aunque sí aparezca como una de las preocupaciones esenciales del filósofo austriaco), ni el positivismo lógico del Tractatus ni el giro pragmatista de las Investigaciones. Eso que le agradecemos a Norman Malcolm. El librito nos da una imagen del carácter 'místico', 'recto', 'introvertido', 'difícil'... 'noble', 'veraz' y hasta 'puritano' de Wittgenstein.

Llaman la atención algunas de las 'cosas' de W. Que repartió su herencia para evitar a los falsos amigos, que participó mínimamente en la vida académica, a la que aborrecía (decía que a los profesores les pagaban para engañar a los jóvenes), que era un lector de pocos y periféricos libros, ente los que destaca San Agustín, que le interesaba vívamente la mecánica... y fundamentalmente que se exigía y exigía a los demás el máximo de claridad y precisión a la hora de hablar de los asuntos intectuales. La claridad lingüística aclararía muchos de los irresolubles problemas filosóficos. En un sentido esto es verdad, por cuanto muchas veces escondemos en un lenguaje farragoso y técnico nuestra irreconocible ignorancia (y nuestra bajeza moral), pero es también excesivamente ingenuo al creer que ciertas cuestiones irresolubles son en gran parte aligerables mediante un uso más correcto del lenguaje. ¡No todas los problemas filosóficos son un problema del lenguaje, ni mucho menos es el lenguaje el problema fundamental de la filosofía!

Junto a la filosofía, el pensar conciencudo y reflexivo como modo de vida, habla W. de la posibilidad de la mística, que es como un estar y contemplar desnudos el mundo asombrándonos de la existencia misma de las cosas y del propio hombre. Este estado excepcional del alma es honesta y positivamente comentado (y añorado o envidiado) por Wittgenstein.

lunes, 7 de enero de 2008

La casa del poeta

Se trata de un cuentecillo que escribí hace unos años. Supongo que este cuaderno es el lugar de exponerlo, y si no, ya me lo diréis.



Señor juez, me llamo Fermín Sánchez, tengo 38 años y quiero confesarle el asesinato la otra noche del poeta Manuel Larrollo. Ha sido un acto conscientemente decidido, premeditado e inevitable. Le disparé a bocajarro con esta misma arma que ahora acaricia mi sien y que pronto la abrasará. No trato de justificarme en ningún sentido; no estoy arrepentido ni pido perdón a nadie por aquello. Sé bien que mi conducta no tiene ninguna excusa legal o moral, pero humanamente no me quedaba otra alternativa que la que cumplí. No soy culpable en ningún sentido; de nada, ni de esto que le confieso en particular. Al menos dos razones explican el suceso, pero mi único móvil ha sido la venganza. Lo que definitivamente me decidió a acabar con la vida de Larrollo (que ciertamente ya lo había deseado y trazado durante años, pero de un modo fantástico, sin intención real de nada, sólo para complacerme y aquietarme), lo que verdaderamente decidió el destino de ese hombre, señor juez, fue que me robara. Lo confirmé la pasada semana en su último y aplaudido libro de poemas ; le aseguro que esos versos son míos, yo los compuse hace más de quince años, y que él me los robó, para publicarlos ahora con su propio nombre.
Si escribo estas notas es sólo con la voluntad y la esperanza de acabar con el renombre y la gloria de este crápula estafador. Me he atormentado en el recuerdo de mi trato con él, y me desespera la inmortalidad que tal vez le otorgo al martirizarlo. Pero como le digo, todo esto es inevitable. Suicidándome sólo persigo hacer más creíble mi historia.
En mi juventud fui voraz lector de rimas. Yo mismo me creí poeta. Aquello ya pasó hace mucho, y hoy es sólo el doloroso recuerdo de una ingenua y cándida pasión. Mientras devoraba aquellas palabras mágicamente encadenadas en frases cortadas, gustaba de imaginar y reconstruir la figura del inspirado espíritu que las había hallado y que me las traía desde un mundo soberano como invitación a su vida pura, errante y genial. Eran pues los poetas, al menos la idea fabulosa que yo de ellos deseaba y me había inventado, y no solamente sus versos lo que a mí me seducía. Pero todo esto pasó cuando conocí a Manuel Larrollo, renombrado ya entonces y hoy canonizado por los voceros y las editoriales.
Una barba grande y robusta, fértil en todas las direcciones ; unas largas y limpias greñas cobrizas encopetadas con una gorra negra de montería ; un bohemio vestir y portar medidamente desaliñado y desgarbado ; todo esto en un inmenso y efusivo cuerpo humano. Esta era su estampa entonces. En aquella barra bebimos y bebimos insaciables del mejor güisqui hasta la madrugada. Larrollo hablaba sin parar de todas las cosas, hasta de las cosas nuevas que él inventaba al decirlas. Yo lo escuchaba con todo mi atontado y esponjoso ánimo, que él desde el principio descifró; rendido y a su merced. Presa fácil. Yo no quería ni podía resistirme, y cuanto de sus labios salía me parecía excepcional y rotundo. Si sus explicaciones antojaban incoherentes, yo achacaba a mi sobrada lógica el error. Si él discurría banal, yo maldecía mi impermeable superficialidad. Eternamente en aquella barra en su compañía y haciendo mías sus palabras, allí hubiese querido morir.
Sobre servilletas yo garabateaba frenético mis rimas, algunas recordadas y otras improvisadas, que él leía y guardaba en el bolsillo de su gabán. Casi siempre asentía. Me animaba y me encendía.
Casi amaneciendo abandonamos el último local. Luego lo acerqué en mi coche hasta su casa, y allí insistió en una última copa de un licor que reservaba para ocasiones muy especiales. Agradecido acepté. Era una magnífica mansión en el barrio alto y residencial ; el “séptimo cielo” la había bautizado. Subimos por una soberbia escalera de piedra turca que tajaba su bien cuidado y frondoso jardín y que nos condujo hasta la puerta del castillo. Entramos y me acomodó en un amplio e insinuantemente iluminado salón. Los materiales más nobles y los aparatos más sofisticados hacían la sala verdaderamente acogedora. Me sentó en uno de esos sofá bajos, de piel y sin respaldo, casi un diván, mientras él se dispuso a preparar la bebida. Yo observaba la exquisita decoración de la sala con temas tan dispares ; en sus paredes y anaqueles armonizaban lo egipcio con lo abstracto, y la madera con el cristal, el metal y el mármol. Mentalmente continué construyendo metáforas y encajando palabras y silencios. En aquel momento hubiese agotado todas las combinaciones del idioma y hubiese acabado con la poesía. Todo ese torrente lo fui estampando sobre unas cuartillas que Larrollo me había señalado; “para apresar a la musa, si vuelve”, me había dicho descuidado.
Cuando regresó, sólo una túnica azulada lo cubría. Se sentó junto a mí, cogí la copa que me acercaba y repasó mis cuartillas, que rápidamente insertó entre las páginas de un voluminoso libro que reposaba en una mesita cercana. Bebimos. Ahora era yo quien más hablaba : al principio de mi felicidad y gratitud hacia él, de lo elevado de su arte y de la modestia del mío... y después sólo balbuceé sobre la poesía y los aedos de otros tiempos. Sus manos me acariciaban mientras él me prometía... yo, inmóvil, prisionero de mi propia conciencia despojada de sí, lo escuchaba muy lejano. Me hablaba de sus amigos importantes y de los grandes editores ante los que me apadrinaría. Me desnudaba. Me besaba y manoseaba por todo el cuerpo. Le bastaba un pequeño esfuerzo para vencer cualquier tentativa de resistencia por mi parte. De espaldas sobre aquel tálamo lloré en silencio mientras él me penetraba animalmente y culminaba su noche. Lo que aquella vez pensé y sentí, y lo que realmente perdí, es algo que nadie sabrá jamás... pero esos versos, señor juez, son míos.

Ideas de Platón en blanco y negro

El mundo de las Ideas platónico -así como todos sus remedos, que son incontables- es un artefacto bastante tosco como para ser modelo, aun en la distancia, de la racionalidad. El platonismo supone no sólo la inteligencia de la razón sino la mágica inteligibilidad de la realidad, siendo la inteligencia la demostración de la inteligibilidad del Ser y ésta la de la inteligencia del alma. Bastante evidente y fácil. Es el espíritu, la voluntad y sentimientos platónicos, lo que sí llama la atención y constituye un invencible motivo para la reflexión y el 'buen' hacer. El deseo del orden, del cosmos, es la imagen filosófica del miedo más primitivo al caos. Esto no es invención de Platón ni de los griegos, sino que posiblemente tal ingenuo creer y pensar se halla en la estructura misma de nuestro cerebro. Del mismo modo que los pulmones no pueden no coger y expulsar aire, la razón humana no puede no suponer e inventar mundos posibles. Ya en las cavernas éramos así.
El color y el tono, lo inapresable de la existencia, no es un atributo de las Ideas; ¿cómo iba a serlo si precisamente es el miedo a la inabarcable e infinitesimal realidad lo que nos ha hecho hablar de las Ideas? Una razón incapaz de los matices, incapaz de ponerse al servicio de los sentidos, los sentimientos y la voluntad humana no es más que una propedéutica de la racionalidad. Es verdad, ¡qué le vamos a hacer!, que los sentimientos y voluntad humanos son confusos y paradójicos, bastante más caóticos de lo que el platónico quisiera, pero no hay otra que admitir tan vertiginosa realidad. La libertad, con esto acabo, sólo es pensable en este escenario, interno y externo, caótico. La individualidad, el arte y la justicia política han de ser posibles, hasta donde sean posibles, desde el reconocimiento de esto que decimos. La lucha contra los malos instintos y contra el dogmatismo no pueden obviar sino que han de partir de tan innegable realidad vaporosa, polifónica y multicolor del hombre y el mundo.

Compasión II

Me ha dicho Arthur Host, y yo no le he entendido, que

Compasión es ver al otro sin los odios aprendidos
y sin los miedos aprendidos,
contemplarlo -que es la única forma de entenderlo-
inmenso y derrotado
(esa forma inaprehensible de la inmensidad,
como definir una pintura o un poema o unas
bellas nalgas).
Derrotados, las miradas cruzadas,
sabiendo que el tiempo,
ese mientras tanto que nos han arrojado
a la cara y sobre el lomo,
es sólo nuestro y de nadie más.
Compasión es vencer la muerte
venciendo esa vida inhumana
de la que solemos presumir.
Compasión es no tener miedo a los espejos
ni a los grandes enigmas.
La compasión ocurre, como un amansamiento,
sin que tú te lo propongas ni lo argumentes,
cuando descubres -ya lo dijo Gil de Biedma-
que nacer y morir son el único argumento
y que siempre estamos a mitad de la obra.
***
También me ha explicado el amigo Host que la vida es cobarde y traicionera, y muy peligrosa, que siempre te muerde, te parte y te saja. Y que no hay prevención posible, y que saber esto es la mayor trampa.

Compasión

Del cristianismo sólo me queda la compasión. Pero creo que ésta es anterior a cualquier religión y moral. Diría más; la verdadera compasión (ese sentimiento lúcido y casi feliz de sabernos todos una 'injusta' nulidad cósmica, y que nos podría permitir estar y ser con los demás humanamente), la verdadera compasión, digo, surge cuando no hay ninguna fe o esperanza ultraterrena que la justifique. Precisamente la comprensión sentimental de este enigmático vacío y la placidez que conlleva ("somos hombres, y esto es lo que hay") es la negación de cualquier religión.

domingo, 6 de enero de 2008

Aclaración sobre sentimientos e instintos

Seré muy breve. El dogmatismo, el fanatismo, la molicie, el egoísmo, el materialismo grosero, y demás enemigos de la racionalidad humana posible y deseable yo los entiendo como lo instintivo, porque nos acercan a la bruta animalidad selvática, y su órgano serían el estómago y los genitales. En cambio, cuando hablo de la voluntad (que radica en el hígado) y de los sentimientos (en el corazón) me refiero a eso que además de la razón nos convierte en seres humanos.
Entiendo que está el problema de cómo hacer que esta voluntad y sentimientos sean siempre positivos y no destructivos de lo humano. Cuestión abierta, lo reconozco. Pero esta dificultad no justifica dos errores que suelo apreciar en mis amigos ilustrados. No deben confundirse los sentimientos y la voluntad con los instintos, y, en segundo lugar, no ha de dejarse sola a la razón -en su formalismo propiciador del diálogo- al timón del barco social o personal.
El solo formalismo -Kant, Habermas- es presa fácil -a los hechos me remito- de todo dogmatismo bárbaro y deshumanizador.
La razón y su desarrollo formal (las sagradas leyes del respeto y el diálogo) no son nada si no están al servicio de la voluntad de ser hombres (no bestias, ni pirañas ni bueyes) y el sentimiento de la compasión.
Decir todo esto de nada vale, ya lo sé. Soy escéptico al respecto de la posibilidad de la educación de los ciudadanos. Pero es hasta donde sinceramente puedo llegar en esto de la polis posible.

Pd. De Sócrates siempre se ha dicho que la fortaleza de su personalidad es la debilidad de su filosofía.

Ilustración y democracia

Hay ciudadanos muy capaces y decentes que se empeñan en combatir la imbecilidad con la razón. ¡La Ilustación tiene sus límites! Los que marcan el corazón y los instintos (el azar y el ADN) de muchos -me temo que la mayoría en nuestra confortable sociedad. Ninguna ilustración cambia el carácter, o lo hace muy lentamente -entiéndase a varias generaciones vista.
Es cierto que el germen ilustrado está ahí y que hay que defenderlo de la canalla animalizada en que nos hemos convertido, pero me temo que ninguna fórmula interilustrados es suficiente. Más aun, puede que sea otra coartada para tanta dañina simplicidad. No digo esto contra nadie, y bien saben los dioses lo que aprecio los esfuerzos de tantos, pero, ya les digo, no es esta la vía. Hacer real la democracia sería el inicio de la solución, pero, y aquí va lo políticamente incorrecto, una verdadera democracia es exigente, muy exigente, y que se bajen del carro quienes no estén a la altura.
Algo así, pero sin tener que enfrentarse al prejuicio de nuestra democracia facilona, debió pensar Kant. La propuesta kantiana es actualizable y mejorable desde Habermas, por ejemplo, y desde el existencialismo (el hombre rebelde Camus), pero a la fecha actual la propuesta kantiana de la libertad política posible como efecto de la libertad moral real no ha sido superada por ninguna otra.
¿Entienden ustedes por qué no quiero hablar de cuestiones políticas y sociales, ni caer en el rodeo de la politología y la sociología? Mi opción personal, que no contradice lo ya dicho pero que tampoco lo desarrolla, es más introvertida, como la del helenismo, la del 'ideal del sabio', a ser posible el epicúreo. Igual llegan tiempos mejores en que la racionalidad y los nobles sentimientos son posibles y caen sobre algo más que endurecidas y complacidas cáscaras.

jueves, 3 de enero de 2008

Lecturas heteróclitas, demasiado heteróclitas

Azorín, el superficial y placentero Azorín. Delicioso; el placer de la lectura. También alguna biografía suya; tengo la de Fernández Pombo y la de José Alfonso. Flojas pero legibles. Sin pretensiones. Busco la de Gómez de la Serna y la de Granjel. Releer muchas cosas suyas y descubrir otras.
Epistolario de Cernuda con Cano. Releer y rehacer mi antología de Cernuda.
León Felipe. Retomarlo con una cierta seriedad.
Savater, soporífero, a trancas y barrancas (ya sé cuál es la tarea del héroe).
A hecho con Borges. 'El hacedor', 'Elogio de la sombra', 'El Aleph', 'El libro de arena', 'La moneda de hierro', etc.
Juan Luis Panero. Ya lo leí casi entero, pero encontré de saldo sus poesías completas y es la ocasión de volver a él.
'Ovejas negras' de Azúa; un par de artículos son geniales: 'Mundos abiertos mundos cerrados' y el 'epílogo'.
¿'República' de Platón? Me tienta. Lo recuerdo árido pero con páginas magníficas. Además, me ahorraría muchas lecturas idiotas.
Cioran, siempre Cioran. A la cola de espera, abusando de su fidelidad. 'El ocaso...' y 'De lágrimas y santos' son la mejor introducción. La antología de Savater es muy floja e interesada, cosas de la época. Olvida la dimensión poética y metafísico/religiosa del rumano que son posiblemente lo más clásico que tiene.
Camus. releer 'El mito de Sísifo' y 'El hombre rebelde'. Leer -aún no lo he hecho- la biografía de Lottman.

Pregunta innecesaria. Todo esto, y más, para qué. Ya me micro-microaclararé.

Propósitos

La imposibilidad de un proyecto, acaso la necesidad de pequeños micro-microproyectos de lectura, a no más de 15 ó 20 días vista. El temor de que el suplicio del descreimiento se vuelva alguna vez intolerable y caiga entonces en los dorados brazos de alguna fe. La fe como motivación egoísta. El tema central, tan evidente, ya zanjado (y no por dogmatismo, sino al contrario por honestidad, y acaso por mis escasas luces y voluntad) y con él frustradas casi todas las pequeñas evasiones. El reducto del mero placer, ahora encontrado en la lectura heteróclita y poco exigente.
No deseo enmienda alguna, pues nada es enmendable, y según se mire hasta resultaría perjudicial; la vergüenza y el cansancio como límites de la acción y los buenos propósitos. Sería demasiado evidente el absurdo y la mediocridad si me decidiera en alguna dirección.
Disfrutar de la lectura. Disfrutar menos profundamente que el gran Epicuro, pero siendo el placer humano el único norte. La paz, la tranquilidad, también la paz es añorable.

Propósitos posibles y deseables (a 15 ó 20 días vista): releer y releer, escuchar un poco a Arthur Host, aprovechar más la soledad, ir tirando... No sé, ya todo esto me parece estúpido y pretencioso. Hasta luego.