domingo, 30 de noviembre de 2008

Cosillas...

...que se me han ocurrido leyendo a Orwell:

El sistema educativo, cualquier sistema educativo mínimamente institucionalizado, sólo es capaz de crear 'imbéciles aplastados' o guerrilleros impotentes y desorientados. tengo la certidumbre de que esta reflexión tiene un alcance universal.

La vejez comienza cuando descubres, no intelecual sino desde las entrañas, que tu tiempo no es ilimitado. Cuando descubres que has perdido en el pulso que echabas a no sé qué fantasmas, o que la partida de ajedrez era una celada.

En un momento dado -creo que a los 17 ó 18 años, al menos en mi caso- has dejado de hacer cosas realmente importantes para mí mismo para no realizar ya más que tareas u oficios incalificables o loables pero como de relleno para pasar el tiempo.

Genios y fracasados son los extremos indeseables de la santa y afortunada mediocridad. Digo más, prefiero, porque es más humano, más real, el fracasado que el genio. El primero no puede disimular, el segundo normalmente lo hace.

Existe la profesión, demasiado bien remunerada económica y moralmente, de 'progresista'. El espíritu ha caído en las garras del mercado y los instintos más rastreros. Preferiría que siguiese en poder de una élite incomprendida y hasta repudiada. Incluso en manos de la Iglesia o la Universidad alemana.

Después de los nazismos, comunismos y otros fanatimos sólo es posible una sociedad administrada. Desértica. Nuestra democracia capitalista y hedonista, en nombre de la libertad, han conseguido lo que los totalitarismos no alcanzaron en la Guerra. Hitler y Stalin no son sólo los dos últimos sátrapas asesinos que ha producido la historia, sino que son un intento consciente de abolir la historia y la individualidad. El peligro es que la tecnología y mansadumbre actuales hacen que sus intentonas no necesiten repetirse, incluso pueden ser públicamente repudiadas, para triunfar.

Domingo de nieve

Nada de lo que buscaba estaba en la Picaso. ¡Lo sabía! En la Babel hubiese tenido más suerte. Pero algunas cosillas encontré. De Orwell, en Tusquets, 'Mientras exista...', no recuerdo bien. 'Almas muertas' de Gogol. También -¡todo por 3 euros!- dos libros bien encuadernados de Octavio Paz y dos revistillas de hace 50 años, del tipo del Readers Digest.

A las 6 y media de la mañana, paseando por O. -cerca de G.- nevando. Peligo, ¡la edad!, de fuerte enfriamiento pero... ¡que paseo hasta El Barranco, la cafetería más madrugadora de O.! Allí, las estúpidas historias del fútbol y mis servilletas. Al tercer café, el último descafeinado, volví a la realidad... calle luminosas y sin rastro de la ventisca...

Servilletas: nada en especial. Un extraño relatillo -en letra ilegible e irrecuperable- sobre no sé qué estúpido inventor y su dadivosa esposa. Nada, ya todo olvidado.

Fe de errores: el título de la obra de Orwell es 'Que no muera la aspidistra', original de 1936.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Jardín

"Los frutos amargos me retiraron al castillo interior: qué más puede pedir el inexistente, reducido de alma encarcelada y verdadera a la condición última de ghost in the machine. Poblé una de las salas del ala norte, allí donde nunca da el sol y el aire está muerto para siempre, de unos espejos que me hacen de compañeros. Las figuras que así me acompañan, tan frías y severas como yo, porque todos hemos venido a ser ramas secas del árbol caído, son las destinatarias de mis palabras. Forzando, además, un poco la voz, el sonido reflejado en la superficie me devuelve, sólo un poco debilitado, lo que yo comunico. Ellos, los espejos, y ellas, las figuras, sostienen lo mismo que yo. Así que estoy en lo cierto, en mi reino llamado Tautología." (Mala influencia docta y ética dixit)

Un único comentario. Tienes razón, fantasmas perdidos en el tiempo. El Universo es demasiado frío y la vida no llama a algunos a ninguna ocupación más cálida. Solución (transitoria y muy deficiente, pero la única que honradamente puedo decir): ¡vente al Jardín, que como sabes no es un edén sino un pequeño huerto en el corazón del más despiadado artefacto que el Universo ha creado, la cultura occidental!

Otro comentario. No pienses demasiado filosóficamente lo del 'jardín' . Quédate con la idea y dilo a tu modo.

Otoño

La vida es el otoño
más largo que se recuerda.
Cuando muramos,
que es un verbo muy lento
y que se declina dulcemente,
como se consume un buen leño,
cuando vayamos muriendo,
te digo, los sobrevivientes
seréis más sabios,
tal vez sin saberlo.
.
Iréis quedando, no os quedará
otro remedio, a solas en vuestro corazón
exháusto y la otoñal memoria
pero a salvo de los zarpazos del tiempo.
.
Sí, otoño es la estación más dulce,
dijo Elliot,
la más venenosa
dijo Panero.
.
No son las ocres hojas callendo
la mejor imagen de la vida,
sino cada vida -fugaz
y pesado ir sin llegar a parte alguna-
lo que nos hace maravillarnos
del árbol pelado y puro.
.
Dulce y atroz el otoño
como un inmenso crepúsculo sin noche
donde descansar.
.
Ya lo dijo Elliot y lo dijo Panero,
que el otoño es especial e indomable.
.

Sábado 29

En el cultural del ABC de hoy: nada. Alguna referencia a alguna novedad. Tal vez el tomo de 1500 páginas, no estoy seguro si inéditas, de Borges; un Borges, según Marai -¿qué pinta aquí Marai?- envenenado por su ceguera.
Los poemas que aparecen, como casi siempre, a la moda y sin valor. Y de vergüenza las listas de lo más vendido; en poesía, ficción y no ficción.
Fuera del cultural, en el mismo ABC, dos poemillas de Juan Pablo II; intelectualmente aceptables (la libertad imposible e irrenunciable, el mal en el mundo como obra de todos, nadie es realmente inocente...) pero formalmente flojos. Creo que es la traducción, que para esos pocos versos es infame.

A otra cosa. Veré si puedo encontrar hoy, creo que en Acantilado, algo de Bud Schulberg... no se más. ¿Alguna información o sugerencia?

viernes, 28 de noviembre de 2008

Pseudocinismo (el cinismo de verdad)

Ser cínico, de boquilla o por mera actuación, porque ser no se es realmente nada, implica un esfuerzo nada desdeñable. Una mezcla poco sutil de ironía y humor. Cuando tal mascarada se mantiene ante el impersonal público uno asume la incomprensión. A cambio has gastado y ganado unos minutos con los demás, que es preferible en muchas ocasiones a estar totalmente solo y permanecer hermético. Mi cerebro y mi corazón estallarían, literalmente, si ese sombrío egipticismo fuese mi estado permanente. Se trata de una necesidad secundaria pero imprescindible; la de bufón despistado y pícaro cargado de referencias bibliográficas.
Ante uno mismo el cinismo es más noble: 'sigue un poco más; leerás aún algunas bellas páginas; verás crecer a tus hijos; qué bien entiendes, como Occam con su navaja, ciertos temas desde este cinismo desmitificador, etc'. No es realmente cinismo, tal como habitualmente utilizo la palabra. Es más bien miedo e inteligencia para engañarlo.
Ante unos pocos amigos (así somos los epicúreos) se supone el uso público del concepto, las risotadas incluidas, pero se sobreentiende esencial e íntimamente (por amistad, por amor) el uso privado del mismo. Algo así. Abrazos. Salud. Más abrazos. Y más abrazos.

Pd en primera persona: es el débil, no el fuerte, el más susceptible.

Platonismo ultraintelectual

Una de las claves del platonismo es la importancia que le da y la necesidad que siente del [concepto de] Eros. Y recuerden que el Eros no es la simple y fraternal Filia o el amistoso Agapé. Es como una profecia de autocumplimiento. La voluntad, el hombre es una animal volitivo y deseante, ciegamante pasional, tantea sus límites, juega con lo absurdo y crea sus propios objetos (de deseo). Un animal de pasión, eso somos. Pero se trata, ¡horror!, de una necesidad expansivo-apropiadora consciente. No se trata, por desgracia, de un vago instinto sino de un ambivalente retorcimiento espiritual. No obstante, ciertamente, nuestro propio cinismo vigila para que mantengamos nuestra expansividad (¿vale el término?) dentro de cierto límites, digamos, aproblemáticos.

Pd cínica: Verdad, Belleza y Bondad. No termino de entender lo de la Bondad y la Verdad.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Sobre la poesía

No es que la musa esté lejos, ocupada como Cupido en otros innecesarios e inevitables procesos. Es más grave. La cuestión es más preocupante. También podría afirmar que no es preocupante en absoluto. Me explico. Me temo, y para mí es una dolorosa intuición, que la poesía ha perdido para mí toda su dulce seriedad. El tema no es baladí. Qué puedo esperar ahora, cómo afrontarlos, de mis queridísimos poemas 'de siempre'. Qué pasa con 'Los heraldos negros' o 'Con vendrá la muerte y tendrá tus ojos'. Creo que me han entendido. Es la última cabaña la que ha sido arrastrada por el torrente de los años. Qué ilusión cabe esperar, las cosas como están, de la vida. Cómo ser un niño y un iluso, a veces, cuando tales estados han sido siempre contrapeso de mi monolítica y basta lucidez mortal.

Pd: la novela de Orwell que estoy leyendo es 'Subiendo a por aire'. Vamos, casi lo que dije, 'Cuesta arriba'. Es una autobiografía [ficcionada] de George, un anodino adulto de 45 años y de clase social media baja, desde sus años infantiles. También nos sitúa en la Inglaterra de principios de siglo, los añorados e inocentes y aún victorianos 'años de antes de la Guerra'. Muchas referencias premonitorias del mismo 1939 sobre la segunda gran guerra por venir. Bastante legible. En Destino de 1972 (el original de 1939). Una mala traducción.

Preliminares

Un deseo impuro
es ansiarte sólo en ocasiones
o desearte púdicamente.
Comerte con los ojos está bien,
es mejor que sólo soñarte
desnuda y rendida,
pero lo realmente puro
es devorarte de verdad
y entera. El orden del festín
no añade ni resta nada
a la pureza del acto.

Un arrebato impuro es morir
contando los segundos
hasta volver a verte,
para no decirte nada.
Más pecaminoso, el único pecado
y el único infierno,
es volver la mirada y esquivarte
cuando entras. Majestuosa,
bella, infinita, apetecible.

No pienses, podría parecerlo,
que es esto una declaración de amor.
No lo es. Es lo que parece.
La confesión de un vaciamiento
físico imposible, de una fusión sudoral
y de un banquete,
de una penetración abismal
sin compromisos ni palabras,
como una ley de Dios
o de la entrópica naturaleza.

Platón

Pues es verdad, que Platón se ha empeñado en abolir la Historia -siempre decadente- y todas sus nefastas y atractivas manifestaciones. Su lucha contra lo humano y lo natural, insolentemente esquivos, es para aposentarse en una cálida y absoluta nada parmenídea. Igual se puede decir así, que Platón pretende hacer habitable a Parménides, al Ser rotundo que todo lo niega. El lenguaje y el pensamiento, no menos que los instintos y el pecado espiritual de la concupiscencia, tienden a todo lo contrario, a sumergirse en el bello (o al menos provechoso, o cuanto menos aprovechable e interesante) mar de las formas imperfectas. La misma inteligencia humana está íntimamente llamada a tan innoble misión (¿no es acaso la Literatura un extravío de la razón?). En la utopía platónica terminarán por no ser necesarias las palabras ni los conceptos. Su utopía epistemológica consistirá en la intuición estática; metafísicamente es algo así como comprender lo humano como una [impersonal] emanación del Ser Infinito...

Pero algo sí que nos enseña Platón en su extraña y escalofriante cruzada contra el tiempo y la Historia. La Historia, si no asumimos una gotas del elixir platónico (¡o del epicúreo, ojo!) tenderá siempre a lo peor, a lo más insustancial y vergonzoso. La nuestra, olvidados y ridiculizados los metales nobles, sería una era de metacrilato, incluso de metacrilato virtual; ¿hay algo más estúpido y yermo que aplaudir la propia necedad sin peso y plastificada?

Pd: de algo así, pero a su modo, se quejaba Horkheimer al hablar de la cultura cinematográfica actual; fenoménica, ensombrecida a pesar de los atrañentes colores de neón; ¡si Platón nos viese! ¡Si Horkheimer viese cuanto hemos progresado en los últimos 30 años!

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Me repito, qué le vamos a hacer

Sin novedad. Ganó Platón, ganaron sus miedos. El eterno retorno -¿lumionoso? ¿verdadero, bello y bueno?- del que huyó santificándolo (¡no son nadie los dialécticos!) ha tomado posesión de estas tierras valdías. Nuestra época, tú y yo, desértico y enamorado compañero. La vida, como dijo áquel, es el lugar menos apropiado para vivir; el relumbrón inicial, amnésico -como un bautismo ateo- deja esquirlas negras y retorcidas que ni para el arte son ya motivo convincente. ¿Otro arte? Quizá, pero no vale la pena. Ni otra razón ni otros hombres... Que yo crea que no vale la pena no significa nada, lo sé, pues otros hombres llegarán llenando nuestro infinitesimal espacio y tiempo de nuevas (las mismas) babas dulzonas, como diría Panero el Loco. Unos garabatos, como un retortijón cómico y patético. Podemos decir 'trágico' si en algo nos consuela; pero todo consuelo (¡retorcida enfermedad!) nos deja más derrotados y tristes, más a la intemperie y desnudos, más desconsolados. Amén. A tu salud.

martes, 25 de noviembre de 2008

Poema húmedo

Me gustan los días de lluvia, como a tantos,
pero a mí me atrae el hecho físico del agua al caer,
la cuestión científica de la pluviosidad,
y no me interesa -hasta me aburre- el lánguido
ambiente que se espera en un poema para un día de lluvia.
Me gustan las ligeras y fugaces gotas cuando caen
porque imagino que las cuento una a una.
Se trata, evidentemente, de un esfuerzo tan ímprobo
como sería el numerarlas realmente una a una.
Una a una durante un largo tiempo indefinible
hasta perder la cuenta.
Eso es lo que de verdad deseo, perder la cuenta,
escaparme y perderme indefiniblemente.
De un modo culto, digno, extravagante
e irrisorio, a ser posible. Poético quise decir.
Esta matemática húmeda,
ese diminuto o gran cúmulo acuoso contabilizado,
es también un pretexto,
un subterfugio, una coartada, una torva razón.
Como este poema; para escaparme y soñarte a solas
sin realmente soñarte. Así es más cómodo.
No es el amor -la lluvia implicaría un amor muy triste-
sino tus caderas, tu boca y tu aliento lo que persigo,
sin perseguirlo de verdad, ¡pues no sabría degustarte!
Tus formas, como una nube a punto de descargar,
son lo que me hacen perder la cuenta.
Los días de lluvia, simplemente, ya ves, te deseo
dando este ansioso rodeo lingüístico (sin rima ni amor),
los otros días te sorbo, ya lo sabes, de otra forma.
.
Aclaración innecesaria y erudita: a los 20 años son el amor y el dolor las únicas posibilidades del poeta; a los 40 -largos- el cansancio y el sexo imposible.

Vino triste

'El vino triste' de Pavese; sobre la insuperable insatisfacción y el misterio sin misterio de la vida humana. La dolorosa simplicidad de toda existencia. El sordo rumor de la muerte que es la derrota. La absurda tristeza, ni justa ni injusta. Cualquie hombre, de alguna manera, es esta derrota y esta muerte en vida; como un cadáver despierto. El dulce y patético engañarnos con el aguardiente en la mano. Todo el dolor, toda la injusticia, toda la ternura, disparados sin piedad y sin respuesta. Es tan fácil verlo y decirlo, para algunos, y no hacen falta grandes fórmulas para conmocionarnos ante la propia historia. Hasta el ritmo, monótono y rotundo, es estremecedor:

Es un hecho comprobado que cada vez que me siento en un rincón
de una tasca a beberme un aguardiente, está allí el pederasta
los niños que chillan o el desocupado
o una bella muchacha que pasa por fuera,
rompiéndome entre todos el hilo del humo.
‘Así es, jovenzuelo, se lo digo de veras, trabajo en Lucento.’
Pero la voz, la voz angustiada del viejo
cuarentón -no estoy seguro- que, en el frío, en la noche,
me estrechó la mano y me acompañó luego
hasta casa, aquel tono de vieja corneta,
no lo olvido, aunque muera.
No hablaba a causa del vino, hablaba conmigo
porque yo había estudiado y fumaba en pipa.
‘Y quien fuma en pipa’ exclamaba temblando
‘¡no puede ser falso!’ Bajando la cabeza le di mi asentimiento.

‘Encontré a mi regreso muchachas más francas, más sanas,
con las piernas al descubierto -yo, en ayunas durante meses-
y me casé solamente porque estaba embriagado
por su frescura -un amor senil.
Desposé a la más robusta y más desvergonzada
para saborear de nuevo la vida, para no morir más
tras una mesa, en una oficina, ante extraños.
Pero también Nella fue una extraña para mí y un cadete de aviación
la vio un día y le puso las manos encima.
Murió aquel villano -aquel pobre joven
capotó en el cielo; no soy yo el villano.
Mi Nella cuida un niño -no sé si es hijo mío-
y se consagra a la casa y yo soy un extraño
que no sabe contentarla y no me atrevo a decir nada
y tampoco Nella habla, solamente me mira.’

Y lo más curioso es que aquel hombre lloraba al contarlo
como llora un borracho, con todo su cuerpo,
y se me abalanzaba y decía ‘Entre nosostros dos
habrá respeto siempre’ y yo, temblando en el frío,
intentando marcharme, estrechando su mano.

Da gusto beber un vasito de aguardiente, pero es un placer muy distinto
escuchar los desahogos de un viejo impotente
que ha vuelto del frente y nos pide perdón.

‘¿Qué satisfacciones tengo en la vida?
Se lo digo de veras, trabajo en Lucento.
¿Qué satisfacciones tengo en la vida?’

Fe de errores

Aquí peleando, muy poco poéticamente, contra mis elementos, contra mí mismo y mi letal cinismo de escorpión acosado. Golpe de estado en mis bajos fondos (los altos nunca existieron) y determinación de 'borrón y cuenta nueva' en mis lecturas y microproyectos. Camuses, sartres y demás, al cajón de espera (no del olvido).

Me propongo, por no sucumbir en mi propia ciénaga de vagancia y culpabilidad, leer y 'aprovechar' (esta palabra es absurda pero imprescindible en estos momentos), leer y aprovechar digo, los siguientes temas y autores: Epicuro (cuatro o cinco años después a ver qué me parece); novelas menores pero decentes (v.gr. he empezado 'Hacia arriba' de Orwell); continuar con mi pesada y monótona nivola, la del suicida desfondado; continuar -me da vergüenza reconocerlo- mi 'Historia de la Filosofía para incrédulos, en 6 sesiones' ( ha imitación pero mejorando mucho la demasiado floja y vacía de Gombrovitz); no leer nuevos poetas sino recuperar mi selección (de más de 1000 poemas) y reducirla a unos pocos, quizá un centenar. Imposible, por ahora, encarar ningún proyecto poético honesto, la musa está en otra parte.

Pd: no me queda más remedio que seguir con el Revel... amistades obligan... gracias a Dios ( bueno, a Zeus, o al Azar, o... ¡yo qué sé!

Otra posdata: he empezado (por tercera o cuarta vez) a estudiar italiano, para leerlo. Tengo una gramática gorda, radio popolare en el internet y 'Il lupi della estepa'...

Última posdata: La forma más honesta de sentirse y ser español, lo que por otra parte es ya un hecho irremediable, es jugar a sentirse portugués, italiano y ruso. Pero ha de jugarse con seriedad. A todo esto: el famoso pesimismo historicista español se ha asentado definitivamente en mí; si a otros les ha sobrevenido como reacción ante las más grotescas formas de lo reaccionario patrio, a mí me ha llegado justamente por la memez y dolorosa mediocridad del progresismo patrio. Ambos, ultramontanos y antemontanos, son, antes que nada, celtíberos, quiero decir egoístas, envidiosos, mediocres, caciquiles, impotentes para nada elevado, y estéticamente repulsivos.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Reveles

El día ha ido, y aún va yendo, como ha ido. Un desperdicio en lo personal y un pequeño paréntesis en mi afán lector. Es casi como si no hubiese abierto ningún libro, porque he estado con el Reveles, 'El monje y el filósofo'.
El problema no es la espiritualidad, muy respetable, como distinta al cientificismo y al racionalismo, más bien lingüisticismo, de los filósofos y profesores occidentales. El problema tampoco lo percibo en la inocente imagen del budismo que nos transmite: en él el sabio y el santo, ya olvidaos por Occidente, aún existen y coexisten en la misma persona. Pienso que eso es algo excepcional, y que si bien se mira también se da en nuestra cultura.
El problema, lo que no termina de convencerme del libro, además de su formato descaradamente artificial -las preguntas precisas para rematar la respuesta más brillante- lo que me deja frío del texto es el tono, ni occidental ni oriental, sino Absoluto, que adopta el joven Revel, el monje budista. Tampoco es de recibo la condescendencia que Jean Francoise Revel mantiene con su hijo, pareciera que lo está promocinando. Sé que son cosas sin importancia, y que más bien será que no es éste el mejor momento para yo leerlo, pero es lo que las primeras 80 páginas me han parecido.

Pd: recuerdo mis lecturas de Aleixandre. Era mi favorito hace muchos muchos años, cuando los jovenes preferían a Lorca o a Alberti, y los más doctos a Salinas. Sus poemas del paraíso; su intelectualismo y frío lirismo es lo que me atraían, supongo. La última vez que le leí algo en serio fue hace unos 10 años en Santander (un congreso sobre alguien que daban en la Magdalena), y recuerdo que me pareció excesivamente abstracto, como escondido tras sus palabras. Ya entonces era otra la poesía que me atraía; Juan Luis Panero, Javier Egea, Pessoa...

Otra Pd: de MLL: poesía sin ojos.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Domingo (1000 km por delante)

Que esto no mejora. Que es absurdo que cuente sobre la mediocre novel de Savater, o sobre el paradisíaco diálogo artificial entre Revel padre y Revel hijo. Que tampoco vale la pena 'El muro', aunque reconozco que hay que tener otro humor para aguantar y aprovechar las parrafadas de los condenados. Lo releeré cuando sea... Que cuando uno está cansado, está cansado y punto. A lo mejor eso de distinguir el sentimiento (voluntad sin razones) de la voluntad ciega y aplicada... supongo que es lo más acertado.

Que a solas en un coche puede uno pensar en muchas cosas, en demasiadas, y que los estados de ánimo en esas 10 horas son también de lo más dispares. A ratitos me animaré, yo solo, y a ratos no sabré qué demonios es la vida ni cómo engañarla... Que la semana se presenta impenetrable, pero que mejor que peor pasará sin que yo haya avanzado ni retrocedido un ápice. Estaré más gastado pero no lo notaré.

En fin, que hasta pronto. Que me siento viejo y me duelen los achaques de tan estúpida edad.

jueves, 20 de noviembre de 2008

15 líneas

Absolutamente nada que decir. Ni aun las ganas de repetirme o de gracejear un ratito. Nada es nada. Cero absoluto. Escribo esto ahora sólo para comprobar qué puede salir. A lo que se me ocurra, fenomenológicamente, con la neutralidad que da cierto cinismo bastante cínico. Empecé una novela, otra más, y en esta no he pasado, en casi dos meses, del primer párrafo. Todo un éxito. ¿Continuarla, dedicarme a manosear de todas las impúdicas maneras ese parrafito, tal vez construir el relato sobre la imposibilidad del relato, de ese relato, relatándolo como sin querer...? No es cuestión de fuerzas ni de imaginación, que las justitas se podrían sacar, sino de voluntad, de interés real por concluir algo. La novela empieza y acaba en el suicidio de su personaje (saberse un personaje, al contrario que en Auster, no le salvará de morir míseramente); entremedias muy pocas peripecias y un alma -disfrazada de cuerpo- que va agotando las páginas hasta cumplir lo prometido en la primera. Un dislate, una payasada; no es la novela que me gustaría leer. ¡Pierre Menard, qué truculento fuieste, no tú, claro, sino Borges, no él, por supuesto, sino el otro! Lo mejor es esperar el sueño, que mañana carreteo, y nada mejor para esto que terminar la mediocre y afectada, filosóficamente afectada y edulcurada, novela de Savater. Al final, seguro, que muere el Doctor, y puede que también el Profesor.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Platón

Me gusta la idea. El 'mito de la caverna' como un mito de creación. Al modo de Eliade, de creación de un cosmos metafísico, hogar del espíritu del hombre. También, pero menos persuasivamente, al modo de Vernant y Dumezil como un mito de autoridad y poder 'ilustrados'. Un rito de paso, para acabar, más purificados tal vez, donde habías comenzado, pero más triste y cansado. O una creación artístico romántica, a lo Schopenhauer, con resabios cristiano órficos. O más fácil y convincente para mí; el más poético e hybrido experimento de abolir al hombre, de añorar y negar su trascendencia.

Pd (a posteriori): lo del despliegue de la sujetividad racional como cálculo instrumental/cosificador planificado está muy bien, y no me importa que lo haya dicho don Martín, el malo no el bueno, Heidegger quiero decir. Pero... visto a posteriori es verdad que Platón ha significado eso, pero no sólo eso. Independientemente de como el propio Platón se representase su labor y de cómo Heidegger o Horkheimer lo valorasen, es indudable el espíritu poético volador con que muchos lo han aprovechado. Una lectura negativa de la caverna, no dialéctica ni política ni a lo 'Génesis' dominador. Kant se le acerca al hablar del 'pensamiento' como un deseo del alma, como un hastío de lo limitado y necesario, de esta tierra, independientemente de cuánto la hayamos dominado técnicamente e independientemente de que no haya otra. La Nueva Atlántida no es de este mundo, y tampoco algunos de los sueños de la razón. Volar en el vacío, tristes pero orgullosos, a eso nos enseñó Platón y también casi Kant.

Pd a la pd: otra cosa, ¡qué le vamos a hacer! es que las lecturas poéticas también nos parezcan insuficientes, y que prefiramos a Rimbaud o a Pessoa a Platón y a Kant.

Veamos

Sí y no. Depende. La mirada del joven... algo de eso ha de haber, con seguridad, pero ni es todo ni es lo más importante. La culpa es también -y puede que fundamentalmente- respecto del pasado porque es allí donde se encuentran tus ya ajenas raíces que tú mismo has ido traicionando. No es la falta de energía la culpa, sino su demasiadas veces consentido desperdicio. Culpable de haber asesinado al niño y al joven, de haberles negado o truncado una alegría y salud que hoy están irremisiblemente en tu debe. Culpable de culpabilidad porque no estuvo nunca en tus manos que las cosas hubiesen marchado de otro modo. Culpabilidad es saborear el infierno de la mediocridad, el único a tu alcance.

Pd: definición de lo mediocre: la incoherencia visceral entre tus deseos y tu inteligencia, entre tus principios y los de la realidad, entre tu memoria y tu olvido, entre la ilusión y la monotonía. Entre tú y el tú mismo que realmente has ido pariendo día a día. Mediocridad es la insana, y a veces inconsciente, deconstrucción a la que te has sometido en nombre de tu propio y hasta hace unos años hambriento, poderoso e ingenuo espíritu.

Pd (2): definición profunda de la culpabilidad: no querer acabar de una vez con todas ante el espejo con esta farsa defectuosa. Preferir la estúpida inercia de ti mismo a la decencia, pues está en tus manos, de eliminar tal borrón del universo.

martes, 18 de noviembre de 2008

Ante notario

Ya sé porque no soy filósofo, y renuncio explícita y cabalmente a tan honesta vocación: porque me interesan mis vicios y mis taras, porque me preocupa -lo siento como un crimen de lesa metafísica- el haber engendrado, porque me atrae el sexo imposible y la amistad difícil, porque me da miedo la muerte (por mi exceso de deseo de vida; el principio de inercia es mi estado natural), porque me asusta mi miedo y me hiela mi frío.

Pd: debería existir Dios, y además el Dios de los católicos, para poder asesinarlo y tener un motivo absoluto de arrepentimiento. Después, pues de cualquier manera Dios es Dios, el Dios resucitado de mi asesinato debería perdonarme y darme la felicidad eterna. Aclaración paradójica (o no tanto): no entiendo ni deseo eso de la felicidad eterna, pero al mismo tiempo sé que es eso lo que debiera desear para, de algún extraño modo, 'completarme' o, para decirlo mejor, acabar el chiste cósmico.
Pd (2): sigo con el Sartre y con el Horhkeimer.
Pd (3): no me queda más remedio que empezar esta noche la última de don Savater.

Dislate

El contexto es el pecado. En muchos sentidos. El pecado de una o varias vidas: diminutas, tiernas, de olor fugaz a paraíso y culpa. Uno está realmente solo cuando sabe que no puede estarlo. El sexo, culpable; la muerte, culpable... la alegría, la pura racionalidad, culpables. Uno mismo, existiendo o sin existir, con o sin trampas del lenguaje y trampas del ego más mísero, culpables. Culpables de culpabilidad. El único eximente sería la compasión, pero no la autocompasión que nos haría volver a empezar la historia, que nos obligaría a subir de nuevo al monte de los olivos.


Mi brillo no está en ningunos ojos
y los míos están apagados.
No puede darme el mundo,
y tú tampoco, lo que no está
en mis manos,
lo que está allende la reseca frontera
y que sé que decidirá mi reseco destino.
Tampoco tus ojos y tus risas
sueñan más acá de mis límites.
Ni el amor ni el odio,
ni tus bellas nalgas
ni mi silencio,
tienen perdón.
Esclavo de la belleza como las meretrices,
del amor como alguna madre
de hijos agrios y maltratados,
y de todos los hijos, esclavo del dolor
y dueño de la comedia,
esta memoria falaz y maldita,
como Nietzsche y Platón
cuando mútuamente se soñaron
con compasión y odio.

De profesión esparrin

Hay cosas casi tan malas como leer a Sartre o a algún columnista progrepedagógico en El País; una miriada de malos resúmenes de una heteróclita selección de títulos; 'El Principito', 'El lobo estepario', 'Ética para amador', 'Pobres gentes'... Realmente desquiciante y sin otro resultado que la nada más absoluta en la mente y voluntad del pobre lector.

Mimando y hasta aplaudiendo la memez y el más sangrante infantilismo es como se forma la ciudadanía. Bien mirado, a la Ciudadanía, esta vez con mayúscula, no se le pide otra cosa que la que esté dispuesta a conceder. Bien mirado, quiero decir, recibimos la mejor educación posible, la más apta para nuestros anhelos y merecimientos.

Pd: espero no tener que volver a hablar de este estúpido tema en muchos muchos meses.
Pd (2): Igual empiezo 'El muro', de Sartre evidentemente. Una edición mejicana de más de treinta años y con las pastas duras (igual son un añadido posterior). ¡Mala suerte! Aún me esperan, y que esperen un poquito más, Revel y Savater.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Lunes 17

Pues sí. "Conozco la insania del autoengaño: decirse el humillado 'este momento es feliz porque luego lo contaré'.Cualquiera representa al humillado (la cruz constituye un signo universal): bastará con que se ejerza la reflexión para percibirlo. Pero ponerlo por escrito requiere la disposición peculiar de un cuerpo que mande en el cerebro y que se sienta herido. Un cuerpo rebelde, contra la jerarquía platónica de la persona." (MLL)

Con 'La hermandad de la buena suerte' de Savater (un regalo correcto a destiempo), y con el 'fraile bailón', o algo así, de los Reveles, padre e hijo. Sin muchas ganas pero...

'La caja negra' de Oz vale la pena, al menos por su crítica al falso y aprovechado (y malvado sin límites, los límites los ponen las circunstancias) judaísmo sionista. La figura de Michael Sommo, el mezquino apropiador inmobiliario en nombre de Dios, está muy bien conseguida, más que el resto de los extraños personajes, que son más bien de película de Hollywood, pues eso es lo que recuerdan en su afectada artificialidad. Michel Sommo tiene además la sangrante desfachatez de creerse y decirse superior moralmente a cualquiera que no cumpla con la ortodoxia judía. Supongo que es un fariseo, un fanático peligroso y nada ascético. Un bribón más de los demasiados que hay en el mundo.

Una vez nacidos y en marcha, un desarticulado avanzar consciente, lo más bello y lo más triste coinciden. Haber nacido y rondar mezquina e impotentemente el porqué y el cómo de mi propia inadaptación.

Para Oz, y creo que se equivoca porque es exageradamente optimista, el mal del hombre, su tendencia autodestructiva, se asienta en motivos nobles como el deseo de la salvación, tanto de salvar como de ser salvados. Esto será cierto muchas veces, pero otras es la simple (de simple da miedo reconocerla) voluntad de placer y mediocridad.

sábado, 15 de noviembre de 2008

No es mi tarde

Será la 1925. El presente es siempre el lugar del exilio. Sólo existe el presente, el instante, la época actual... todo como un estúpido recuerdo del pasado o una dañina promesa de futuro. Luchar contra él, quijotescamente -pero habiendo leído a Cervantes, ¡qué cruel!- e intentar vivir en Ucronia, o tras un espeso y transparente cristal indetectable. Sí, eso es, la 1925, que no entiende ni tiene la delicadeza necesaria para no mover lo que debiera estar enterrado. La memoria y el olvido son la misma cosa que corrompe hasta más allá de los tuétanos.

A.Oz

Terminando 'Las palabras' de no sé quien. Con el pequeño Horkheimer a cuestas. Casi al final, tras una noche de lectura insomne, de 'La caja negra' de Oz. A su modo, buena literatura, hay que reconocerlo: entretiene y te atrapa y cuenta en buen español cosas y sentimientos cotidianos entrecruzados que a todos de un modo u otro nos atañen. Pero... es sólo entretenimiento, necesario en ocasiones, pero sólo para pasar o descansar unas horas. Descansas de ti mismo y de tus 'obligadas' y más nobles lecturas.

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Dice Oz, bueno Gideon, el personaje, que 'Humildad' viene de 'humus', de tierra, paciente y ciega que todo termina por sepultar. 'Fanático' de 'fanus', que significa templo; donde el misterio se hace dogma.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Le Corbusier

Esto es cierto. Un matiz; los expertos son sólo la cara publicitada de nuestro aplaudida y estúpida animalización del alma. Endiosada y sin alternativa arquitectura geométrica: otra de las grandiosas memeces del falaz hedonismo a la baja e igualitarista que a pulso nos hemos ganado.

"Tiempos mezquinos, estúpida edad, que ha permitido que el arquitecto también sea ingeniero de cuerpos y almas, encerrando la carne y el espíritu en sus deyecciones mentales. El arrojamiento no lo produce un universo eterno e impensable, ni un dios de extraños cálculos de bondad resultante (armonía final), sino el coro de expertos de los gobiernos asistentes y una ovejuna plebe conformista. Tiempos miserables, que han entronizado las memeces de la ciencia social, en lugar de la angustia del corazón por un dios ausente. Edad de una palabra que oculta al ser, mostrando sin pudor una falsedad. Era de socialdemocracia y cerrazón, no de liberalismo."

Varia (10)

El mayor desatino. Gastar la vida intentando encontrar un sentido y una belleza al mundo y a uno mismo, sabiendo de antemano y aciencia cierta que ambos, el mundo y yo mismo, me resultan insoportables. Tal vez, me digo sólo para seguir escribiendo esta breve nota, por estos enfermizos e innecesarios lares -yo mismo y todo lo demás- se halla el secreto de la Literatura.

El misterio de la Literatura. Si me quedo, embelesado y horrorizado, a sus puertas el secreto se escapa y el arte se torna vacío y opaco. En cambio si me adentro en ella, en la Literatura y su enigma, como en una niebla que a la distancia parece impenetrable, no quedan más que palabras sin sentido y molestas.

¡No exijas demasiado a tu alma! Confórmate en conformarla a tu indómito cuerpo, que de nada es culpable, y a complacerse en la fría superficie reflactante de las demás almas, que son tan culpables como tú.

En 'Las palabras', fórmula cínica de Sartre, a la que por cinismo no me adhiero: "Eran tales mi orgullo y mi desamparo por entonces que quería o morir o ser necesario para la tierra entera."

Más del medio teutón. ¡Aclarar, humanizar la palabra necesidad!: "...ni la libertad que exalta ni la necesidad que justifica."

Del mismo: "Se escribe para los vecinos o para Dios." Ahora sí que todos los gatos son pardos; ¿acaso podemos honestamente distinguir entre los otros, Dios, la Nada o yo mismo? De todas formas, esta cuestión no la cierro y sigo rumiándola.

Una boutade poética del ínclito alsaciano: "¿para qué contar cómo termina una historia si se ha perdido el comienzo?"

La última, también del amigo del sargento Beauvoir, para mi mala influencia ético-docta: "Al deslizarse sobre esta substancia incorpórea que es el texto, mi mirada no era más que un minúsculo accidente superficial, no desordenaba nada, no desgastaba en absoluto. Yo, por el contrario, pasivo, efímero, era un mosquito deslumbrado, atravesado por las luces de un faro."

Pd: ahora a por 'El pesimismo en nuestro tiempo' (de 1971) de Don Max Horkheimer.

Sobre la duda

Sí, el logos común dice la verdad mintiendo. En soledad, un logos imposible nos acercaría más al misterio. Acaso sólo esté en nuestras manos el descreimiento... el descreimiento absoluto deshace a la propia soledad... pero aun así seguiríamos sintiendo la realidad de las cosas y su absoluta inexistencia, también la inexistencia eternamente provocadora del propio alma.

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'Sobre la duda' (de 1969) de Horkheimer, en 'Sociedad en transición...' No he podido hacer una lectura más objetiva del pequeño texto del francfortiano; interpretación heterodoxa, pero sin alcanzar los límtes poéticos, del mismo: todas las épocas y sociedades han luchado por todos los medios contra el escepticismo, han evitado la insana duda insobornable. El motivo universal ha sido el innato instinto de perpetuación, autoconservación, de las formas culturales, de los destilados racionales.
La religión y la ideología, casi siempre históricamente cosificadas y cosificantes, conservan sin embargo, y es inevitable que así sea por su origen arracional, ciertos elementos liberadores de lo humano. Por ejemplo: la nostalgia de lo paradisíaco, el sentimiento del amor y la injusticia, la culpabilidad de la especie, el deseo y la esperanza de la felicidad sin fin, el sentimiento poderoso y leve del absurdo sufrimiento. ¿Por qué hemos de sufrir?, se pregunta el corazón del hombre por medio del impulso religioso, ideológico o artístico.
En la técnica, en la sociedad tecnificada actual, en la sociedad totalmente administrada en que inocentemente nos hemos metido, la religión, la ideología o el arte no son necesarias como motor eficaz de lo humano. ¡No son eficaces para la perpetuación social, o para proporcionar una imagen del para qué social! Por su parte, y esto agrava el asunto y lo convierte en un problema nuevo, la técnica no esconde en sí ningún potencial liberador. Sencillamente porque ella es por definición un medio para otros fines... a los que ella niega por la ineficacia e innecesariedad de los mismos.
Pregunta, a la que tristemente hemos de responder que no. ¿Es posible poner la técnica al servicio de la ideología, la religión, el arte, la poesía, la literatura? En su dialéctica cosificadora/liberadora, la ideología, la religión y demás pueden ir destilando pequeñas gotas de humanidad, y recordándonos de continuo el deseo de otro futuro, o cuanto menos dando cuenta de la insatisfacción ante cualquier forma histórica concreta. La duda humanizadora es el motor de dicha dialéctica no inocente ni ingenua. Renunciar a la duda es renunciar a la conciencia del dolor, es renunciar a la humanidad de lo humano. El espíritu no fanático puede luchar en pos de este ideal negativo por medio de la religión, la ideología o el arte; una religión, ideología y arte no fanatizado ni positivizado, no administrador sino iluminador de lo humano, siempre imperfecto.
La duda no es posible en la técnica ni en nuestra sociedad global administrada, cuyos principios son siempre fórmulas inapelables para el buen y mecánico funcionamiento, y no para un funcionamiento distinto y mejor.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Pasando el rato

Con 'Las palabras' de Sartre, el narcisista cobarde, y con alguna de las conferencias de Jorqui en 'Sociedad en transición...'.

El de Sartre es un buen libro, pero algo confuso en la exposición (le falta soltura). O tal vez le sobra, y su cinismo manifiesto (creo que es la estrategia literaria que conscientemente ha elegido) se vuelve ruín en su falta de sensibilidad.
Por otro lado, el problema de siempre. El niño de 6 ó 7 que reconstruye a los 58 es un niño imposible de retorcido y sabiondo; Sartre lo sabe y lo reconoce pero no hace nada por evitarlo, aunque sea un poquito. Es un gran libro de ficción y una falsa autobiografía.

Del libro de Jorqui leí el epílogo, 'Crítica de la sociedad actual', y es muy flojo, muy poco preciso, lleno de vagos tópicos sobre el nuevo capitalismo aburguesador del proletariado (y embrutecedor de todos). Extraña y nostálgica la referenca a un Marx no marxista (ni marxiano). Supongo que se basa en la lectura poética de los 'Manuscritos...'. Hoy quiero hojear (u ojear) 'Sobre la duda' (de 1969).

Pd: día de huelga. Las cosas, en general, van mal, pero si las meneamos me parecerán peor. Yo, aristócrata del cinismo, llevo mal la combinación de reivindicación y jolgorio.

Pd (2): frases simples, del Sartre, para pensarlas y ponerlas en duda (sólo en momentos de máximo aburrimiento): es más fácil, a cierta edad, dejar de creer que creer. Cuanto más absurda es la vida, más fácil es despreocuparse por la muerte. ¡Nombres de lo irremediable, el humus vulgar de la buena Literatura!

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Varia (9)

Fórmula de la socialización. Hay espíritus tan vacíos e inconsistentes, que la sola representación del bien les convierte en buenos. Este representar sobre el vacío es inconsciente y por lo tanto ajeno a la libertad. Cuando la representación se torna consciente, surge el hombre de las muchas y frustrantes posibilidades. Entonces puede hablarse realmente de libertad, y no sólo de lo correcto e incorrecto. También es entonces, me temo, cuando hay que callar.


Para no tener superyo basta con leer a Freud y ser lo suficientemente cínico para olvidarlo. Pero supongo que como el páncreas, el superyo, es inevitable.


'Los hombres', 'la humanidad', son conceptos, palabras generales útiles en cuento que ocultan a los particulares. La cuestión de si hay principios por encima de 'los hombres' incluso en su beneficio, es una falaz ocultación del propio y sano egoísmo, que sólo se rinde, si es sano, ante ciertas personas, con nombre y apellido, a las que, por el motivo que sea, se las prefiere incondicionalmente incluso frente a uno mismo. Separar, en filosofía, epistemológicamente, lo privado de lo público es una incorrección moral.


Los cementerios, los libros y mi alma están rebosantes de piadosas mentiras. Descubrirlas y aceptarlas es el colmo de mi dicha y cinismo.


Sólo por miedo o desprecio se trata con amor o con una dulce indulgencia a los imbéciles. Podría ser éste, el de imbécil, el concepto más importante y olvidado por nuestra filosofía.

Pd (ad hoc): ¿existe versión española encontrable de 'Eclipse de la razón'?

Camus Sartre

No, no son iguales 'Los justos' y 'Las manos sucias'. Poco tienen que ver Jan y Hugo. El primero descubre el valor de lo humano por encima de cualquier ideología, y si termina asesinando se siente culpable y da su vida a cambio como un acto de mínima justicia. El valor del individuo y su conciencia más allá del momento histórico y la ideología. Hugo, el personaje sartreano, lo que descubre es que la política real, también la de su endiosado partido liberador, implica necesariamente ensuciarse las manos con pactos inmorales y mentiras estratégicas y asesinatos políticos. Hugo también da su vida, pero lo hace por cansancio y frustración política, y no por culpabilidad moral. Hugo se suicida. Más aún: el personaje Hugo (donde Sartre representa a Camus) es zaherido en su idealismo; sus principios morales costarán vidas humanas, su intransigencia ante la política real, costará muchas vidas y la imposibilidad de que su propio partido 'liberador' alcance el poder, con lo que la injusticia, en nombre de los principios morales (individuales, burgueses), se perpetuaría. La razón de tan férreos principios la encuentra Sartre en el odio y desprecio profundo e inconsciente que siente Hugo (Camus) por el ser humano.

Concluyendo. A Camus le preocupa la moral del individuo ante la realidad de la injusticia, y no cree que la primera deba ser el precio por la segunda. Sartre, en cambio, plantea su propio dilema y opta por la sucia política real 'liberadora'.


Pd: o Sartre estaba en Babia, lo que no creo, o su cinismo y odio a Camus le llevó a despachar de un solo tiro a sus adversarios políticos y literarios.

martes, 11 de noviembre de 2008

Sartre

Acabando, por fin, el Lottman. Un gran libro (aunque tiene unas doscientas páginas un poco pesadas sobre las editoriales y las publicaciones francesas de los 40). La disputa con Sartre, bien presentada. A duras penas oculta Lottman, equidistante, la desfachatez subvencionada y ególatra del gran mandarín. En 'Los tiempos modernos' y en 'Combate' (también en alguna otra publicación) encontramos joyas del rencor y del ad hominen. Los existencialistas saben que más allá de la lógica es esta forma de herir la que más duele porque pone en duda la autenticidad de la pretendida autenticidad del profeta. Aquí se llevó Camus el gato al agua, porque su supuesta soberbia moral es entendible como honestidad individual incondicional, mientras que el apoltronamiento estatal y burgués de Sartre, así como su estúpido seguimiento de las directrices del partido (¡y estamos hablando de Stalin ya muerto!) no tienen ninguna justificación. Salvo para los que pretendan compartir el pesebre sartreano. Decir, además, que a Camus le falta base filosófica es no decir nada. La pura nomenclatura filosófica en nada vale si no la acompaña un corazón honesto y lúcido.


Pd: la Beauvoir, ¡vaya bicho!, recibió calabazas de Camus, y ésta le pago poco a poco y durante muchos muchos años con comentarios ácidos e insultantes. Fundamentalmente lo califica de engreído e ignorante. Buena pieza tuvo que ser la madame, pues a Koestler, que no le dio calabazas, pasado el tiempo del amor también lo 'machacó'.


Otra pd: estoy leyendo 'Las manos sucias' (de Losada de hace 25 años), y sin estar mal, me va pareciendo demasiado complejo, falsamente complejo, con demasiados comentarios estúpidos y relamidos. Aún no lo veo como una respuesta a 'Los justos', sino bastante similares.
De don Sartre quiero releer 'Las cosas' (no lo recuerdo mal), 'El muro' (que no he leído) y 'El existencialismo...' De Don Camus, no va a quedar más remedio que releer, en clave autobiográfica, 'La caída'. Y el Jorqui, esperando...

Varia (8)

Pues igual es esta la cuestión. Que ni queremos ni podemos encontrar la belleza del mundo. Nuestro escenario es inexistente, o cuanto menos algo realmente secundariio para un alma trágica. Tragedia no es la belleza sentida y fugaz de la existencia. La tragedia es el naufragio irremediable del sujeto lúcido. Justamente por su falta de contenido, nuestra tragedia es cómica. La comicidad sin embargo no compensa los tormentos de la vacía insatisfacción. La experiencia del y en el mundo no es pobre, es neutra. La experiencia transformadora (como una nada retorciéndose que diría el poeta) es la interior. Hay muchas formas de ejemplificar esto, todas en clave personal. Los 'paseos' por el mundo y los otros, tristemente, son sólo eso, ardiles contra la memoria y la honestidad.
Albinoni, cuando estamos de buen ánimo, o mejor Bach, que te permite olvidar, o cualquier cantautor que sin quererlo te recuerda todo lo que no sabes.
No rendirse a este pensamiento y sentimiento negativos, pero tampoco intentar falsificarlos ni encontrale no sé qué valor oculto. Acaso la literatura como desahogo y forma de vida; un poco de literatura te aparta de la vida (de ti mismo), pero mucha se convierte en vida. El mundo sigue girando, absurdo y sublime -inabarcable. Tú, envejeces y vas angostándote, aprendiendo nada, ni siquiera a morir, sintiendo nada, pues del paraíso no nos resta ningún recuerdo. Convirtiéndote en un personaje de la literatura posible.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Teatro de Camus

Lo que los manuales dicen sobre 'El malentendido' y 'Los justos' aparece realmente en estos textos. Pero en ellos hay mucho más, y es un placer descubrirlo. Para empezar, no hay en ninguna de las dos obritas un personaje central claro, y el mismo Camus tiene un poco de cada uno de esos buenos o malvados personajes que van apareciendo. En el caso de 'El malentendido', la madre y la esposa, que representan esos sentimientos humanos básicos del cansancio metafísico y el amor fiel y alegre, no aparecen especialmente en los comentarios críticos que se centran en la ingenuidad culpable de Jan y en la voluntad de una vida mejor a cualquier precio de la hermana asesina.

En 'Los justos', que Camus tituló primeramente como 'Los inocentes', se trata de distinguir entre el puro asesinato y el ajusticiamiento. Pero no queda ahí la cosa, y es lo suele olvidarse, sino que el tema de fondo es si la bondad que te lleva a la revolución no es ella misma la que te aparta de ella para convertirte en un 'reaccionario' de buen corazón.

Dicen los expertos que la pasión de Camus fue el teatro y su éxito la novela. Pues no sé; ambas obras, igual que 'Calígula', me han parecido geniales porque el texto denso (hay apariciones y discursos que se me escapan) aparece en su justa medida, permitiendo al dramaturgo, como al poeta o al novelista, exponer y justificar sus opiniones, digamos 'filosóficas'.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Varia (7)

Hay un pensamiento o sentimiento trágico que brota de la belleza y dichas terrenales. La tragedia también puede brotar de la experiencia de la fealdad y mediocridad de la vida. A nuestra época le está vedada la primera forma trágica y a duras penas alcanzamos la segunda. Ambas comparten, sin embargo, el sentimiento o pensamiento, o mejor, la aspiración negativa de lo indefinido, lo infinito e incluso lo inmortal y eterno.

*****
Comparto con Camus: la lectura metafísica de Nietzsche, su crítica al sociologismo y lo ideológico como clave esencial de lo humano, su antropología del sentimiento y la razón, de lo paradójico no siempre iluminador, su lenguaje alejado de los manuales dialécticos, su concepción de la novela actual, su crítica al existencialismo redentor.
No comparto con Camus, y sí con Horkheimer, el francfortiano viejecito y pesimista: la ultrateología negativa (el 'ultra' es mío, que no me interesa la teología sino la nostalgia y sufrimiento del hombre a solas consigo mismo, y con algún amigo), y comparto con el viejo Max el pesimismo por el hombre actual. No hay una esencia de lo humano escondida y esperando ser destapada para fructificar en felicidad y justicia, no. Acaso lo que sí hay es un ser cuyos instintos más básicos y salvajes son más fuertes, en la mayoría de los casos, que su conciencia del absurdo y de la maldad de la maldad egoísta. Esta conciencia no sería, supongo, y de nada sirve decirlo, otro instinto, pero enfermo y deformado.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Dostoievski de Coetzee

Cada individuo es un mundo, un laberíntico mundo inmanejable. El carácter, digamos. Algunas sensibilidades multiplican su propia complejidad hasta la náusea. O hasta la genial literatura. Recrear el carácter indescifrable de Dostoievski es lo que trata Coetzee en 'El maestro de Petesburgo'.

Tres partes. No del todo bien articuladas. La descrpción del egoísmo y autismo de Dostoievski. Ni siquiera la muerte de su hijo le hace 'mejor', a pesar de ser esta la intencioón del propio padre afligido. La inmutabilidad del carácter. Muy freudiano, muy de Schopenhauer. El pasado está definitivamente muerto,pero a pesar de ello es lo que nos tiene dolorosamente aprisionados. Todo pasado y todo carácter, son fuente de culpabilidad.

En una segunda parte reprocha Coetzee a Dostoievski su escasa voluntad política y social. Piensa lacrimógenamente la miseria humana para aceptarla en nombre de la impotencia y la humildad del hombre, que terminan llevándonos a algún Dios. No obstante, en estas líneas también se critican el dogmatismo inhumano que implica todo programa revolucionario y lo infernal que sería un mundo utópico realizado.

Al final del libro reconoce Dostoievski su 'maldad' sin remedio, de la que se siente trágicamente culpable, que consiste en hacer tema de su irrenunciable obra literaria hasta los sentimientos más íntimos y privados de sí y de su hijo muerto. El escritor vende su alma, se traiciona, a sí a sus seres más queridos, en nombre de su arte, siempre egoísta. Lo más tristemente paradójico, lo trágico, es que el arte, siempre dañino, es también siempre, desde esta perspectiva 'existencial', innecesario e inevitable.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Respuestación

Principio del 'quarto excluso': lo que no puede ser dicho con rotundidad no puede ser experimentado. Pues no, que no es así. Que existenten inexistentes con cualidades, que si bien no le pertenecen ha de usufructarlas hasta la repugnancia. Que esto es así, a veces, que te lo digo yo. Que no es endiosarse, que es, en todo caso plantarse em mitad del barro y certificar la existencia (inexistente) del lodo y del que lo padece. Es pegajoso, frío y cálido siempre a destiempo, y sabe a agua y a saliva corrompidas.

Literatura y filosofía

Según Camus. En el Sísifo. Descubrir y experimentar el absurdo del mundo y no olvidar ni huir de tal lucidez y conmoción es el mejor homenaje que podemos renfir a la dignidad humana, a la inteligencia y finitud del hombre.

"El goce absurdo por excelencia es la creación." Entiéndase el juicio al modo de Nietzsche. La creatividad metafísica y moral como sinónimo de la libertad vacía, reflexiva y consciente. Crear es vivir dos o infinidad de veces. Crear conscientemente sin más horizonte que la propia tierra (y bajo ella y sobre ella el espantoso vacío)crear es alejarnos del gusano y del mono sin caer en los bendecidos y adormidos brazos del camello o la araña.

Crear es, podría ser, vivir. Vivir es crear; sentir y describir infinitas veces el monótono e inagotable universo. "La obra absurda ilustra la renuncia del pensamiento a sus prestigios y su resignación a no ser sino inteligencia que pone en marcha las apariencias y cubre con imágenes lo que carece de razón."

Por eso la filosofía ya no puede ser sino literatura. Y la literatura sólo bella y conmovedora confesión y testimonio personales. Rumia fecunda del viento,las esperanzas y las nostalgias que somos.

Platón de Emerson

Emerson, el poeta y polígrafo americano del XIX. Una interesante página de la historia de la historia de la filosofía. Un bello y poderoso (¿debiera haber escrito 'engreído'?) ejemplo de lo que me imagino como la gran Ilustración Omnímoda y positivista. ¡Cosas de la poca edad, de la de América y de la de la Ilustración capitalistizada y colonialista(¡qué palabros más poéticos!)!

Platón es la cima, aún insuperada, de la inteligencia humana posible. Es la fe en la ultramontana capacidad de la razón del hombre, y también la invencible fe para la aplicación práctica de lo vislumbrado en la etéreas esferas. Es la excepcional unión entre Oriente (deseo irracional de lo infinito, descubrimineto de lo esencial Único, de la Naturans) y Occidente, que personifica el deseo, igualmente apasionado, por conocer y cuantificar los límites de llo Múltiple y Variado (algo así como la Naturata).

La ciega y sana creencia en que el espíritu humano habita un mundo que es reflejo de otro, y que ambos mundos son aprehensibles e incluso confortables. Es la inocente fe en la inteligibilidad y bondad (y belleza) del Universo y de nuestra conciencia. La desesperada y satisfecha fe en las posibilidades del hombre en un mundo y un cuerpo que quieren y necesitan ser más que historia y biología.

"Nuestras facultades se precipitan hacia el infinito y regresan hasta nosotros desde allí. Apenas podemos definirlo, pero es un hecho que no podemos pasar por alto, porque cerrar los ojos ante él es un suicidio."

martes, 4 de noviembre de 2008

Kafka de Camus

En 'El mito de Sísifo'. Kafka, como Chestov o Kierkegaard, es un autor existencialista, pues partiendo del absurdo termina abriendo la puerta a una cierta esperanza, en el sentido de hacer 'las paces con la absurda y trágica existencia'. Pero vayamos por partes.

Comienza Camus afirmando que su interpretación no es la única posible, que son también válidas las lecturas políticas y sociales que del autor checo se han realizado. Una lectura étinica, por supuesto también es posible, así como una lectura puramente estética o formal. "Todo el arte de Kafka consiste en obligar al lector a releer... Un símbolo supera siempre a quien lo usa y le hace decir más de lo que realmente tiene conciencia de expresar."

Partiendo de la actitud de los personajes kafkianos, temblorosos, perplejos y obstinados, y de la fusión artística que hace Kafka de lo lógico y lo esperpéntico, afirma Camus su tesis principal de que Kafka "extrae de sus contradicciones razones para creer, y razones para esperar de sus desesperaciones fecundas, y llama Kafka vida a su aprendizaje de la muerte."

El 'qué' de la obra kafkiana es la extrañeza trágica de sus personajes ante la vida, ante el hecho insólito de vivir en un universo absolutamente mudo. El 'cómo' de este pensamiento es lo paradójico irreconciliable insuflado por una persistente y heróica capacidad de seguir viviendo. Melancolía, nostalgia del paraíso, perseverancia... una ética de la lucidez y la esperanza. El absurdo como cuna de falsas esperanzas, sino objetivas y trascendentes sí lo suficiente para que el hombre encuentre su lugar en la existencia. El sufrimiento y la humildad, esta es la palabra clave, como motivo para la salvación posible. 'El castillo' es la obra donde mejor se ve el existencialismo 'esperanzado' de Kafka. Por contra, en 'El proceso' o en 'La metamorfosis' tal optimismo desde el dolor, este dolor del mundo y del yo que termina siendo una vaga especie de alegría de Dios, no aparece aún. En 'El castillo' se da respuesta al problema absurdo y trágico que Kafka ha planteado en obras anteriores.

Para Camus, por contra, la verdadera obra trágica y absurda sería aquella en la que una vez desechada toda esperanza futura se describiera la vida de un hombre feliz. No de alguien que se agarra al absurdo del absurdo como motivo para pactar un gris y triste y derrotado permanecer en el mundo. Nietzsche, dice Camus, es un buen ejemplo. Es pues la existencia apagada y derrotada a lo que nos lleva el existencialismo, incluso el ateo, lo que Camus reprocha al existencialismo, y por eso él nunca se sintió identificado con él.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Para visitar. Blog para jóvenes y no tan jóvenes. hijosdemileto

domingo, 2 de noviembre de 2008

Camus (2)

El silencio del universo y la conciencia de la finitud humana son el absurdo. Es un axioma 'existencial'. A partir de aquí se abren muchas posibilidades. La inercia y grosera indiferencia mecánica y bobalicona del hombre actual (consumidor, esclavo y televidente pasivos), o la posibilidad de participar en breves y sangrientos estallidos de irracionalidad colectivos o individuales. El cinismo infértil, el arte vacío como motivo de vida, la vuelta 'artificial' a creencias del pasado, la nostalgia por los paraísos, etc. Muchas son las vías que al hombre se le abren desde que asume la 'muerte de Dios' (o que sin saberlo o importarle a él personalmente vive en una sociedad con unos valores e inercias que sí lo ha asumido).

La Rebeldía es el alerta contra los dogmatismos salvadores y contra la vacía y 'animal' indiferencia. La Literatura de la Rebeldía se remonta, cuanto menos, a Sade, los romábnticos y los malditos, Dostoievski y Nietzsche. No hay Dios y todo está permitido, incluso la más alevosa maldad. Podemos aceptarlo o no, pero así son las cosas para el espíritu honesto. Pueden o no agradarnos este horizonte y límite nuestro. Podemos maldecir al Dios inexistente. Podemos festejar o llorar su muerte o sucumbir a tan triste paradoja de la nostalgia y la honestidad.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Varia (6)

Lo que más nos tortura es aquello a lo que no podemos renunciar, a nuestra memoria.

El mal es innecesario e inevitable.

Queridos mandarines: toda Escolástica es insolentemente indolente.

La injusticia hace correr la sangre humana, la de los verdugos y la de las víctimas. La justicia, los pálidos instantes de justicia, hasta el presente, también se han alzado sobre la sangre, sobre la inocente y sobre la culpable, que no siempre pero sí en demasiadas ocasiones se pueden distinguir.

Posiblemente Dios no existe, y de existir no lo haría sobre una pizarra ni entre las hojas de los libros (Dios no querría ser un asunto cultural)sino en el corazón pequeñito de algunos hombres.

Pd: rehacer 'Estuve demasiado tiempo...'; sí, soy un sucio y mezquino plagiador.

Bibliografía

Sobre Camus, el librito de A.Palomares (1970); breve y muy ameno. Parece un buen resumen del Lottman (que es posterior). Algunas fechas cambiadas y algún acontecimiento explicado con demasiada benevolencia (sus relaciones con el PC, o sus relaciones con la Hié). Por otro lado, Palomares sabe distinguir la 'filosofía' de Camus tanto del dogmatismo ideológico y 'existencialista' como del vitalismo superficial; sin embargo no acierta a ver en positivo la paradójica relación entre la finitud y la esperanza terrena. En definitiva, al igual que el más objetivo de M.Zárate, un buen libro de introducción.

Pd: acabar el Lottman, algunas partes del Sísifo, 'El malentendido' y, tal vez 'Los justos' (versus 'Las manos sucias'). Después ya veremos, porque quisiera releer algo de Papini (a ser posible en italiano): 'El piloto ciego' y 'El crepúsculo de los filósofos'. También algunos 'retratos'. Además, un par o tres artículos de Horkheimer de finales de los 60. ¡Casi ná!