martes, 31 de marzo de 2009

de Kavafis

CUANTO PUEDAS
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Y si no puedes hacer tu vida como la quieres,
en esto esfuérzate al menos
cuanto puedas: no la envilezcas
en el contacto excesivo con la gente,
en demasiados trajines y conversaciones.
No la envilezcas llevándola,
trayéndola a menudo y exponiéndola
a la torpeza cotidiana
de las compañías y las relaciones,
hasta que llegue a ser pesada como una extraña.
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MUY RARAMENTE
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Es un anciano. Agotado y giboso,
estragado por los años, y por intemperancias,
con paso lento atraviesa la calleja.
Y sin embargo cuando entra a su casa para ocultar
su ruina y su vejez, considera
la parte que él aún posee en la juventud.
Adolescentes ahora los versos suyos recitan.
Por los vivaces ojos de éstos pasan las visiones suyas.
Sus espíritus sanos, voluptuosos,
sus cuerpos armoniosos, firmes,
se conmueven con su propia expresión de la Belleza.
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Algunos amaneceres

La primera duele más,
la más exigente, a nosotros
que no nos sostenemos,
acaso por las sombras y el silencio.
Escuece y taja sin opción
para casi erguirnos sobre las vértebras
sacando pecho
alzando una frente
que no son nuestros desde hace tiempo.
Negamos la lógica de la fisiología
y de la memoria por pudor
rechazamos un segundo juicio,
público,
una nueva derrota
innecesaria y hasta la hiel.
La primera luz, algunas madrugadas,
es el infierno.

lunes, 30 de marzo de 2009

Frustración

Dónde andáis ingenieros correosos de la mascarada, duendes del pálpito multiforme que se esconde y gobierna nuestros días. Diablos locos, otro esfuerzo pero huís multiplicando la bufa risotada del pasado entre las vértebras y la ilusión perdidas. Un alma, no, un no alma distinta, una no risa de satisfacción. Hacer propia la derrota y cobrar, en sexo y libros, los dos sueldos, el de víctima y el de verdugo. Ajusticiar la justicia, derramar la nada sobre mí mismo, sobre mi misma cabeza deforme como en santo bautismo. Confundirlo todo, que se haga la noche dadivosa que todo lo oculta a los ojos más ciegos y más abiertos. Un nuevo sacramento: mantener la mirada y seguir vivos de teología e insana pulsión. Uno, dos, tres, y a la cuarta llama la muerte a tu puerta con forma de sexo. Y le abres... y todo vuelve al inicio.

Lunes 20 y 10

Voluntad, sus restos al menos, no faltan, como tampoco deseo. La razón, en los momentos de verdad, nunca es un obstáculo ni un motivo. Me pregunto preocupado qué será eso distinto de la voluntad y la razón que me impide la fruición más inocente. Qué se remueve adentro de mí, o que fantasma surge del pasado, con mirada paralizante y que provoca un inevitable malestar. Innecesario, indeseable y altamente tóxico. Mi yo entero se siente acicutado o agusanado, injustamente carcomido por un no yo extraño. Contra lo que he luchado desde hace tanto y que pensé olvidado y que ya me causó infinidad de derrotas y que aquí vuelve insolente y criminal. Me acuerdo de Schopenhauer cuando decía que el carácter es eterno, inmutable, y que es infantil porfiar tu existencia en cambiarlo.

de Kavafis

MONOTONÍA

A un día monótono otro
monótono, invariable sigue: pasarán
las mismas cosas, volverán a pasar
-los mismos instantes nos hallan y nos dejan-.
Un mes pasa y trae otro mes.
Lo que viene uno fácilmente lo adivina:
son aquellas mismas cosas fastidiosas de ayer.
Y llega el mañana ya a no parecer mañana.

Poema

Atardecer de otoño
un murmullo el aire
de increibles colores
entre el rosado y el oro
que se apagan con el sabor
y la lentitud del último beso.

Un susurro sordo de sorda eternidad.

Un mohín de frío y belleza
anuncia la larga noche
como un inexistente madero
tras el naufragio
de la nave más hermosa.

domingo, 29 de marzo de 2009

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De Kavafis

TERMINADO
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En medio del temor y las sospechas,
con espíritu agitado y ojos de pavor,
nos consumimos y planeamos cómo hacer
para evitar el seguro
peligro que así terriblemente nos amenaza.
Y sin embargo estamos equivocados, ése no está en nuestro camino:
falsos eran los mensajes (o no los escuchamos, o no los entendimos
bien). Otra catástrofe, que no la imaginábamos,
repentina, violenta cae sobre nosotros
y no preparados -de dónde tiempo ya- nos arrebata.

Domingo 29

Mañana ennublada. Calor y cuatro gotas. Largo paseo con J. Temas familiares sin importancia... o muy importantes pero de los que prefiero evadirme... ¡mientras pueda! En Auswitz con Kersétz. Abominable el engaño para llevarlos confiados al matadero. El instinto de vida que se vuelve contra la propia vida. Los supervivientes -hijos del azar- no son culpables pero no pueden evitar el remordimiento. Ganas de leer a Amery.

Márai: el socialismo, lo soviético, empobrece material y espiritualmente a los rusos que se ven obligados, como bandidos del Este, a lanzarse a la rapiña sobre Europa, simplemente para subsistir. Ese 'espacio vital' irracional y lógico es la amenaza. Tesis razonable la de don Alejandro Márai. Podríamos completarla: el capitalimo y liberalismo selváticos producen opulencia e imbecilidad, y necesitan, para mantener su plácida mascarada de un 'tercer mundo' siempre y por definición esclavizado y hambriento; y un 'primer mundo' geométricamente amansado e ignorante. Amoral, inmoral por consentidamente egoísta.

De todas formas, yo prefiero unos grandes almacenes al Gulag, y cualquier Iglesia al más luminoso centro comercial. También es cierto que es preferible un Jardín a una Iglesia. Problema de fondo (sólo salvable vía cuasi autismo moral e intelectual): ¿hasta qué punto esta posición de crítica lúcida y cansada de lo occidental desecador y mecánico no es también una coartada de esta realidad vaciante en que nos hallamos?

Creatividad. Es posible y necesaria en cuanto asume su esencia no creativa; masticar despacio el mismo aire, la propia alma, una y otra vez. Rumiantes de las cuatro verdades y los tres instintos que nos gobiernan. Así sí es posible la creatividad, llamémosla como queramos: poesía, diarios, autoficción, teología o tantrismo.

Otras cuestiones: ¡maldita conciencia moral! No creo en ella más allá de mi propio y particular 'amor propio', de ello estoy seguro, pero se me hace insoportable un estúpido remordimiento que no sé explicarme. Criminales tuétanos cristianos y platónicos. Un transplante de alma, de un alma de cuando las cavernas o de antes, es lo que necesito.

Pd: huír amnésico irrecuperable a Zamora. ¿Dónde y para qué Zamora -o Palencia-?

sábado, 28 de marzo de 2009

Libros

Día políticamente correcto, familiar quiero decir. He conseguido 'El diario de Adán y Eva' de mark Twain. 'El forastero misterioso' es un gran libro y espero encontrar algo bueno en éste. Sigo con Márai ('Tierra, tierra') y 'Sin destino' de Imre Kertész. Lento pero progresivamente demoledor. Leyendo estas cosas la indignación te dice que ni Austwitz ni Kolima han de ser olvidados. El peligro latente de una hecatombe caníbal, y el recuerdo sin solución de las víctimas. 'El mercader' de Plauto, liviano y prescindible... ¡y con la de tiempo que me falta para mis cosas!

Poema

De ojos
y piel oscuros
soy de raza cristalina
de antes de los ibéros
los bereberes
y los godos.
Del primer sur
donde la nostalgia
africana
andando los siglos
se rindió
a la Historia,
incontestable
darro
y sumidero
del Paraíso.

Poema tonto

Poema inconcluso.
En ruinas, ruinas circulares,
o de los límites de la lógica.

Como a todo buen hijo...
no, nuevo comienzo:

Como a todo buen occidental;
disculpen el exabrupto,
que no paso a definir para no
arruinar prematuramente
el poema. comienzo definitivo:

Como buen hijo de Platón, la Biblia y Nietzsche,
(¿prefieren leer los grandes almacenes,
el internet, la burocracia, la democracia
y todas las ONG inimaginables que ocupan
nuestro aire, nuestro espacio, nuestras
vísceras y nuestro cada vez más
infantil y egoísta encéfalo?),
me ha dado por pensar alguna vez
que la verdad, la evidencia, aquello
insulso y cruel en que todos estamos
de acuerdo no puede ser la última
palabra, que algo ha de significar
la falta de significación incluso que
la ausencia de sentidos y referentes
es signo de significados y significantes
ocultos y valiosos. Que el dolor (Universal,
de la especie, o particular) no debe ser
definitivo, no puede serlo,
que alguien ha de estar tomando
nota del bien y el mal de lo justo e injusto
para después resarcir y cuadrar
la contabilidad microscópica con la
macrocósmica. Sin embargo, un alma
sin adherencias, pulida y pura de lucidez
y cansancio, derrotada al modo de las derrotas
humillantes y no de las otras que escriben
los libros, se ven en las películas y les contamos
a los jóvenes, no puede ser espejo de nada.
Que el cristal se rompió y es absurdo e indecente
ponerle una lógica a los restos producidos
y desperdigados al azar.
Con un alma así los límites de la lógica
coinciden con los del deseo y la voluntad
y la existencia del mundo del prójimo
y de la propia conciencia desdentada
y hambrienta nada pueden valer
ante ningún tribunal. Ruinas circulares,
escombros irreconocibles y monádicos
que lanzamos contra el viento no menos
monadológico y que se vuelven alevosos
contra el rostro y su bobalicona sonrisa.
Otro gesto más noble, sensato u honesto
no evita el juego macabro de escupir ácido
(lean 'saliva', 'semen', 'amor', 'poesía', 'tecnología'
o 'psicoanálisis' si lo desean)
contra los propios ojos y la propia boca
abierta de vacío y empeño.
Es tan poquito lo que cada uno sabe
(aunque en el fondo todos lo sabemos
todo) son tan escasos y tan excesivos
la sabiduría y el deseo que saberlo o no saberlo
lamentarlo o no lamentarlo no evitan la derrota
y la pulsión de Clemencia. No desear Perdón
o justicia alguna, ¡qué triste paradoja!,
es también una forma, ni mejor ni peor
de súplica y Arrepentimiento.

viernes, 27 de marzo de 2009

Alma

La memoria
insuficiente y excesiva
desborda ríos de frío
y siega con afilados
bierzos, fiel cancerbero
siempre vigilante y dañino,
enemigo mortal (las moiras
dictan, los genes o un malvado
Dios) enemigo a muerte
de la vida del olvido del tiempo
y sus granizos más salobres.
Caja de Pandora es el alma
(la imagen es clásica y repetida
e inevitable y cierta) un cofre
enigmático y denso
con la esperanza hecha olvido.

jueves, 26 de marzo de 2009

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Cinismo (con K)

Casi nunca miento. Sólo que casi nunca sé de qué estamos hablando y casi siempre olvido tu pregunta. No te lo tomes a mal, me pasa con todo y desde hace mucho tiempo. Por ejemplo mis laberintos teológicos; no es si hay o no hay dios o dioses ni si son esto o lo otro, es que cuando surgen -en la conversación o en una hierofánica esquina- ni los veo de en mis otras cosas que iba pensando. Con el sexo, el colesterol, el trabajo y la política me sucede exactamente lo mismo. En fin, que me perdones mi despite crónico, y que espero acertar la próxima vez que nos crucemos.

Pd: definición (cínica, con k) de cinismo (con k): mostrar la propia doblez no con intención de desdoblarla sino de multiplicarla, todo ello acompañado del insano y egoísta deseo de ser comprendido, perdonado, aplaudido e incluso amado.

Teología de la Liberación

Estrújame de amor y sexo,
escóndeme entero
en tus papilas gustativas
y tritúrame oliendo
cada bocado que has ido
desmenuzando con la disciplina
requerida; todo muy húmedo
y despacito. Después
recomponme con besos de aire
y saliva, acaríciame hasta el umbral
máximo de alegría y sudor
permitidos, y déjame como nuevo
para que yo te exprima de amor y sexo
y te secuestre con mi lengua
y me des la tuya como rescate,
y así miles de veces, y algunas más,
hasta caer rendidos de dudas,
miedo y felicidad.

26 marzo 09

Hoy he batido estúpidamente mi propia marca: a las 4 estaba ya en la calle, sobre las 5 ante el televisor viendo sin prestarle atención un inmoral programa sobre el internet y los teléfonos de última generación. A las 6 menos cuarto en el Triángulo (café, tabaco, ibuprofeno) gastando servilletas pero incapaz de disfrutar esas horas prematinales... el resto es historia sabida.
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Este es mi mal: el débil no tiene fuerzas para superar su debilidad.
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Este es mi mal: la debilidad es fuerza, una fuerza negativa que te permite respirar mediante ungüentos de todo tipo. Metafísicos, literarios, psicológicos, sexuales, etc.
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Este es mi mal: el débil sufre su debilidad, pero más le aterra la fortaleza. En grados centígrados: el calor es vergonzosamente culpable, y el frío es inasumible. Más aún: conviertes tu frío en tu calor hasta sucumbir de frío y autoengaño.
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Este es mi mal: el débil no cree en sus descreencias.
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Este es mi mal: el débil no es el último hombre sino uno más, y saber esto ni resta ni suma debilidad o fuerza.
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Como hace 25 años, esta noche he dado un largo paseo por calles vacías y mudas. He evitado las avenidas principales y las más iluminadas buscando mejor la soledad, esa extraña e infiel compañera, que es el mejor refugio, aunque a veces duela, y el mejor observatorio, aunque a veces te vele lo más esencial. Intenté resucitar o revivir la experiencia de antaño, de aquellas noches universitarias en que a las 4 de la mañana sentías poderosas y fáciles la vida y la libertad. Mi vigilia, yo era el hombre más despierto del universo, pensaba, se media orgullosa (e infantil) frente a los demás que dormíais indolentes y pétreos. Pero hoy, como era de esperar, todo ha sido muy distinto. Me he sentido muerto, casi muerto, el más leve y descartable de los espectros más patéticos e imbéciles... vosotros dormíais, es verdad, pero estáis vivos porque dormís para la vida. Los años, algunos libros y experiencias han ido limando inmisericordes el esmalte de mi alma hasta dejarla descarnada y en puro nervio, en pura conciencia... en pura nada.
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miércoles, 25 de marzo de 2009

Poema

Cuando me veas triste, un poquito
más achepado y ojeroso, más callado
y tímido (tímido de miedo, pánico
de criajo rendido, tartamudo de frío
y pena), cuando me veas así, por favor,
chiquitica, no me hables de terapias
ni de las crudas leyes de la realidad
infinitamente alejadas del deseo.

En esos días no respetes mi intimidad.
No seas prudente y discreta, y cógeme
con un beso de película y dime al oído
que me quieres a pesar de ti y a pesar mío.

Dios es platónico

Si hubiera Dios, si existiera un ente infinito
y consciente que no sufriera de sordera
o autismo o cualquiera otra enfermedad
teológica, si tal Titán hubiera, me digo
con Bach de fondo, ese Dios contemplaría
el terrorífico Tiempo como una bella sinfonía;
lo percibiría como endomingándose ante un espejo
y se experimentaría dichoso y rotundo a sí mismo.
Y aunque Dios lo deseara con toda su alma
y con toda su infinita esfericidad, Dios no podría
encontrar un sitio para el hombre y los planetas.
No podrían todos los panteones multiplicados,
ni con un infinito tesón multiplicado, transmitirnos
su beatífica experiencia. Si hubiese una deidad
omnipotente y ese inmenso ídolo no padeciera
de enfermedad alguna e intentara invertir
sus incontables energías en el porqué del hombre,
infinitas veces llegaría a la misma conclusión; no hay
hombres ni planetas. Sólo un descuido, como un
mal sueño o un pequeño error, de mi multiédrica
esencia. No hay más que un Dios, se consolaría
satisfecho, un Ente Uno, infinito y múltiple reflejo de sí.

Me temo que Dios es platónico, tal vez spinoziano,
en cualquier caso muy asustadizo y orgulloso, y hace tiempo
que olvidó el incómodo desacierto del hombre y los planetas.

Poema

¡Ay! si fuera lo que yo quisiera...
-ha sentenciado esta mañana con voz vieja
y clara un anciano de más de 80 y rúbeo pelo
en la cafetería de la alameda- Ay, si fuese
lo que yo quiero tendría 20 años y la Amparo
no se habría muerto. Hoy cumplen 12 años
que se murió la mujer, nos ha informado
el anciano sin hablar con nadie, como hablando
solo o reprochándole a Dios. Las tristes
peripecias en el hospital y los hijos que estaban
lejos y no vinieron.

Todavía le quedan años, Manuel, le ha dicho
Pepe muy respetuoso. Sí, tengo casi 86 y no
he renunciado a la vida; sí, pero no tengo 20
y la Amparo ya murió, y los hijos estaban lejos
y no vinieron.

Comentario

¿Para no enloquecer? Tienes parte de razón, y ya buscamos mezquinamente mecanismos para evitar la locura (y también el éxtasis, el placer, el dolor o las felicidades excesivas en el tiempo y la intensidad). Pura homeostasis, en la que cada cual tantea y busca sus márgenes de indolencia y sobreexitación tolerables. Pero el fondo del asunto es que no podemos santificar racionalmente, filosóficamente, tales miserias de nuestra alma y nuestro cuerpo. Dicho de otro modo: si Dios existiese jamás sería platónico ni spinoziano... ¡se volvería loco de falta de ser Él mismo! ¡Un Dios no Dios, para ser realmente Dios! En lugar de Dios, póngase el nombre propio de cada cual.

martes, 24 de marzo de 2009

Leído, comprendido...

... e imposible de compartir. Si fuese tan fácil, amigo, y saber la verdad desnuda y absoluta de todo, sentir la verdad esférica y saciante de una indeterminada cadena de causas, efectos y azares, si fuese tan simple, te digo, amigo, que leería a Spinoza. A la edición de Porrúa le tenemos cariño, ¿verdad?. Leería a Spinoza y me esforzaría feliz por entenderlo. Más me complacerían los escolios, más dubitativos y humanos, menos de manual, donde aparecen a la intemperie el alma y el corazón infantiles del racionalismo y las Ilustraciones. Comprendería a la luz de una razón vencida pero soberana, como si yo fuese un dios desterrado, la realidad y mi lugar en ella, y me acomodaría en feliz resignación; entendería a Spinoza para hacer un sitio en el Ser a la Vida y al Pensamiento, como si la Vida y el Pensamiento fuese acciones neutras, meros reflejos inocuos de la Eternidad. Como si hubiese alguna trascendencia. ¡Cómo si tuviese sentido que hubiese cualquier trascendencia! Pero mis vísceras, derrotadas pero soberanas, no se resignan a tan noble fin. La nobleza, cómo te lo digo, no está en mis manos y no basta con afectarla. Por eso, amigo, lo más universal, solemne, consolador (asumir el terror nos reconforta), como la saliva de un cadáver, es ajeno a mis entrañas. Mis entrañas, futiles, laberínticas y autodestructivas cuando las pones a prueba, son mi realidad; son sólo un accidente, sí, un reflejo sin valor del Universo; pero bien pensado ¡el Ser, el Universo, Dios, etcétera, no son sino accidentes de sí mismos...! o simplemente de nuestros conceptos y miedos y cansancios, me temo. Aunque lo que dice Spinoza (mejor Marco Aurelio que me es más fácil) sea cierto, que no lo dudo y yo también he experimentado la inapelable visión extática de la nada en el ser, aunque yo estuviese convencido de la verdad de Spinoza, amigo, nada significaría para mí. No me entristece ni me alegra el estoicismo o los spinozismos, ni me dan más libertad ni me la roban, sólo que no es la verdad y una tregua lo que busco sino una continua agonía sin sentido que deje lugar a mis deseos epicúreos y me permita, de verdad que siento repetirme, no engañarme ni avergonzarme demasiado cuando me miro al espejo.

Pd (muy poco sensata): mis pasiones son mis limitaciones y debilidades, por supuesto, pero el Universo -o el megauniverso spinoziano- no son mi libertad ni mi fortaleza.

Pd (2): tal como ha ido la conversación, me temo que soy incpaz de distiguir a Platón, el Estoicismo, a Santo Tomás, a Descartes, a Spinoza, a Kant, etc, etc. beatos de la Humanidad (sic).

lunes, 23 de marzo de 2009

Poema

Por muy de buen oficio que sean
me resisto a los eufemismos.

¿Dolencia, alifafe, afección, indisposición?
No. Enfermedad. Es indudable que hay
enfermedad en el hombre. En los rostros
y en los gestos, en las derrotas y los triunfos,
en los sentimientos y las opiniones.

Está en el ambiente y nos afecta hacia dentro
y surge de la esencia misma cada ser, quizá
de la imposible ecuación entre la memoria
y el olvido, entre el yo y sus sombras. O más
simple y aterrador; la contradicción del Nosotros.

Una enfermedad de los ojos, dijo Pessoa;
o del páncreas y la laringe como aseguró Rilke
mudo y despechado por Lou Andreas. Del hígado,
que supuisieron con acierto Dostoievski y Eckart.

Es indudable que hay enfermedad como
atestiguan nuestros más conspicuos enfermos.

El proceso de nacimiento, desarrollo y muerte
que tan bella y exáctamente se cumple en la
naturaleza, en una hermosa flor, por ejemplo,
o en el más vulgar insecto, no se observa en el
caso de los hombres, y en algunos con escandalo.

El desarrollo, la plenitud, la vida siempre
hermosa y poderosa en su pureza y evidencia,
para algunos al menos, es tan ajena como
el sexo, las dudas o la piedad para Dios.

Hablar de enfermedad -rehuyo los eufemismos-
es enfermedad. Hablar de salud no es menos
enfermizo; y enfermedad es buscar pociones
y también lo es el no buscarlas ni desearlas.

Son enfermedad la alegría y la melancolía,
y los hijos y los libros, y los espejos son enfermedad.
Y el amor y el odio, y pensar o no pensar; la muerte
y la vida, en definitiva, son la peor de las dolencias.

domingo, 22 de marzo de 2009

Domingo 22

Carretera. 1000 km. 10 horas. Incomodidad física. Tristeza de volver solo. Estúpidos e infernales laberintos mentales; desde Dios al último bostezo todo aparece superpuesto y punzante. Algo así debe ser el día del Juicio, aunque creo que es incomprobable. Miedo, como siempre que hay carretera, a estar a solas con mis demonios. Son demasiadas horas para engañarme... Llovizna. Aumenta el peligro de la conducción. Pero eso no me preocupa. Deseo, y es un ansia alegre, de humanidad... de demostrame que la Vida no es lo que sé que es, y que a veces son posibles los milagros. Pero, ¿qué podrá mi cansancio -demasiada carretera y años- y qué permitira mi impericia humana...? Soy demasiado yo mismo para saber ser Hombre. Ayúdame, tú que sabes -eso creo- a descubrir lo más humano.

Dinosaurio

En un macroscópico Universo
muy frío -un par de cientos de
grados bajo cero de media-
y monótonamente bicolor
(el negro y el gris claro en
todas sus combinaciones)
voltea sin remedio un pequeño
planeta azulado y tibio donde
el azar ha querido que en ocasiones
las leyes de la termodinámica
se impregnen de calor y conciencia.
Fermento casual de algún rito
de indescifrable sentido.

Los besos y las caricias, las palabras
más tiernas de complicidad, en ocasiones,
son posibles en este opaco mecanismo
inexorable y devorador.

No se redimen el espacio y el tiempo
infinitos y neutros. No se comprenden
el azul ni el deseo que desafían a la física
y a la óptica. No se hacen eternos los tímidos
danzantes que confunden sus miembros
mientras se saborean de deseo y complicidad.

Nada de esto sucede, es verdad, pero sí
es cierto que a veces este inclemente dinosaurio
ciego desaparece y todo el Infinito son
unas miradas y una piel y su ley la ternura.

Porque hay otro Universo, íntimo y sagrado,
el de la memoria.

sábado, 21 de marzo de 2009

Poema de arena

Por ti, sueño de arena, desde esta inmensa
y bella cumbre helada, porque no sé amar.
Otros dioses y otros hombres, sin cruces ni osarios.
Dioses para la vida, dioses que amen, y hombres vivos,
hombres que amen. Desiertos de hombres, infinitos
como sus noches de estrellas entrelazados a otros hombres.
Piernas, pechos y lunas entrecruzados en las miradas.
Confundidas entre caricias las estrellas en los dioses
y en los hombres, y en sus pechos y en sus noches inmortales
se alzarán versos y cuerpos, y no cruces ni osarios.
Dioses humanos que sepan ser dioses, y que no nos maldigan
por rezar a la luna desnuda desnudos sobre lechos de caricias
y miradas. Para ti, amor de arena, para que maldigas
todos los sueños y puedas seguir soñando.

Kerset

Acabado 'Dossier K.' de Kerset. Un personaje extraño; todos lo somos y más aún algunos con un pasado tan tumultuoso. El nazismo y el socialismo real; dos experiencias que han aniquilado la posibilidad de pensar la esencia o el futuro del hombre. Lo lógico-irracional en la raíz de la historia futura. El individuo no tiene cabida en cuanto tal individualidad valiosa en esa sociedad del porvenir.

La necesidad de la soledad, de alguna cárcel asfixiante donde el escritor pueda escindirse de su entorno y ahondar en su fugaz e inconexo interior. La cárcel del Lager, del Gulag, de la superficialidad hedionda de nuestra estupidizada pero bien administrada sociedad actual; la literatura y la crítica que se conforman y celebran el triunfo de la esta Ilustración definitivamente devaluada. Y la 'muerte de Dios', que dijo Nietzsche, como horizonte irrebasable. La necesidad (imposibilidad) de empezar de nuevo. De repetirnos lo menos contaminados posible en cada libro que escribimos o leemos.

Por decir algo

Por suerte o por desgracia -esto depende de los momentos- no hay nadie a quien reprochar o agradecer la existencia.

Somos demasiado simples y profundos como para tener explicación. Merecer, suplicar, exigir, postular, alcanzar, descubrir... son verbos que se conjugan siempre en el vacío.

La lógica de una forma de vida milenaria, planetaria, genética, que lleva inexorablemente al absurdo, la inhumanidad, el malestar, la incomprensión.

No hay sentido real de la vida. Nosotros somos fielmente mortales. Esto significa el desconsuelo más terrible, pero también la posibilidad de la lucidez y de los pensamientos y sentimientos más inútiles y osados.

Reflexionar y sentir en primera persona. Huír de la universalidad e intentar alguna modesta complicidad. Sobre el hecho indiscutible, absurdo y desesperanzador de que estás vivo y de la inevitable memoria que lo conforma.

A pesar del amor más grande siempre descubrimos que no hemos sabido amar. Siempre, cuando ya es casi tarde.

viernes, 20 de marzo de 2009

Poema

Y cuando ya nada queda,
nada por decir
y ninguna imagen es imagen de nada
(ningún ciprés es un falo, y ni siquiera la muerte
o el anhelo de Dios nos entristecen)
y el poeta está tan vacío
como sólo pueden estarlo algunos hombres,
cuando el silencio más pesado
se presenta inapelable,
entonces, sólo entonces, te digo,
estaremos tú y yo un poquito más cerca.

Si ese momento llega, por favor, no busques
el porqué o para qué de esa cercanía, de ese calor,
de ese azar, de esa necesidad. Recuerda solamente
que esa necesidad, ese azar, ese calor
y esa inesperada cercanía son lo único
que tenemos y no son eternos.

Entonces serán posibles las miradas más
penetrantes y las lágrimas más dulces.

jueves, 19 de marzo de 2009

Dosier K.

La autoentrevista novelada (sic) de Imre Kerset: por ahora aceptable, sólo aceptable. Su interlocutor amigo (no sé si de ficción o no, un tal Zoltan Hafner) es demasiado entendido y experto como para dejar hablar a Kerset... algo así como Sánchez Dragó o el Soler... Intento evitar las preguntas y matices eruditos (pero casi siempre estúpidos e impertinentes) del individuo Hafner y rastreo los párrafos más largos de don Imre.

Autobiografía (más objetiva y sin restricciones estilísticas) y ficción (más sujetiva y conforme a los cánones de la novela) como dos géneros distintos para lo mismo: reconstruir el pasado y situar al escritor en ese pasado y su presente.

Mea culpa

No digo que esto sea bueno, pero soy muy egoísta. No ególatra, pero sí egocéntrico. Muy perdido en mis adentros. No menos en los afueras, pero bastante más pragmático e ingrato. Me explico. Mi vocación frustrada (y estuve a punto de alcanzarla) es la de librero, de una librería de viejo. Si me dedico al mundo de la publicidad es por necesidad. Quisiera vivir, ahora mismo y desde hace muchos años, en un otero perdido de Zamora o Palencia -mejor Zamora. En una casa biblioteca de piedra y madera oscura, con chimenea y silencio. No es mi caso actual, y no creo que pueda conseguirlo... La Red y una cafetería no muy alejada me serían suficientes: lo de la cafetería es comprensible, son demasiadas las servilletas escritas en una barra y algunos los libros leídos; 'El mundo como voluntad y representación', por ejemplo. Lo de un ordenador enganchado a la Red es más vil. Para comprar algunos libros, y para charlar con unos pocos (5 ó 6) amigos varias veces por semana. Algún viaje esporádico al Sur o a Roma, pero poca cosa. Y la visita (¿ven ustedes lo egoísta que soy?) apasionada de algún amigo... Soy muy egoísta porque sueño amigos nómadas; fugaces y eternos, volcánicos y discretos.

Horror

He cometido un error, y estoy pagando las consecuencias. La culpa es mía, y sólo mía. Y mira que lo sabía; que no se debe volver sobre los propios escritos. Y ahí fui yo a releer mis 'libritos' de poesía. Qué bochorno de insuficientes y afectados. Recargados, ininteligibles, feos, la mayoría simplemente horrendos. ¿Qué hago ahora? Dos veces en mi vida he quemado casi todo lo que hasta entonces había emborronado... y después me arrepentí. No por la calidad, inexistente con total seguridad, de los escritillos sino por el personaje que los escribió y que cada vez se halla más alejado. Uno termina no siendo dueño de su pasado que acaba literalmente aniquilado; esa mala pasada nos gasta la memoria y la voluntad. No puedo borrar mis indigestas y antiestéticas cuartillas, y dejarlas en paz es no descansar yo ahora. ¿Qué opción tomo? ¿Tendré fuerzas para expurgar cuatro cosillas y el valor de empaquetar en un rincón el resto? ¿Es esto honesto? ¿Por qué el pasado a veces vuelve sanguinario y a traición? ¿Son menos caníbal y anoréxico el futuro y la esperanza? Me temo que no.

Poema hondo

Tengo un páncreas hipertrófico.
Como el que es rubio, miope, suizo,
le toca la lotería o le diagnostican
una buena hernia de hiato.

Un páncreas ultradesarrollado
y en rebelión fisiológica (así me
ha dicho el doctor, pero para mí
que es todo psicológico). Un páncreas
demasiado grande y con las glándulas
absolutamente desorientadas
que se comportan como si fueran las
suprarrenales o las tiroideas pero no como
han de hacerlo las pancreáticas. Se niegan
a cumplir su necesaria función; regular
el nivel óptimo de dulzura del organismo.

Y así me ando con un páncreas gigante y
el azúcar por las nubes.

No crean que me gusta hablar de estas cosas
tan sucias y sicalípticas -que yo también
tengo mis escrúpulos- pero temo que mi
dolencia se agravará si confirmo un último
descubrimiento:

mi inmenso páncreas incompetente
no está situado donde debiera, al menos
donde prescriben los manuales de anatomía
y fisiología. Me lo palpo (reflexivo, triste
y pensando que todo es psicológico)
entre el coxis y la uretra, donde,
según me ha dicho un amigo, funcionario
del Ministerio, debería estar la próstata.

La verdad, empiezo a preocuparme.

Sándor Márai

Las últimas 30 páginas de 'Memorias de un burgués' de Márai casi salvan el libro. Magníficas. En ellas el contenido y el estilo (igual una cosa lleva a la otra) se elevan. Narra la muerte de su padre y la reacción suya como hijo y escritor; se da cuenta de que no puede separar ambas dimensiones... el secreto que sólo un padre y un hijo pueden comunicarse pero que de hecho nunca se dicen. El secreto de la vida, o del hombre ante la vida. Secreto indecible eternamente buscado por la literatura. Cada frase es un acercarse y un fracasado intento por captarlo. La obra de un escritor consiste en el siempre malogrado intento de reescribir la primera línea; el literato es introvertido y ahonda en la propia obra. No existe el libro donde todo se diga... perfecto y acabado; la lentitud e inactualidad de la verdadera filosofía, literatura o poesía. El malestar inacabable de muchos espíritus 'burgueses' (¿kantianos, en mayor o menor medida?) condenados por sus genes a las letras.

'Memorias de un burgués' lo escribio en los años 30, con treinta y tantos años. 'Tierra, tierra', aunque relata los años 40 fue escrita cuando Márai tenía más de 60. Y sus diarios traducidos con más de 80. ¡Más de 1.500 páginas de memoria y autobiografía escritas a lo largo de toda una vida, la obra promete!

Enamorado del periodismo desde siempre, Marai se da cuenta del engaño que tal actividad y vocación esconden; superfiacialidad, apresuramiento, objetividad... lo contrario de lo que significan la vida y el propio alma.

**************
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La amistad, los libros, el amor y la pasión no son la solución. La vida no tiene claves. La vida nunca es solución ni da respuesta de sí. Pero ayudan; los libros, la amistad, el amor y la pasión. Sí, creo que este es orden correcto.

miércoles, 18 de marzo de 2009

¿Soy un cuentista?

Sí, soy un cuentista porque cuento cuentos, normalmente prestados pero a veces propios. Sé que eso no está bien, que el Kinismo (vaya palabra fea) tiene mala reputación (como el dinero y los malos pensamientos) y que no se puede ir así por la vida. Pero, pregunto suplicante ¿qué significa no ser un cuentista? Quien no es un cuenta cuentos desesperado, ¿qué es? Hay cuentos muy lindos (tan falsos como todos, pero maravillosos) que hacen del cuentista un ser bellamente ruín, que hacen hermosas y necesarias algunas mentiras. ¿La verdad? ¿el no cuento? ¿el no cinismo?... para qué, doctos y poetas, para qué sin el hombre, sin mí, sin mis mentirosas y palpitantes vísceras. Yo pienso con el corazón y amo con el páncreas, y los besos más profundos (como queriéndome vaciar en esa boca) los llamo -¡menudo cuentista!- micro-microbesos.

Comentario

Ay, ay, ay, que me dan gato por liebre. Citaré a Nietzsche: "El mundo verdadero, inasequible, indemostrable, imprometible, pero, ya en cuanto pensado, un consuelo, una obligación, un imperativo. (En el fondo el viejo Sol, pero visto desde la niebla y el escepticismo; la Idea, sublimizada, pálida, nórdica, Königsberguense)" La fuerza para lo incodicionado sale de donde siempre, de la voluntad y miedos inagotables del hombre. Que no haya artificio matemático no significa que no se trate de la misma mentira piadosa (o vengativa) que nos acompaña desde los bisontes de las cavernas. Una vis indomable a resguardo de cualquier crítica. ¿Feuerbach? El ayudante palabreo de Conte; quizá, tal vez -según recuerdo en 'Kant y Feuerbach...' de Cabada Castro- un kantiano secularizado. Apóstoles del hijo de Dios, del Hombre.

pd: quiero decir que Kant o Feuerbach son tan coherentes y honestos como lo pueden ser Parménides o Platón o Descartes.

pd (2): hay varios tipos de honestidad; la de los náufragos es ajena a los grandes filósofos.

pd (3): yo no sé hablar como los filósofos, pero cuando hablan despacito los entiendo; ¿se entederán ellos a sí mismos?.

Poema jondo

Ante la cafetería aún cerrada. La radio.
El coche es incómodo y hace un poco de frío.
Radio 3. Mala música y comentarios enlatados.
Sin pensar en nada para no pensar en nada.
Sí, hace frío. La primavera, en primavera,
entra con el sol, a las 8 o las 9.

Ya en la barra. Café y tabaco.
Televisión de fondo. Enervante tanto estúpido
bombardeo desde tan temprano. Deseos
de destrozar el televisor y de que el Universo
calle para siempre y estalle sin hacer ruido.

Llega el de los cupones. El mudo le dicen
y todos se mofan sangrantemente de él.
También es sordo, claro. Le pido el 51147.
Sin ningún motivo. Quiero que salga premiado
e igual ocurre a pesar de la probabilidad (1/99.999),
pero sé que no. Que no a mí, que el 51147 saldría
si lo llevara otro, no yo. Si me conocieran sabrían
de lo que hablo y me darían la razón y me hubiesen
convencido para no jugar... No, yo hubiese jugado
de todos modos, y además, seguro que al 51147.

Comentario

Pues no estará de moda el concepto de la autenticidad (existencial). Pero eso no es un motivo serio para no seguir pensando en términos de lucidez posible y honestidad posible. Lo del autoengaño y el sonrojo ante el propio espejo. ¿'Estupefaciente'? Qué no lo es, qué no segrega el ser humano con cualquiera de sus órganos que no lo sea. La autenticidad no adormece pero sí hace más llevadera nuestra inevitable ignorancia y falta de voluntad y deseo eternos. Pienso, de todas formas, que hay drogas sentimentales y racionales de peores efectos secundarios: la mitología explícita de las religiones y las ideologías, la candidez interesada del cientificismo, las denigrantes y confortables formas de vida 'occidentales'; medios de masas estúpidos para estupidizar, consumismo festero y las sacrosantas leyes del mercado, que más se antojan del bolsillo de unos pocos. A cambio nos quieren hacer creer que somos Ciudadanos y Consumidores libres y responsables.

martes, 17 de marzo de 2009

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Manifiesto discutible

Nunca hay nuevos sentimientos ni nuevas estéticas, ni nuevos hombres (en verdad, hombres, no sé si los hay, ni nuevos ni viejos); ocurre, sin embargo, que a veces lo más elemental parece extraordinario de malgastado que se nos aparece que ni se le reconoce. De tan olvidado que permanecía a los fondos de la Historia y la costumbre. Para eso están lo poetas, para eso vienen al mundo. Nadie los crea ni nos los manda ni los planifica, sino que la misma herrumbre que secretamos mecánicamente los forma para ser la indiscreta y callada cenicienta de los más elevados reinos humanos. Al amar y al odiar, siempre, siempre la hollín más venenosa tras nuestros pasos… … y siempre, siempre, el poeta. Ajeno a cuanto no es de hace un trillón de años, ajeno a la memoria que no sea de antes de cualquiera de nosotros, ajeno al arte y a la estética que él trae en sus bolsas, incomprensiblemente ajeno a tantas cosas… Ve las formas elementales del modo más elemental; ahí siendo, sólo excusas para el rito y el misterio de la vida; para el enigma y la ficción y la danza de los genes y el azar; lo elemental… eso tan indecible, o sólo algunas noches de soledad o junto a un bello cuerpo desnudo… Lo más primario, lo que no se dice -porque lo elemental y primario no discurre- lo más tenue y silencioso… Al amar y al odiar, siempre, siempre… …y siempre, siempre, el poeta.

Comentario

Más fácil de decir que de hacer, y no necesariamente más auténtico (más íntimo y esencial). Es un hacer 'como si'... los como sí cristianos y kantianos que justifican para callarlo el enfado 'infantil' del hombre derrotado y pensante.

Para la 'Ética' de don Benito, las servilletillas de Epícteto y Marco Aurelio. De perdidos al río de la ilusión, la razón, la prudencia, etc; el 'como sí' hecho carne... y habitó entre vosotros.

lunes, 16 de marzo de 2009

Poema platónico

Quiero hablar, como en tantas ocasiones, demasiadas,
del tiempo y sus literaturas, de los dioses y de la voluntad
extraña y la inteligencia extraña de los hombres.

Alguien sabio señaló la belleza y honradez de la monotonía.
Así es, como no lo es menos el esfuerzo por deshilarla
en sus indefinidas unidades lingüísticas y eidéticas.
El alma altanera (sola y alta y sideral; trascendente);
las palabras más repetidas (alma, libertad, dioses, destino,
tristeza, absurdo, mirada, instinto y lágrima);
la luz que duele más que las sombras, tantas veces;
el mar, que precisa de todos los colores para proclamar que carece de color.

Del nombrar desecador y preciso. ¡Qué mágico y ultraexistente
al principio nombrar para descreer de lo más superficial y mortífero!
¡Pero luego todo es sólo esos nombres, esas palabras,
esos sonidos y grafos, esa celulosa y esa tinta,
esos nuevos e innecesarios enigmas
que nos echamos a golpe de libro y amigo unos a otros…!
¡Qué infernal lógica de la conciencia –pues no otra ha de ser
la culpable-, qué fatal necesidad nos lleva de la desorientación a la ignorancia!
¡Qué equivocada, enferma y mortecina es entonces la libertad y sus formas!

La ignorancia y la perplejidad más cansinas son el fruto
o el precio que se paga por la libertad o la autenticidad
o por la mismidad o por la soledad o por la liberación o…
¡no sabría qué decirte ahora, y reconocerte el silencio tal vez sea insuficiente!

¡Y más y más quebradas paradojas!
No sabemos si nuestro sino es resolverlas o plantearlas,
no sabemos qué desear, ni si olvidarlas o cambiarles
el rostro –el lenguaje, los colores, el tono y la música-.
El deseo, el ímpetu incondicionado que pugna
hasta caer vencido en los astros platónicos de la inteligencia.
O el deseo de la inteligencia prisionera de los instintos
hacia el hogar demasiado asexuado e imposible de los intemporales.

Describir y describir escenas ficticias, minuciosas y desprovistas
de trascendencia para trascendernos (repetirnos, ocultarnos, multiplicarnos)
en ellas. Darles un ángulo y una importancia inverosímiles,
reacomodarlas a nuestra subjetiva objetividad.
Mostrar una decadencia innecesaria.
Mostrar una sensibilidad poética –y no preguntes qué significa esto-.
Mostar una sensibilidad innecesaria.
Mostrar una pericia poética innecesaria.

Procedemos de las más expresivas y malditas vanguardias,
para desfondarnos y descreer de ellas.
Venimos de la poesía de la experiencia, y descremos de ella.
Venimos de la nueva sentimentalidad, y descreemos de ella.
Procedemos de los libros, colecciono libros, y descreemos de ellos.
Tanto que amábamos, para descreer tanto y amar escasamente.
Creamos para descreer, pero cada vez más cansados y escépticos.

Nos reconocemos muy vaga e indirectamente en el placer
de la taumatúrgica repetición.
Nos reconocemos muy dulce y suavemente en la paz y el arrullo
del ancestral rito de la renovación; (pero no para renovarnos y renacer,
sino para sumergirnos definitivamente).

También inventar palabras onomatopéyicas, necesarias:
sínide, nebliza, coralina y desdemuzar.

Y muchas palabras y muchas personas son hermosas,
y la hermosura es bella. En ocasiones todo el Universo
son tus pequeños pechos, o no tan pequeños si son todo el Universo.
El tiempo devora al tiempo, y las palabras y las personas hermosas
casi nunca son bellas. Y la belleza no es buena. Y Platón nos engañó.
Y a Platón también lo engañaron… posiblemente no fueron
los dioses ni su maestro Sócrates ni Pitágoras el Mago
sino sus enamorados padres o sus eróticos afectos.

Y hablar de la muerte para que pierda su fatal atractivo.
Decir la muerte de las miles de formas que nos han enseñado
y de las otras miles y miles posibles. Disfrazarla de teología.
Disfrazar a la muerte de muerte,
amortajándola con nuestros límpidos y esféricos sudarios.

Y hablar del tiempo (que vence a la muerte porque es la muerte
en su escorzo más hermoso). Disfrazar y agotar al tiempo
dándole obligaciones metafísicas y éticas.
¡Oh, sublime máscara, el imperativo y el destino estéticos!

La muerte y el tiempo (que exigen un alma hueca y vivísima
y unos dioses inexistentes y eficaces) se anticipan
y se desmenuzan a golpe de luz,
y se alimentan de la vocación poética
más que de la propia vida (siempre más irreal).

Entones la poesía es también el cepillo del carpintero,
un arduo y agotado rasgador de la materia
de nuestra incontable conciencia.

El destino del poema (de cada poema,
o sólo de este poema) surge entonces irremediable:
la humeante materia sobre la que afanarse.
La conciencia.
El vacío y la nada en los pliegues de la conciencia.
Las palabras.
El vacío y la nada entre las palabras.
El vacío y la nada entrelíneas.
El vacío y la nada entre las letras de cada palabra.
Las nuevas palabras. (Acucharse y emonecer;
acucharse con las miradas los hermanos;
emonecer tristes tras los años y los sentimientos).
Manos y corazones de cristal.
Nuevos silencios.
La palabra cristal.
El inexpresivo y rotundo cristal.
Los añicos expresivos –demasiado vivos- y rotundos
de la arena y del cristal.
¡La alquimia falsa de la arenisca de sílice fundiéndose!
El deseo y la realidad (¿la ilusión y el ocaso?)
que como la certeza y la duda son el vacío y la nada,
son la misma verdad, la verdad misma, la única verdad.

Quisiera decir que todo esto es poesía. Y digo que lo es.
Y sé y digo que casi no he dicho nada.
Y sé y digo que sólo busco un ritmo y una repetición nouménicos.
Y sé y digo que busco cierta paz y algún manso placer
en esa paz y en esa paradisíaca monotonía.

Donde no hay... no hay

¿Por qué me empeño en no ver lo evidente? Mi cansancio no es un logro, sino la manifestación de mi falta natural de sustancia. Esto es vergonzoso cuando va acompañado de una capacidad elevada de deseo epicúreo, y sólo significa que ni ahora ni en ningún momento de mi pasado mis posibilidades eran realmente más brillantes de lo que de hecho han mostrado. ¿Qué haría yo con una voluntad e inteligencia mucho más levadas? ¿Nada distinto, como me digo a veces para engañarme? ¿No intentaría tal vez vivir más plenamente y llevaría sin histrionismo mi lúcida finitud?

*****
El mejor mentiroso es el que se cree sus propias mentiras. Yo no me creo ni mis mentiras ni mis verdades. ¿Spleen 'decadente' sin esteticismo?

domingo, 15 de marzo de 2009

Fútbol

Se empeña Pepe en hablarme
de fútbol esta mañana. De fútbol,
de su Real Madrid que goleó (2-5)
al Ath. Bilbao, que no jugó nada mal
(dice Pepe, no sé si para dar más
mérito a sus merengues).

Pepe está eufórico y yo le sigo
la corriente sin ninguna ilusión
ni esperanza en emborronar
algunas servilletas con Dios,
la muerte, tu sexo, la estética
de Panero, la frialdad de Sándor
Márai o la maldición de la memoria.

Cómo le explico a Pepe que no me
gusta el fútbol, que durante la hora
del partido estuve escribiendo fragmentos
de mi diario de naúfrago, y, lo más
importante, que mi equipo de siempre,
como el de mi abuelo y mi padre,
es el Ath. de Bilbao, y que no puedo
compartir su inmerecida felicidad.

Buenos propósitos

Es un viejo hábito. Muy de mañana, entre café
y tabaco, me hago buenos propósitos que incumplo
escrupulosamente nada más salir del café bar.

Por eso últimamente mis buenas intenciones
consisten sólo en intentar realizar mis buenos
propósitos, prudente e inteligente fórmula
pero de idéntica ineficacia, como pueden suponer.

He optado por no sugerirme ninguna intención
y acallar mi pequeña mala conciencia con artificios
y señuelos, un noble y elevado camuflaje, me digo.

Poesía, filosofía, buena literatura y memorias
y diarios de individuos muy grandes; inmensidad
relativa a mi tamaño, evidentemente. Con ahinco
y cinismo fundamento mi ateísmo interesado.
Me enamoro para sentirme más solo y más viejo
y anhelar románticamente tu sexo. Incluso he
memorizado decenas de prospectos farmacéuticos
para imaginarme un burgués maldito. Etcétera.

Un sin fin de artefactos cerebro coronarios que no
exigen ningún propósito, ni bueno ni malo,
y que van difiriendo mis buenas intenciones,
demasiado domésticas para hacerlas poesía:

Dejar de fumar,
no tomar café,
dormir 7 horas y no echar la siesta,
hacer algo de ejercicio
y olvidarme de las grasas saturadas,
la cerveza y el aguardiente
(todo esto por el colesterol, que es más
dañino que el amor o la tristeza),
no olvidar el nombre de mi mujer ni las fechas
del cumpleaños de mis 2 ó 3 hijos. Etcétera.

sábado, 14 de marzo de 2009

Sábado noche

El futbol en la tele, el Kertesz y Márai en las manos, y dos lexitín 3 recién tomados. En la cabeza, sin embargo, nada de eso, sino el aciago y extrañísimo y larguísimo día -demasiado inacabable, de hecho aún está aquí- con sus sombras y sus pequeñas y fugaces luces. Un día de otoño, de noviembre cerrado. Deseando que llegue el sueño y desaparecer, pero con el convencimiento soterrado (un regusto amargo e indefinido) de que dormir ahora es un acto de cobardía sin posibilidad de hacer nada para 'adecentarlo'.

Sábado tarde

El día, que por los adentros va muy torcido, va dando muestras de cansancio o compasión. He podido estar un par de horas con L. hablando y hablando de libros; hasta me ha prestado (y he prometido leerlo y devolverlo antes de 2 semanas; ¡dos promesas seguidas y cumplirlas! ¡pero si yo no soy ni cristiano ni kantiano!), me ha prestado L. , digo, el libro de Imre Kertész 'Dossier K.'. Una especie de esbozo de autobiografía, 200 páginas en letra gorda. Sí lo leeré, que lo he prometido.

Cosas tan estúpidas como esas dos horitas, ¿por qué me resultan tan gratificantes, tan medicinales, en momentos en que todo es imposible y no sabes realmente qué quieres, y lo único realmente cierto es un malestar infantil?

He comprado por 2 euros un librito sobre homeopatía. Porque hoy estoy flojillo, que si no cae por 12 euros un casi Kamasutra ilustrado (sobre masajes terapéuticos). Pero hay que cuidar la economía y la propia ansiedad. Intento ser kínico e irónico, pero me sale regular (me da vergüenza, aunque debería escribir 'asco', el parrafito que estoy escribiendo) y termino después de este desahogo, más melancólico (ya noto como la tristeza va subiendo). Lo escrito, escrito está.

También he comprado por 5 euros, en Minotauro y edición de lujo e ilustrada, 'El anacronópete' de E.Gaspar. como dice la contraportada, el autor que se adelantó a H.G.Wells e inventó la máquina del tiempo. Un buen libro, pero no sé si lo leeré.

Me ronda la idea escapista (puesto que no soy capaz de escapes realmente heróicos o definitivos; soy un cobarde que se excusa en la voluntad de 'ser testigo' de la propia disolución), me atrae la idea de acabar el Márai (me quedan una 50 páginas del volumen primero) y leer sólo historia. En concreto 3 mamotretos que tengo de Fernández Álvarez sobre Cervantes, Felipe II y el siglo XVI en general.

Pd: 'El artista del hambre', nada quiere pero no puede dejar de desear. Por eso no se suicida y lo que hace es convertirse en su propio público. Una voluntad de voluntad insaciable y paralizada (por la lucidez y la mediocridad).

pd (2): la güiquipedia no es muy fiable, pero me ha llamado la tención lo de E.Gaspar, de segundo apellido Rimbau(d).

A la hora del primer café

Los animales son más inteligentes
que las criaturas, decía solemne
esta madrugada un paisano
con un 103 en la mano sobre la barra
de mi particular ateneo.

Un solo palo es suficiente
para que el animal escarmiente,
pero a nosotros, decía ese hombre
como si supiera de lo que hablaba,
ni con dos ni con veinte
y siempre volvemos a por más.

¡Tontos, estólidos escribe el poeta,
somos tontos! concluía el orador
mientras Pepe le llenaba la copa,
el de los iguales aparecía y todos
nos echamos mano a la cartera
olvidando tan exacto discurso.

Kavafis

De Kavafis, el de Ítaca. Más terrorífico en este poema:

LA CIUDAD

Dijiste: "Iré a otra ciudad, iré a otro mar.
Otra ciudad ha de hallarse mejor que ésta.
Todo esfuerzo mío es una condena escrita;
y está mi corazón - como un cadáver - sepultado.
Mi espíritu hasta cuándo permanecerá en este marasmo.
Donde mis ojos vuelva, donde quiera que mire
oscuras ruinas de mi vida veo aquí,
donde tantos años pasé y destruí y perdí".
Nuevas tierras no hallarás, no hallarás otros mares.
La ciudad te seguirá. Vagarás
por las mismas calles. Y en los mismos barrios te harás viejo
y en estas mismas casas encanecerás.
Siempre llegarás a esta ciudad. Para otro lugar -no esperes-
no hay barco para ti, no hay camino.
Así como tu vida la arruinaste a
quíen este rincón pequeño,
en toda tierra la destruiste.

:

TRAVESÍA (del amigo A.Host)

Zarpas. El radiante día refleja
guiños de plata sobre el agua.
La mar, ahora calma y plateada,
te llama en un íntimo susurro:
‘¡avanza y quema el pasado
y quema el porvenir!’.

Duras miradas y enjutos corazones
se alzan en los espejos y en los rostros
de tus compañeros para aterrar
y detener tu tímido paso.

No avanzas ni alcanzas lugar alguno.

Zarpé, sin embargo, y navego sin rumbo,
derrotado, vacío el hígado, vacíos
el cerebro y el corazón,
y prisionero de mil melodías.

Zarpé, y hagan otros su propia travesía
involuntaria y maldita; zarpé
para dar nombre a metas imposibles,
a absurdos límites, a mi imposible hogar:
Itaca.

BUENA MÚSICA

.

BUENA MÚSICA

Sábado del 2000 y algo

Día de spleen inverso. Ni siquiera la inercia, es la ley de la gravedad la que guía esta mañana mis imposibles pasos. Las molestias físicas serán una consecuencia, quizá la causa, pero nada adelanto sabiéndolo. Márai aquí al lado, 'Golen' de Panero, y unas paginillas sobre la vida y suicidio de Márai y otros sacadas de la red. Esta mañana soleada huyo de la música y de leer, y no me apetece realmente otra cosa que sumergirme en algunos libros con alguna canción -hoy, clásica, Bach,- de suave fondo. El pequeño infierno de que yo soy capaz es más que suficiente para abrasar hasta las cenizas a una legión entera de enanos desarrapados a mi imagen. No siento la finitud del hombre, sino mi propia y prescindible trivialidad. Siento repetirme, pero no hay otra palabra: patético. Estúpidamente patético. Disparatadamente imbécil y vacío.

Quizá un imposible café descafeinado muy lento contigo, para que me permitieras presumir de una fuerza e ironía (kinismo) de las que carezco, más aún a solas en días como éste. Sí, muy vil, muy poco kantiano y muy poco cristiano (en el fondo son la misma cosa) ser tan egoísta y pragmático e interesado con los amigos. ¡Vente, y nos escondemos unas horas entre cervezas y orujo!

(El adaggio, claro)
.
(Me quedo con las imágenes)

jueves, 12 de marzo de 2009

Poema 2

En el Sur el viento es más cálido,
la luz y miradas de ojos oscuros
más ciertas y humanas.
Eso afirman los manuales de geografía
y lo aseguran los poetas.

En el atlas de los deseos
el Sur siempre se pinta de rojo hirviente,
el color de la sangre más viva. El Sur
es tórrido, el Septentrión azul de escarcha.

En el Sur, dicen, no se conoce el frío
pero es en las riveras del ditirámbico Sur
donde se hallan los más terroríficos laberintos
de hielo. En el Sur, dicen... pero fue en Sur
donde nació el primer hombre, la primera danza
y los primeros dioses.

Del Sur, el Sol y el exilio.
Del Sur, el último hombre.

Carretera

Carretera, carretera, ibuprofeno, tabaco, gasolineras, ansiedad, miedo (¿en qué y con qué ánimo pensaré obsesiva e innecesariamente?). Anticipo el infierno de mañana. A ratos, la radio y un poco de olvido, demasiado escaso. 10 horas al volante. Como un destino en el que mejor no pensar. Una sangría de energía, de mi cada vez más apagada fuerza. Los años, sí, y que he hecho de la contradicción consciente un hábito, casi una adición.

Psalmo 2

Oh infinito ausente
de estruendoso silencio,
por qué, ¿por qué permites
nuestra lejanía, por qué
que te hayamos olvidado,
por qué la fe, cualquier fe,
la del niño y la del anciano?

Nos diste el cielo y la arcilla,
el fuego y el hielo,
la libertad y el miedo
para que viviésemos
y Tú y nosotros alcanzáramos
la felicidad y la dicha,
pero ocurrió de otro modo
más grotesco, ya ves.

Nada de eso disfrutamos,
y te maldecimos y lloramos,
erguidos y de desgastadas
rodillas como tu eternidad
y nuestro mísero tiempo.

Escupe infinito olvido sobre mí,
o infinito amor, infinita luz
e infinito Tú mismo.

Escupe fuego mortal.
Empieza de nuevo tu obra
ahora que eres más sabio,
ahora que sabes
que hay Diablo y hay hombres.

Tu nostalgia, Dios Infinito,
es menor que la mía.
Tu frío, también. Nunca
entenderemos tus lágrimas
ni tu risa. Acaso ¿lloras
y ríes al compás de tus hijos,
o tienes tus propios motivos
en otras eternidades y universos?

No entiendo ni creo,
infinito ausente. Tú me hiciste
y te reprocho que no existas,
no puedo perdonarte
que hayas muerto para el hombre.

Poema

A veces cuesta trabajo no admitir las verdades más evidentes
y sin remedio, no oír todo aquello que sé y que me digo algunas
mañanas al afeitarme. En cada mentira y en cada gesto mendaz
anida una gran verdad. Supongo que es una acertada definición
de la existencia.

La voluntad es una dentellada al aire que se duele a sí misma
y ciegamente repite y repite hasta la sangre y hasta después
de los colmillos y la esencia. La voluntad está vacía y empuja
y empuja hasta la nada y hasta más allá de todas y cada una
de las edades. Que la voluntad, mirad a Nietzsche, es salud y
es enfermedad, que la alegría es un desacierto del cansancio,
como el hombre de Dios, y que no hay mejor paliativo que
las lágrimas, la entereza y el baile, todos impracticables
como algunos caminos cuando la tormenta. La palabra
voluntad y la voluntad son la clave, y que esto nada vale
en un mundo y en un corazón y en una inteligencia
tan desmenuzados y descompuestos, tan en su punto de hedor.
Cochambre a fosa común. Frío de cementerio profanado.
Acertadas definiciones de la vida. La voluntad es fría, aunque
la imaginemos cálida. La voluntad es griega, aunque la creamos
oriental. Amarilla, aunque la soñemos blanca, roja o azul.

Que la voluntad es un atributo del viento, de los hombres
y de Dios, y que esto sólo demuestra que ni Dios ni el viento
ni los hombres existen; o que tal vez existan torcida y levemente,
en cualquier caso un error multiculor, laberíntico y hediondo.

La voluntad es lo más tenaz, pero no es suficiente para saciarnos
y ella es insaciable. La voluntad -lo más real e intenso- es estéril.
Los hombres, y también tú, somos sangre yerma y huecas palabras,
tentáculos lastimosos de una gran medusa traslúcida e impotente,
irresistible, casi infinita pero incapaz de Ser ni de parir Ser
ni aún su sombra o los despojos de una memoria o un futuro.

La voluntad, sin embargo, no sucumbe. Por definición es eterna
como demuestran las leyes de la termodinámica y nuestra terca
insistencia. La voluntad desesperó del universo, buscó refugio
en nuestras almas y ahí sobrevive a costa de nuestro propio
vencimiento. Derrota del fruto agusanado. Esperanza y olvido,
la llaman algunos, amor y fe, otros. Deseo, azar y libertad, muerte
y eternidad, son más exactos. La voluntad es nocturna.
La voluntad es tímida. No es soberbia pero sí altiva. Compasiva
sin engaño. La voluntad mide sus fuerzas con la Luna y las estrellas
y no con el Sol (a cuya luminosa y cálida sombra todo se calcina).
La voluntad es sabia, dulce y lentamente sabia como algún amigo
y algún libro, quizá como el espejo en que te afeitas cada mañana
mirándote los ojos y sosteniendo una fría navaja.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Otro poema sin título

Hoy, 10 de marzo, viene mi sombra vestida de cielo,
de cielo de noviembre. Embozado de cierta manera
se acerca mi espeso reflejo y lo puedo palpar,
y hasta olerlo. Tabaco y viejos libros. Café y destiempo.
Mi sombra, mi voz. El resto, un cuerpo sin puertas
ni ventanas, un eclipse de mi sombra. El sentimiento,
el poema, las luces, la inteligencia, un eclipse de vida.

Puede que sea este extraño otoño que dura ya tanto,
o tus fugitivos y generosos ojos o la ginebra de anoche,
puede ser, pero hoy, no puedo remediarlo, me persigue
con esperpénticas muecas mi sombra vestida de mí.

Sin título

Supe lo que eran… cuando descubrí que no existían.
La vida, la juventud, la inocencia, la felicidad, el tiempo
infinito, la salud sigilosa y absoluta, la esperanza, el sexo,
los guiños esquivos y los besos equivocados y sabrosos.
El tiempo, los hijos y una indeseable intuición
me han enseñado con crueldad la fugaz e inútil verdad.
Para ser sincero he de reconocer que ahora que los perdí
sigo sin saber qué fueron, y creo que ya no me importa.

Compra de libros

Lo que busco de Monterroso, o mejor dicho, los libros de Monterroso que me buscan a mí:

Lo demás es silencio (novela, 1978)
Viaje al centro de la fábula (entrevistas, 1981)
La palabra mágica (cuentos y ensayos, 1983)
La letra e: fragmentos de un diario (1987)
Los buscadores de oro (autobiografía, 1993)
La vaca (ensayos, 1996)

No es mucho, y difícil de encontrar en directo. Por iberlibro la dificultad está en encontrarlos en una sola librería (gasos de envío), y que esa librería no sea la Casa del Libro (no admiten contra reenvolso, los muy descofiados).

Son buenos libros, la vida son 3 días, 'por una vez', 'sólo por esta vez'... fórmulas de la mendicidad libresca. Cachis en los pobres, empezando por mí. La mejor solución: darleal enter de aceptar en Iberlibro y que salga el sol por donde pueda.

Comentario al comentario

Comentario al comentario, sobre otro comentario. Vaya lío. Admito que la barbarie es peligrosa en todos los sentidos, y que también es una forma de barbarie, no sólo Stalin y Hitler -y todos los Stalin y Hitler de cualquier tamaño que han poblado y pueblan el planeta (no menos de una docena por barrio)- no sólo stalin y Hitler, digo, sino también la vulgarización y mediocridad consentidas y mimadas son una forma de animalizar lo humano. Sobre ello podemos hablar, claro, pero sin olvidar que el interés es la propia individualidad. No quiero cruzadas ideológicas, ni religiosas ni Ilustradas en nombre de la Humanidad.

Insisto en que me gustaría saber qué es la compasión. No quiero pensar que sea mero buenismo cobarde o pragmático, y quiero creer que es un elevado y fuerte renunciar a 'aprovechar' la debilidad o el miedo o la ignorancia de otros. No sé explicarlo muy bien. Sé cómo he llegado a esta convicción, pero no sé bien cómo explicar(me)la y hasta qué punto puede ser uno de esos sentimientos y convicciones que algunos, en un Jardín, podríamos compartir.

Rollo

Se puede ser kantiano, o epicúreo, o lo que se quiera. Lo que ya no es posible es serlo y además pretender que lo social y lo político, así en abstracto, lo sean también. Uno puede ir buscando su incómodo acomodo consigo mismo (un continuo luchar contra las propias inclinaciones vulgarizadoras) y hasta aspirar a cierta coherencia individual. Lo que es erróneo, imposible y perjudicial para uno mismo, es pretender cambiar lo de fuera -la sociedad y sus formas- conforme a tus criterios individuales, que son de uso y valor exclusivamente personales. Ese platonismo Ilustrado encubierto, o ese apostolado cristiano solapado, no son de recibo.

Podemos constatar la distancia entre tu yo y la sociedad en que te encuentras. Cuanto mayor es la distancia, mayor es el grado de autoconocimiento y 'libertad moral'; por contra, cuanto más identificado te sientas con lo exterior, menor es tu capacidad autocrítica y tu 'libertad moral'. A mayor satisfacción, menor individualidad. Quiero decir que soy capaz de percibir como una agresión hacia el centro de mi ser ciertas formas y maneras culturales, sociales y políticas. Puedes denunciarlo y hasta descubrir los ocultos mecanismos de esa agresión. Lo que jamás podrás, sin embargo, es cambiar ese entorno hostil. Sus leyes son otras, hasta me atrevería a decir que tan legítimas como las tuyas. Se debe ser pragmático (que dice Kant) en lo político y social, pero se ha de ser moral (honesto con uno mismo, y no avergonzarse ni engañarse demasiado ante el espejo) en lo individual.

El pragmatismo, la prudencia, me llevan a renunciar a lo social y político y cultural como dimensiones importantes para mí. Mera supervivencia. La honestidad conmigo mismo me hace experimentar el problema de por qué existo, y qué es existir, etc., como el central y más valioso de mi azarosa y desechable individualidad.

Pd: en mi mismidad -¡vaya palabra de filósofo!- caben ciertos rostros, evidentemente, pero no la Humanidad.

Pd (2): dice Sándor Márai que nos engañamos cuando, él lo llama naturalismo, pretendemos centrar nuestra individualidad en mostrar -vomitar- nuestros siempre míseros pensamientos y sentimientos más íntimos, y por lo mismo confusos y cambiantes. Eso decía Marai con 30 años y muchísimas ganas de decir el mundo y su lugar en él... ¡comprobaré cómo su angosta su inocencia! Como se dice, allí -aquí- lo espero.

Pd (3): borrador de reflexión para consumo incoherente interno: tal vez una lectura del Mito de Sísifo de Camus al modo de Ciorán, como si fueses el único ser vivo y consciente del Universo.

Pd (4): intentaré moderar y ser más discreto con mis tetrapléjicos poemillas. Soy un poeta póstumo (esto es una broma).

martes, 10 de marzo de 2009

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Comentario

Pues tiene razón el escoliasta. Y además está muy bien dicho. "El alma estragada ha encontrado su razón en no creer en las diferencias. Quienes son amados no serán, ni para nosotros". Y continúa con igual acierto: "Mi libertad, mi razón, esta conciencia que me obliga a desligarme ya: no quiero ver desde ya la luz en los rostros que no quieren o pueden amarme. Pero esa aversión la tengo que transformar en..."; aquí hay dice 'virtud'. Sí y no; la kínica (no cínica, para evitar polémicas y malentendidos) virtud de la honestidad (casi nunca feliz y casi nunca pacífica)... no la virtud de la 'bondad'(¿bobalicona?) (sic) (?).

Sí desearía que usted me aclarara lo de la bondad. Alguna vez hemos estado de acurdo en lo de la compasión. Si no recuerdo mal era algo así como el noble reconocimiento de la derrota; ¿para qué más inquina y ruindad? Acláreme esto, señor.

Pd: siento no poder pensar y escribir más reposadamente esta tarde. Asuntos domésticos (un ente llamado Leo) no me deja en paz... ¿La madre de la criatura? En sus obligaciones pedagógico burocráticas. Asco estrés. The Cure es mejorable, dicho queda.

Poema Jaja

Me pediste una carta de amor
y yo te regalé una caja de bombones,
un cupón de la ONCE, un libro de Sartre
y un rosario de la Virgen de Fátima. Te
reíste sin insistir en lo de la declaración
sentimental, y dejamos pasar el tiempo.

Nos comimos los bombones,
el cupón no salió,
descubrimos que Camus es mejor que Sartre
y que el rosario estaba hecho en China (porque
no se produjo ningún milagro).

Nos enredamos con las palabras,
que en ocasiones es más excitante y agotador
que enredarse entre sábanas, y nos
hicimos expertos chocolateros (todos los días
nos convidábamos hasta descubrir que el belga,
aunque el Nestlé no está mal, es el más apetitoso).
Nos aficionamos a la lotería -bonoloto,
primitiva, nacional, del jueves
y euromillón- hasta quedar casi arruinados.
Leímos, en los parques en cálidos atardeceres,
la obra entera de Kant, Schopenhauer y Dostoievski;
y nos hicimos coleccionistas de amuletos
sagrados de todo tipo y religión.

Vivíamos muy felices, como se dice.
Pero una noche te hallé muy pensativa
y te pregunté -¡tonto de mí!- en qué pensabas.

Una carta de amor, dijiste con media sonrisa,
una carta de amor...

Y yo rápidamente te compré un camión
de bombones belgas, una chocolatera profesional,
una tragaperras (que pusimos en tu salón),
las obras completas de Unamuno y la Larús
en 130 tomos; hasta el brazo incorrupto
de San Saturnino el Casto robé para ti.

Nos sonreímos una vez más, y continuamos
nuestra particular historia de amor.

Con lo fácil que hubiese sido decirnos
cuánto nos queremos y habernos metido
en un fotomatón para amarnos hasta fundirlo.

lunes, 9 de marzo de 2009

Frío

Hay días especialmente fríos. Peor que levantarse sin ganas o que arrastrarse durante horas carcomido de insatisfacción e impaciencia, peor que todo eso es sentir ese día, hora a hora, como símbolo indiscutible de tu existencia entera. Ya vendrán momentos menos ácidos, y hasta puede que esta tarde me anime leyendo a Marai y A.González. Puede ser. También me da ánimos saber que mañana, como aquel que dice, no habré de soportar a mis insoportables condiscípulos. Todo empezó torcido; antes de las 6 ya estaba en la cafetería con la cabeza bien lejos y resacosa (resaca de sentimientos y palabras mal fermentadas). Después, en días así tan en la cuerda floja, un sólo gesto de frialdad o de huída te traspasa hasta la médula y te dejan tambaleante. La vida, qué cosas. Con lo insoportable que es tantas veces Marco Aurelio y lo que lo envidio en ocasiones: un alma fuerte, templada; sacar pecho y tragar saliva. Risas y cínica actitud. ¡Ya estamos con lo del cinismo, pues sí que me ha dado! Mejor no seguir.

Sándor Márai: en la página 196 he encontrado las primeras líneas realmente valiosas: su ser nómada y dolorosamente apátrida. La patria es la patria, y es Dios, y es la familia, y son los amigos, y son los libros, y es uno mismo (que no termina de cansarse realmente de sí). Qué esfuerzo titánico y hueco. ¡Se suicidó a los 89 años!

El dinosaurio (para MLL)

Cuando despertó, el dinosaurio
aún estaba ahí. Dijo Monterroso.
De acuerdo, el diplodocus
o el tiranosaurio es la vida.

Siempre presente,
mastodóntica,
paciente
y con cerebro de reptil.
Despiadada.

Es como despertar
de una pesadilla
para caer en ella
y realizarla,
ahora en tres
o cuatro dimensiones.

Un laberinto.
La profecía del laberinto doloso
en que estamos inmersos
desde hace tanto.
Desde la primera palabra, posiblemente.

Que el tiempo no pasa,
que pasamos nosotros
a una velocidad imposible de calcular.
Fósforos escasos.
Bengalas de juguete humedecidas e impotentes.
Luciérnagas ciegas y oscuras.

Un mohín, que ya dijeron, de vida y sueño.
No, sólo un mohín.

domingo, 8 de marzo de 2009

Comentario

Pues creo que es eso. Pero no sé qué significa: que somos capaces de detectar la no verdad de las grandes y pequeñas mentiras (a las que por costumbre, cobardía o pereza llamamos 'verdad') sin ser capaces de decir o hacer nada realmente verdadero. ¡¿Qué es lo verdadero?! Qué ha de salvarnos entonces si la consciencia y la inconsciencia llevan al mismo páramo radicalmente insatisfactorio. Lo mismo con la esperanza y la ilusión. Ninguna 'pequeña cosa', artificial o espontánea no es esencialmente afín; es más que ambigüedad; en el juego de aceptarlas y desecharlas de continuo vamos matando tristemente el tiempo. Tú dices una conciencia sin retorno, sin futuro diría yo.

Una conciencia infinita, una voluntad infinita y una bondad infinita, después del supremo esfuerzo de desnudar absolutamente la relidad y a sí misma no encontraría otra cosa que un muro negro insalvable o un abismo negro aterrador. A veces vislumbramos eso... y no sabemos dar razón de ello. Es la verdad, que nada es... Y el resto es silencio, llanto, cobardía, sexo, libros, olvido, etc. Nada.

Un relatillo antiguo

Érase una vez, dentro de unos miles de años, cuando la Humanidad toda de todos los siglos y credos haya por fin muerto, que sonarán estruendosas las trompetas por el Universo entero (ahora ya vacío de materia y enfermedad) para llamarnos a todos al gran acontecimiento; el Juicio Final.
Carnes y huesos, corazones y cerebros, almas y odios y amores, volverán a juntarse en cada resucitado. Los amigos y los amantes, y los padres con sus hijos (y con los de éstos, etc.) volverán a verse y a tocarse y a amarse. Los antiguos enemigos (las víctimas y sus verdugos, por ejemplo) también serán partícipes de tan mágica comunión.
Esperaremos unos instantes (tal vez unos milenios en tiempo actual) y el Dios, o alguno de sus Ángeles, nos harán pasar a todos a la Gran Sala. Uno a uno seremos escuchados, infinitamente escuchados y comprendidos, por el infinitamente bondadoso y sabio Dios. Cada uno verá y comprenderá infinitamente su propia existencia, tan absurda e incomprensible ahora. Y cada uno comprenderemos y acataremos el infinitamente justo veredicto de Dios...

- ¡Todos al Cielo, que ninguno sois culpable de no ser Dios!. Disfrutad desde ahora todos de la Eterna Felicidad; que si bien nadie merece realmente el Paraíso, tampoco creo que ninguno de vosotros merezca el Infierno.

Todos, los más, harán loas de Dios. Y sus lágrimas de contento acaso rediman todos los milenios de ignorancia y error que la Humanidad soportó.
Quiero pensar, y ahora lo dejo por escrito para que en ese Día mi suerte quede sellada, quisiera creer, os digo, que el Buen Dios, ese Día de Perdón y Gracias Infinitas, me concederá mi verdadero Cielo;

-Quisiera, Buen Dios, que me vuelvas a la Muerte, y que me prometas que nunca jamás tu Divina Benevolencia me volverá a despertar.

Sin título (poema malo, malo, de verdad)

De qué infernal mecánica soy un ínfimo engranaje
me pregunto cada vez que ciegamente y con afán
y pánico inservibles me arrojo sobre una sucia cuartilla
para contar, una y otra vez, esta historia pequeña y ridícula.

Me empeño en buscar cómplices. Insisto en que el naufragio
es universal y que sus efectos sobre ti y sobre mí y sobre nuestra
cultura son irrelevantes. Me persuado del holocausto universal
y de que es inapelable esta hecatombe sin dioses como una orgía
de vacío en el vacío más allá de las palabras y los gestos más básicos
y decisivos. Y es inconcebible, me digo, que lo trágico sea valioso.

No desconozco la desesperanza de Pascal y de Kant, pero arrojo
como por deber (pero yo sé que no existe la moral) sus ilusiones
y trápalas infantiles, su conmovedor rosario laico. Una deformidad
del sentimiento, me digo, para recordar que el Vacío es Universal
y que nada ni nadie puede escapar ni pedir justificaciones ni justicia.

El cielo estrellado sobre mí...
que me comprime y tritura.
Y no hay más.

Una orgullosa caña...
podrida y partida en mil astillas.
Y no hay más.

E insisto como un viejo aburrido y parlanchín en esconder
mis temores y debilidad y digo siempre lo mismo.

Por qué.
No el porqué del Universo, que nada me importa.
No el la sociedad, de la que soy un correcto y descreído inquilino.
No el del amor y el sexo, tan contradictorios como la vida y el olvido.
No el de mi absurda existencia (1/4.000.000 de espermatozoides
ciegos, todos de escasa calidad y todos prescindibles).

El porqué de escribir, de escribir yo aquí ahora sobre esta barra
con olor a café. Por qué declaro bajo juramento ante un inexistente
tribunal monótonamente y sin necesidad siempre lo mismo...
hasta engañarme, hasta falsificar mis propias mentiras y huir
la verdad; que es sólo una insana palabra que con palabras no se
puede hablar. Porque la verdad no se puede decir ni hacer ni sentir
de ninguna manera. Tan inapelable y fría es la verdad.

El naufragio es evidente.
Es innegable este alud de errónea existencia
sobre la placidez de la nada y la inconsciencia.
El hundimiento se puede describir y se puede sentir
y hasta se pueden compartir algunas certezas y temores.
Nada más está en nuestras manos, en mis manos.

Pero es imposible, por mucho que pregunte a mis preguntas,
explicar para qué. Para qué el Universo, para qué y por qué tu y yo,
y por qué sigo escribiendo este patético psalmo ateo.
Muchas son las respuestas posibles y en todas ellas podría creer
pero ninguna, ¡por qué!, me vale. Y dudo -que me perdonen la poesía,
los filósofos y los hijos de Dios- que sea posible otro verso final.

sábado, 7 de marzo de 2009

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Kantismo

Tras largas horas leyendo y releyendo A 98-106
y B 165-209 de 'Kritik der reinen Vernunft'
y tras estudiar concienzudamente los más
renombrados comentarios al criticismo (Körner,
Rábade, Cassirer, Villacañas, Vernaux, Deleuze,
Goldmann, Philolenko, Ross y Strawson; sin olvidar
a Hegel, Schopenhaeur, Heidegger y Copleston )
he llegado a mi propia opinión respecto del valor
y alcance de la apercepción trascendental kantiana.

Por supuesto que algunos discreparán de mi interpretación,
pero les aseguro que es la que honestamente puedo comunicar,
y estoy firmemente persuadido de su acierto.

Como se empieza un buen libro, acariciándote
y palpándote toda por fuera. Llevaré mis manos
bajo tu blanca y minúscula túnica casi transparente,
esperando impaciente tus manos sobre mí.

Jugaré con tu pelo largo castaño mirándote a los ojos
para coger tu boca con la mía. Y te comeré a besos.
Besos de labios cerrados y rápidos, y besos de saliva
y muy lentos -para olerte y saborearte y que mi memoria
nunca lo olvide. Entonces caerán las ropas al suelo
y quedarás toda desnuda y te contemplaré largo rato
hasta que te sonrojes y me tires sobre tu cama.

Acaricinado levemente tu cara y tus pequeños
pechos rosados te dejaré hacer y te pediré entera
tu lengua para sorberla. Te quedarás entonces,
entre miles de besos, esperando mis manos.
Con los dedos recorreré tus bordes para detenerme
en tus nalgas y saborearé tu espalda mordiéndote
el cuello y las caderas y bebiendo todos tus centímetros
de blanca piel despierta. Cálida y cada vez más húmeda.

Al final, como un buen vino, degustaré tu sexo.
Muy despacio, hasta derramarlo.
Muchas veces, hasta que mi boca se llene de ti.
Después, tú, haz conmigo lo que quieras.

Realmente pienso que la obra kantiana, su idealismo
trasudoral, está injustamente desprestigiada. Ahora,
tras este poema, pienso estudiar B 165-209 donde
se acalara lo de la esquematización categorial.

Manifiesto estético (segundo borrador)

Alguien, quizá Rimbaud o Trakl,
me enseñó el verso libre. La notación,
el mensaje, la vida desengañados y libres
que exhalan los más fatigados pulmones.

Y sé que las figuras del poema
y las leyes de la métrica son siempre
rencorosas cacofonías. Disimuladas
ilusiones de la belleza, el bien
y la verdad. Del miedo esquelético
que nos mantiene en pie.

Que hacer poesía es sólo contar cosas
y que no importa cómo ni qué. Referirlas
como a la lumbre en una cruda interperie
en el momento propicio, cuando la vida
se desvela toda entera en fragmento,
tragedia e ironía. Cuando narrar
y rememorar son la única opción.

El poeta, queda dicho, es un demiurgo
de la nada y los poemas extraviados artificios.

Manifiesto estético (borrador)

Las reglas de la poética son muy simples.
Impaciencia e incoherencia. No hay otras.

Una palabra, una frase (que ya es verso)
llegadas al azar, una idea, una escena
o sentimiento, incluso un incierto argumento,
son el inesperado y apresurado inicio.

El poeta, con toda la impaciencia de que es capaz,
agarra ese viento por las solapas, temeroso
que huya, y se aplica febril a decir todo el universo
y todas sus sombras en una servilleta; los ordenados
y pulcros folios en blanco sobre la mesa le aterran.

10, 15, 20 versos, y se trocan el Ser y la Nada.
(les aseguro que nunca vale la pena releer lo escrito,
pues vuelven a trocarse la Vida y la Muerte
y arrojas abatido y patético el frágil papel).

En 10, 15, 20 dislacados versos, ¿qué coherencia
o qué verdad pretendes? Otra palabra, otro momento,
y vuelta a empezar sabe Dios para decir qué.
El poema es infinito, se alimenta de sus propias
excreciones y es la única antinomia medianamente
decente de que somos capaces.

A lo que hubo antes de la filosofía, la teología
o la ciencia, lo llamamos poesía. Algunos, arte,
y otros religión. Sólo nombres del paraíso posible.

El embrujo de la palabra que crea palabras
e inunda el alma de palabras... Nos agarramos
fiéramente a la vida que nos taja con ojos
de cadáver definitivo, y no rehuímos su mirada.

La poesía, impaciente e ilógica, es un instinto
sin pretensiones ni engaño; la filosofía, quién
lo niega, una presuntuosa y falaz perversión.

viernes, 6 de marzo de 2009

Aquí, esperando

Es importante saber escribir, les cuento por qué y entenderán mi desazón. No sé cómo explicarme ciertos pensamientos y sentimientos, no sé responderme a si la contumacia de ciertas ideas y sentimientos no las despoja, a ellas y a mí, de honestidad. Soy incapaz de hallar la palabra menos inexacta para decir mi cansancio y mi lúgubre monotonía. Termino como un espectador engañado por unos despiadados actores que se niegan a salir a escena. En el Infierno no hay llamas ni azufre sino infinitos espejos. Sin embargo, algo bulle en mi pecho. Vagos, devastadores y saltarines deseos, también de pensar y aclararme, de leer y escribir mis minucias... ¡pero hay días en que es tan certera la verdad que parece un engaño! No hay nada que decir, sino que el problema es en qué y cómo gasto algunas horas para olvidarme de mi truculenta y vacía (perdonen la repetición, pero es espantosamente cierto) personalidad, acaso sólo una máscara que juega conmigo.

Pd: Sándor Marai; por ahora, 80 páginas y 14 años cumplidos, de fácil agradable lectura. Sólo eso. Espero más de él.

De Ángel Gónzalez

Aquí, Madrid, mil novecientos
cincuenta y cuatro: un hombre solo.

Un hombre lleno de febrero,
ávido de domingos luminosos,
caminando hacia marzo paso a paso,
hacia el marzo del viento y de los rojos
horizontes –y la reciente primavera
ya en la frontera del abril lluvioso…-

Aquí, Madrid, entre tranvías
y reflejos, un hombre: un hombre solo.

Más tarde vendrá mayo y luego junio,
y después julio y, al final, agosto.

Un hombre con un año para nada
delante de u hastío para todo.
(‘Áspero mundo’)
..
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Yo lo noto: cómo me voy volviendo
menos cierto, confuso,
disolviéndome en aire
cotidiano, burdo
jirón de mí, deshilachado
y roto por los puños.

Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!

Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.
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Despertar para encontrarme
esto:
la vida así dispuesta,
el cielo
turbio,
la lluvia
que lame los cristales.

Abrir los ojos para ver
lo mismo,
poner el cuerpo en marcha para andar
lo mismo,
comenzar a vivir, pero sabiendo
el fracaso final de la hora última.

Si esto es la vida, Dios,
si éste es tu obsequio,
te doy las gracias –gracias- y te digo:
Guárdalo para ti y para tus ángeles.

Me hace daño la luz con que me alumbras,
me enloquece tu música
de pájaros,
pesa tu cielo demasiado,
oprime,
aplasta, bajo y gris, como una losa.

Todo está bien, lo sé. Tu orden
se cumple.
Pero alguien envenenó las fuentes
de mi vida, y mi corazón es
pasión inútil, odio
ciego, amor desorbitado,
crisol donde se funden
contrariedades y contradicciones.

Y mi voluntad sigue,
inútilmente,
empeñada en la lucha más terrible:
vivir lo mismo que si tú existieras.
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Quisiera estar en otra parte,
mejor en otra piel,
y averiguar si desde allí la vida,
por las ventanas de otros ojos,
se ve así de grotesca algunas tardes.

Me gustaría mucho conocer
el efecto abrasivo del tiempo en otras vísceras,
comprobar si el pasado
impregna los tejidos del mismo zumo acre,
si todos los recuerdos en todas las memorias
desprenden este olor
a fruta mustia y a jazmín podrido.

Desearía mirarme
con las pupilas duras de aquel que más me odia,
para que así el desprecio
destruya los despojos
de todo lo que nunca enterrará el olvido.

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jueves, 5 de marzo de 2009

Razón de ser

Busco una razón de la poesía. Una breve y pasajera razón.
Nada encuentro (o casi cualquier motivo me valdría, si quisiera),
y todo lo más me atrevo (ahora, sólo ahora, breve y fugazmente)
a certificar que las razones de la poesía son las de la vida.
Para algunas personas, en algunos momentos, sus poemas
son sus más íntimas experiencias.

La razón de existir, de desear.
La razón de ser, de permanecer conscientes
a la proa de la nave carcomida.
La razón de ser uno mismo ciegamente, libremente.
La razón de ser haciéndonos.
La razón de ser deshaciéndonos a cada paso.

A partir de alguna frase de Marai

La experiencia del naufragio. La poesía y la filosofía de la derrota definitiva -sean la muerte de Dios y la estúpida persistencia de la voluntad y la lucidez humanas axiomas viscerales- al contrario de lo que podría parecer no son un momento contemporáneo en rebelión con las raíces platónicas y cristianas de nuestra cultura y médula, sino su culminación. Su infértil apogeo. El sentimiento del destierro, pues ninguna patria es posible al hombre, es de origen cristiano y platónico. Con éstos nos enfrenta sin embargo la sisífica voluntad, a pesar de la aterradora insatisfacción, de no claudicar ante ninguna ilusión. Seguir preguntando y reflexionando a partir de este punto no lleva más que a aumentar el grado de pesadumbre y perplejidad. En estos momentos, quiero decir, no me es posible avanzar. No quiero deducir ni inferir otras consecuencias que la monotonía vacía de mi tiempo presente.

Poeta

El poeta es un asesino,
un criminal que huye.

El poeta no ama la vida ni la muerte
ni el bien o el mal, ni un bello paisaje
ni canta al amor o al odio, ni a sí mismo
ni a nadie. Son sólo obsesivos recursos.

El poeta sólo ama las palabras, y el frío
más terrible lo convierte en palabra,
y de las palabras siente palabras
como una dulce nada que nos adormece
en mitad de una pesadilla soñada.

No señala a Dios ni a tus bellas caderas
de pelo largo y pechos pequeños
aunque los nombre infinitas veces
con el verso anegado de llanto y deseo.

El poeta es un asesino que huye de la vida
y de sí, sin otro motivo que los versos.

Del poeta, criatura, aléjate como de una peste
que intoxica los más nobles corazones.