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Recomendación: 'Arrancad las semillas, fusilad a los niños', de Oé. La primera parte es prescindible.
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A vueltas con la culpabilidad. Se es culpable cuando se quiere saber, cuando se es conscientes de los pensamientos y sentimientos, cuando se portan imágenes del mundo (y de la muerte). Se es culpable de lesa humanidad cuando se es hombre. La culpabilidad es imperdonable porque la inocencia sólo se puede perder una vez. Ser fieles a nuestra naturaleza cerebral... ese es el pecado. ¿La vida...? ¡Qué insulsa e imposible alternativa!
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La tragedia: olvidar el pecado en pos de lo infinito.
El mal radical: olvidar el pecado en pos de lo más vulgar y misarable.
La lucidez: saber que no hay término medio.
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Apunte: repasar la religiosidad sumeria... por aquello de los héroes y los dioses infinitamente inhumanos.
Otro apunte: Lesky, Valverde y Nietzsche... sobre los orígenes de la tragedia griega.
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Máxima moralia, más bien. ¡Ay, honestos ilustrados!
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sábado, 27 de febrero de 2010
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