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La verdad es que la verdad, amén de honestos y lúcidos, nos hace daño. Hasta los tuétanos, que revientan sordos en todas las direcciones del tiempo y el espacio. La verdad, evidente, cansa a destajo y sin fin. Sísifo pasadas algunas eternidades. La sonrisa rebelde y cómplice congelada en un pesado rictus... y el olvido como obsesión imposible.
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Ser hombres, perfectos hombres, en pie, sabiendo de nuestra soledad cósmica e intentando, patética y cada vez con menor empeño, fabricarnos una máscara, unos hábitos y sentimientos, que permitan una escasa vitalidad.
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martes, 16 de febrero de 2010
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4 comentarios:
Alabado sea. Me hace feliz que Vd. vuelva por aquí.
Sí, me suena su cara (de usted). Es imposible que tú estés tan 'perdido' como un servidor (de usted).
y aparte de "fabricarnos esa máscara" como usted dice, no es interesante que parte de los seres humanos estemos buscando siempre una alternativa para ser "Felices". ¿POr qué?
La felicidad es muy relativa; ¡terminamos conformándonos, y anhelando, tan poca cosa! ¿Por qué la felicidad? Porque nuestra enfermedad consiste en ser consciente de lo absurdo e innecesario del dolor.
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