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Desear nos hace infelices. La voluntad nada entiende de la Verdad, y tampoco de sutiles hermenéuticas. Somos un artefacto fisiológico (y por lo tanto espiritual) mal diseñado. La conciencia, que nos hizo dueños del Ser, nos ha convertido en esclavos dolientes de la Nada. Pero ¿es posible aún el deseo? Sólo por inercias nos movemos... porque sabemos que no hay donde ir.
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domingo, 21 de marzo de 2010
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