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Razón tiene el pertinaz ilustrado cuando defiende la hipocondria como la última de las virtudes. Buscar a tan sabia sentencia connotaciones políticas no es tan importante. Quizá artísticas. Evitar el silencio y evitar el mundo, todo a un tiempo. Un Catón metafísico. Un Gilgamesh al cabo de los siglos. En el fondo, así lo creo y no hay otra posibilidad, Adán era ateo, y Eva, más pragmática, agnóstica. ¡Vaya mimbres! Y las generaciones se sucedieron ciegamente hasta casi agotar la esencia de la especie y heme ante el espejo como la penúltima posibilidad de tan extraordinaria broma cósmica.
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jueves, 4 de marzo de 2010
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