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Un esfuerzo de más allá de nuestras posibilidades.
Dramático el oficio de ser hombre, a qué negarlo.
Difícil e indómito como el viento en la tormenta,
inasible y volátil, incoloro del color de la salitre.
Un quehacer de más allá de la sombra, ocupación
de quien carece del recio lomo del atlante
o de la desmemoria de aquel dios montañoso.
Meandros y cascadas, imposibles riberas
y el cansancio y el no saber en los ojos y alma
del timonel fantástico y del sagaz auriga.
Un oficio de antes del valor y la inteligencia,
de antes de cualquier público, después llegaron
los espejos, y de antes del propio alma,
forjada sin guión a golpe de mar y soñada
de sus innúmeras e inútiles esquirlas.
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jueves, 1 de abril de 2010
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