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Acaso unos pies de hombre,
de hombría y hambre de vida.
Acaso otras las melodías del mundo
y de sus ecos en el alma,
y quiera el tiempo pasar
y multiplicarse hacia adentro,
como los hombres envejecen,
cuando había hombres,
cuando había simiente,
cuando había fuego,
leves como la llama,
densos como el infierno,
en las pupilas de niños
de vida llenos.
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martes, 6 de abril de 2010
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