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De por qué soy un sofista, o algo peor. Koyré, sin quererlo, me ha dado la clave. Porque, y esto con mucho esfuerzo y amnésica inocencia, no soy capaz -de corazón- de ir más allá de la verosimilitud y la pasión. Porque no creo en mí ni en ningún bípedo implume. Porque lo demás me parece un infantil autoengaño. O no tan infantil, sino una voluntad y buenismo (e ilustracionismo) malvadamente motivados.
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sábado, 3 de abril de 2010
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