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El más terco de los errores,
la más cruel bufonada,
es ponerle nombre a los objetos
y empeñarnos y empeñarnos
en ello como titanes ciegos,
gigantes beodos
o niños malcriados
e insaciables.
Porque al nombrar
se olvidan las cosas,
que la vida es fugaz,
y se olvida la derrota
de cuando aparecieron
las primeras palabras.
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martes, 13 de abril de 2010
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