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Cierto optimismo antropológico lleva a algunas buenas almas a pensar que ser un burócrata (lo de la peor especie es una tautología) es algo peor (en algún sentido moral, supongo) que ser profesor (¡sic!). Mi poca inteligencia -inversamente proporcioal a mi dejadez moral- me llevan a afirmar (aunque sin excesiva ilusión) que ser un burócrata en absoluto sea peor que ser un profesor. Simplemente, es que administrar la pereza y estúpido engreimiento me parece menos dañino que transmitirlas more sapiencial. ¡Malévola Ilustración!
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miércoles, 7 de abril de 2010
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