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"Pero... ¿y si dejáramos de creer en los objetos, en los libros como objetos? Igual que ya hemos dejdo de creer en los sujetos: en el grande -Dios- y en los pequeños -nosotros... " (autoficción dixit)
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Pues que volveríamos a las andadas con lo del Yo y demás trastos metafísicos. Eso pasaría. Las cosas, cosas son... y también la mente (perdón, el alma), que sobrevive a pesar de la manía de la reflexión justamente porque cosifica cuanto encuentra. Demasiado romántico e imposible lo del objeto que no es objeto... ¿sentimiento, idea, cultura, historia...? Palabras. Sólo palabras allende la realidad. No sé bien cómop contarte que la nada no es posible. Que la paz es imposible. Que diluirse en la existencia cósico-espiritual require de unas fuerzas de las que honestamente no dispongo.
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Fórmula de una terapéutica metafísica: que el cerebro y sus burbujitas se estimen como algo más que el impotente procesador de una inasumible res extensa infinita. ¡Oh tiempos, cuando estar enfermo era el preludio de la salud!
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Pd: es muy difícil hablar, y más saber de lo que se habla. Migrañas me produzco en cuanto intento tomarme un poquito en serio.
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sábado, 6 de marzo de 2010
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1 comentario:
A menudo me pregunto dónde se esconden esos hombres valientes y nobles de corazón que no temen decir lo que piensan ante la ignorante e insufrible masa de descerebrados que me rodea. Quizá por todos lados, en cada esquina, en cada rincón. Quizá cada mil hombres se halle un espíritu superior; pero la estruendosa e irreflexiva voz del populacho ahoga el canto del ruiseñor.
Aún no he aprendido a vivir con tan pesada carga, ni creo que lo consiga jamás. Mas si lo pienso con detenimiento, que gran recompensa para mis oídos cuando de tarde en tarde se deleitan con esa música celestial que desprenden las palabras de los embajadores de ese país maldito llamado locura: mi patria.
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