miércoles, 15 de abril de 2009
Descartes
No hay que leer a Descartes more cartesiano. La pura y matematizante razón moderna, con lejanas y poéticas raices en lo griego y lo bíblico. No han de buscarse contradicciones sin importancia en la exposición del Discurso sino quedarse con el fondo del mensaje. Lo antiguo que no vale, lo nuevo que está naciendo, y la filosofía como garantía y aval del desarrollo material y espiritual de los pueblos. La moral kantina anticipada en la epistemología cartesiana. Ha de reconocerse que incluso la cuestión del Genio Maligno, tan cara para los poetas postmodernos, no resultaba tan esencial al dogmatismo de Descartes. Qué puede honestamente hacer la filosofía -la reflexión rigurosa y con anhelo de asentimiento general- a partir del embite racionalista. El empirismo queda en cosa de poca monta, incluso la filosofía crítica no es más que la versión más acabada del Discurso. Queda para la posteridad el tema de la voluntad no racional y el de un mundo físico y social totalmente administrado. Nos encontramos en pleno helenismo decadente y honrado... infértil, sí, pero no menos consecuente o romántico que la Ilustración imposible que tantos sueñan.
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