Con la intención y el sentimiento es suficiente.
El pecado se ha cometido.
Raudos el amor y la culpa burladores
de las inmutables leyes del Universo,
monótono,
la cara y el cuerpo del homogéneo Dios.
Exquisita maquinaria, exacta de eternidad
y de obligado cumplimiento en el tiempo.
El deseo y la imaginación,
como tus pequeños pechos y un beso de almíbar,
son la falta que justifican, como ante santo notario,
el azar previsible y sabio que la ciega eternidad impuso.
Es suficiente la voluntad.
Ya pequé. Cometí la falta que condena a la especie.
Me confieso ante Dios y los hombres,
grandísima culpa la de ser hombre,
con golpes de pecho y saliva.
Perdona tus caderas en mis manos,
tu boca en la mía,
y tus ojos castaños dormidos sobre mí.
martes, 21 de abril de 2009
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