Hay sitios en el espacio y el tiempo
que es mejor no visitar. Así, la España
de los últimos 30 siglos o tu dormitorio
pasadas las 10 de la noche. Será de este
modo y será por eso que no puedo evitarlos.
Es un vicio malsano, a qué negarlo,
pero que aporta su dosis de encanto y magia,
como lo heróico y absurdo que falta a cualquier
existencia y que ciegos nos afanamos por alcanzar,
aunque sea de tan ortodoxa y escasa manera.
Tan pecaminosas son la Historia de esta balsa
de piedra y presapiens malhablados e indolentes
como tus sábanas revueltas o tu cuerpo
revuelto sobre el mío a dentelladas.
La Historia de la Nada y la Geografía
del deseo sí que son un enigma sin solución.
Todos mis esfuerzos, lo entenderás,
se encaminan a complicar tan dispar acertijo.
Como ganar tiempo cuando el tiempo ya
se perdió; o como mirarte cuando ya tus ojos
hacen fiesta en otra piel; o como presentarme
a las 10, interrumpirte de una romántica cena
y escuchar estólido de tu amable voz
que ya echaste las sábanas a lavar.
sábado, 11 de abril de 2009
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