Las palabras, como las sirenas de Ulises, las carga el vacío y sobre él estallan. Que su eco no nos confunda.
Sólo la propia deshonestidad, quizá la envidia y la rabia, nos hacen sufrir. Ni la ignorancia propia ni las pasiones, ni la (in)existencia de Dios o la certeza de la muerte y sus anticipos, hacen tambalear a un alma lúcida y consciente de sus límites.
La única forma de no rfendirse es no luchar. No es impasibilidad ni indolencia, sino un activo no luchar: no recordar, no soñar, no ser plenamente, hasta el final, hasta la última gota del cáliz de la vida y los libros (que no han de confundirse).
Nuevos libros al coleto (feria del libro en Gr.): Eça de Queiros, L.A. de Cuenca, Bretones. Empezado 'En el corazón de las tinieblas' de Conrad.
No ha sido trigo limpio pero nos deja un puñado de buenos poemas. Bécquer, Darío y Neruda se nos antojaron demasiado empalagosos. Mezquinas circunstancias políticas, hipócritamente mixtificadas por los medios occidentales, le otorgaron los laurales como a otros el olvido y el estigma. Sobre don Mario Benedetti, aclaro. Borges es mejor poeta.
martes, 28 de abril de 2009
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