Los que se mueren
no se acuerdan de nadie.
Cuando jóvenes
no queremos saberlo,
y a la vejez
es el único consuelo.
Que la ilusión y la memoria
son el mayor dislate
y el más grande ungüento
para la vida, que sólo vale,
desnuda y pura,
cuando perdida.
martes, 2 de junio de 2009
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