Cada madrugada
te escucho llegar
amiga paciente
de mirada piadosa
y hueca.
Te espero
y te he llamado
largamente
de todas las formas
que aprendí
con los años.
Y cuando me mires,
como a un niño
perdido, desnudo
de miedo
e incomprensión,
me cogerás dulce
de la mano
para llevarme
al lugar del que no
hube de salir.
miércoles, 17 de junio de 2009
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