El hombre es tan imbécil que ha hecho de sí mismo algo residual e innecesario, no a los ojos del Universo o de Dios, sino para sí mismo. No hay vuelta atrás, pero sí es posible asumir conscientes y templados nuestro bien ganado epitafio.
Posiblemente no es el miedo, la pereza o el amor la causa de la imbecilidad humana, sino su inocente maldad. Posdata: a veces la maldad es alevosa y retorcida.
Amor: pulsión de no ser. Maldad: olvido del amor.
Felicidad (sic): imbecilidad satisfecha. Infelicidad: tristeza lúcida (y por lo tanto sin objeto o motivo).
No hay otras alternativas ni consuelo, aunque solemos vivir en esos no existentes pero consoladores espirituales parajes.
miércoles, 21 de enero de 2009
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