Hay fórmulas realmente imposibles,
digan lo que digan.
La del amor, el deseo y la felicidad.
La del yo y el nosotros
(la del ellos es siempre más fácil).
La del tabaco y los pulmones, etc.
Ecuaciones y fórmulas realmente
de otro mundo que este
y de otros hombres que nosotros.
La de los números primos, por ejemplo,
parmenídeos pero escondidos y asustados
entre la multitud repetida de los números
impuros. ¡Qué desvergüenza!
O la fórmula del 2 y el 3,
tan cercanos y tan abismalmente alejados.
La de la inteligencia y la inocencia,
la de la libertad y la hipoteca...
Un sin fin de diabólicas leyes
inexcusables e inafalibles, cartesianamente
deducidas del contradictorio axioma
de la vida y la muerte.
domingo, 18 de enero de 2009
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