La vida, dice Pessoa,
es evidente y unánime.
No ha lugar ni tiempo
para el tiempo y el espacio;
innata y dura, la existencia
nunca da opción, siempre gana,
sin trampas. Las ilusiones
que apostamos son la única trampa
y es innecesario buscar culpables y altares.
Confuso y lúcido, dice Pessoa,
el viajero, infinito en sus heterónimos,
sólo contempla y remueve,
adentro y afuera, cenizas y máscaras,
dice Pessoa.
Todo es misterio y todo es trivial,
pero no hay misterio y nada es
lo que nos parece sino lo que es,
desde siempre -aunque
suene muy moderno- dice Pessoa.
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