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Estado de ánimo: a la espera... como simple espectador molesto. En ambos sentidos.
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Esta noche, unas cervecitas en la sierra. Algo de música. Conversación. Llevaré, para que conozcan el sitio, el Cioran y el Pavesse (poemas). No leeré nada.
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"A fuerza de volverse transparente para sí mismo, ya no podrá aprender nada, no creará nada más, y sufrirá un desencantamiento por ceguera, por exterminación de la ingenuidad. ¿Dónde podrá seguir encontrando la energía necesaria para perservar en una obra que exija un mínimo de frescura y obnubilación?" De Cioran, claro.
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Y después, ¿qué? El gozo absurdo de la agonía consciente. Imposible pensar en una vuelta a la infancia ni en cualquiera otro Paraíso. Quizá el cansancio y el horror me hagan sucumbir en un anodino 'se', inauténtico y salvífico. Recordaré que fui sabio y que después todo, hasta lo más fácil, estuvo permitido.
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Señores filósofos, poetas y demás calaña del infierno: ¡callad!; ya que no habéis sido capaces de enseñarnos un camino, quitaos de en medio y dejadnos sucumbir sin reglas ni testigos.
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Cuando lo más inocente y placentero se vuelve un reproche, es que algo adentro de las entrañas anda francamente mal.
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miércoles, 19 de mayo de 2010
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