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En ocasiones no se puede ser original.
Soy un lomo partido que se yergue
sobre el instinto mamífero más dulce
y cruel, con las mandíbulas prietas
de animal acorralado y los ojos más
húmedos y confusos de añoso cristal .
No soy Dios, ni Héroe, ni acaso hombre.
Exagero, lo sé, pero digo la verdad.
Qué otra cosa puedo dar que una callada
constancia como fría de puro permanecer.
Protejo y siempre haré fiestas al más
pequeño, hasta que los años nos lo roben.
Te acaricio con deseo y me gusta tu risa.
Recorro miles de kilómetros mendigando
unas horas de ilusión, cada vez más difíciles.
Un endiablado torbellino de azar y genes
sujeto a la ley del miedo y a media docena
de cálidas miradas, vivas, excesivas.
Grabado en piedra: que no pudo más,
que fue excesivo, que todo fue confuso
y excesivo. O mejor, aventa mi esencia
en la tierra más yerma y de más historia.
El amor no es un antídoto sino la esencia
de la Vida (así, con mayúscula que señale
la ajustada proporción de mi pequeñez).
Y amor se enfrenta a muerte aparentando
azañas y midiendo cobardías, abriendo
enigmas y empeños, cerrando el tiempo.
No soy Dios, esparce mis miserias
al viento universal que todo lo olvida.
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jueves, 27 de mayo de 2010
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