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Gruesos volúmenes de recitación ontológica.
Viejas fotos sepia de desnudas mujeres desmedidas,
tentadoras y muertas hace ya demasiado.
Espirales oblicuas y crepusculares,
monótonas sentencias de pulsión y olvido,
confundidas las palabras y las formas.
El oráculo metafísico
sobre una piel blanquísima y joven.
La existencia en el patíbulo del pensamiento,
unas manos acariciando jugosas un bello sexo.
El tiempo dañino, silencioso y arrasador,
infinitas las horas de dos cuerpos sudados.
La mirada ciega del Universo,
tu rostro -azul y carne-
en mis pupilas de deseo.
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martes, 4 de mayo de 2010
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4 comentarios:
Parménides, siempre Parménides.
Redonda y compacta, y de carne, es la Esfera.
Ontológicamente hablando.
Ah... sí, también
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