viernes, 14 de mayo de 2010

Viernes 14

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Sigo sin ver clara la relación entre pensar y entender...
Para Cioran, digámoslo así, el Eterno Retorno nietzscheano certifica, en oposición al propio vitalismo, la agonía inevitable en que se encuentra la cultura y el individuo lúcidos. No hay respuesta al 'para qué' de la conciencia y la libertad. Dice Cioran en 'Desgarradura' (capítulo 2, 'el aficionado a las memorias'):
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"Una vez que es soberana, la inteligencia se yergue contra todos los valores ajenos a su ejercicio y no ofrece nada parecido a una realidad a la que poder agarrarse. Quien se aficione a ella por culto o manía alcanza de manera infalible la 'privación del sentimiento' y el pesar de haberse encomendado a un ídolo que sólo dispensa vacío (...) La exasperación de la conciencia, el derroche de interrogantes y de perplejidad al que llega el hombre apartado de todo, el hombre que ha dejado de ser naturaleza. Por desgracia, cuando se es lúcido una vez, se es cada vez más: no hay manera de hacer trampa o de echarse atrás (...) Sin embargo, si el exceso de conciencia hace aumentar la conciencia, el exceso de libertad, fenómeno igualmente funesto pero de sentido inverso, mata invariablemente la libertad."
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Lo de Apolo y Dionisos, inseparables en su trágica [para nosotros] paradoja. El caos, las vísceras... la derrota esencial, tan liberadores de los falsos ídolos, se convierten a su vez en un negro mecanismo subcionador de la conciencia de estar vivos y de existir individualmente.
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