Piensas, con una certeza de hambre,
que nada es real, que tus vísceras
se retuercen solas sin apoyo,
y que pocas cosas, muy pocas
y como de otro o de Dios,
valen la pena. Emites sonidos
con el hígado -hipertrofico y vacío-
y con los riñones y el páncreas
y el corazón deshechos. Pena
por nada, pena de la pena,
como un borracho arrepentido
e irrecuperable. El cerebro
sólo transmite tus íntimos chirríos
disfrazándolos de lenguaje y certeza,
poniéndole nombre, tu nombre,
a esta absurda comedia,
como para darle algún valor,
como para pedir clemencia
o dar lástima
a alguna Providencia.
sábado, 17 de enero de 2009
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2 comentarios:
Pues sí que es feliz, sí. Ps. Cambia de móvil.
En ello andamos...
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