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Denuncia y anuncio,
dice Cardenal,
ha de ser la poesía,
también la filosofía
y todas sus inteligencias,
y que lo hemos olvidado
con olvido de canallas
y con olvido de bondad.
Denunciar... ¿el qué...?
¿La vida, el azar de los átomos,
nuestros enrevesados y ladinos genes,
la viscosidad del sufrimiento
y la impudicia de la alegría?
Denunciar... ¿ante quién...?
Nadie hay en las afueras,
nadie nos contempla,
y nadie es inocente.
¿Dónde está decretada la justicia...?
Denucio a la muerte.
Denuncio a la historia.
Denuncio a mi esencia y a la de todos.
...Y ya despierto del sueño de los injustos...
¿qué anuncio, qué amorosa palabra
o qué santa intención no son coartada
del horror, de la vergüenza, del llanto, de la derrota?
Porque el hombre nace y muere solo,
y los coros de ángeles celestiales y terrenos
adormecen la mirada clavada desde el inicio
en unos ojos de barro amargo y fuego negro.
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miércoles, 12 de mayo de 2010
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4 comentarios:
¿Por qué ha quitado Vd. el otro poema? Lo escrito, escrito debe quedar.
ya te explicaré el tema del poema...
Ya lo he repuesto. A cambio de él he sacado 'El mito de Sísifo', gloriosamente perdido hace unos días.
Otra cosa: el sr. don Z. es un sr. d. Z. Algunas tautologías son infinitas.
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