miércoles, 13 de enero de 2010

Poema inconexo y desahogativo

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Y cuando la compasión y la tristeza
se tornan inclemente rabia,
la más sutil de las existencias
se vuelve pesada y canibal.
En la línea de la locura,
de la desesperación rendida
y los espejos de piedra,
ojeando diarios y viejas fotos
de un rostro monstruoso y sonriente
que al cabo ya murió miles de veces
y que no importa si feliz o desdichado.
Todo pasa, el tiempo se encarga de ello,
y nada es tan real que merezca una lágrima
o un escalofrío. Gota a gota, hasta rebosar
el infinito cuenco de un corazón vencido.
Y yo, que soy el centro de nada,
no merezco más tristeza que la de
ese pequeño que me ama necesitándome,
y que me impide abandonar este mundo
con la solemne dignidad del ensangrentado cobarde..
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1 comentario:

Unknown dijo...

Muy buen poema. Diste libertad a las palabras más oscuras, palabras que tienen luz en medio de la opacidad.