lunes, 31 de agosto de 2009

Lunes 31

Quincena horribilis, que dijo aquél. Gripes varias, coche colapsado, ordenador en la uvi... tensiones y tristezas, seamos sinceros, prevacacionales.
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'Crónica personal' de Conrad; un poco confusa pero interesante. 'El manuscrito Voynich'; ensayito sobre la historia de un códice medieval incomprensible; entretenido, superficial. Para pasar las horas, 'Las Indias negras' de Verne. Empezando, y parece más serio y difícil, 'La cocinera y el devorador de hombres', de Glucksmann sobre la barbarie soviética y la dañina hipocresía de la izquierda occidental.
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Quise decir que el monopolio platónico y cristiano se ha actualizado, secularizado, profanizado en exceso, y es sólo una más de las ofertas entontecedoras que nuestra sociedad necesita para poder seguir produciendo animalidad y superficialidad a escala universal. Lo verdaderamente profundo, o trascendente, o individual causa espanto y repulsión. Pero también quise decir que nuestra Historia, la historia de un error, es pendular y que nada se aprende y que todo, hasta la barbarie dogmática, vuelve feliz.

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