lunes, 7 de junio de 2010

Poema

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No es gesta
ni onírica imagen
ni sintaxis
ni un malabar,
sino el canto leve
de una plegaria
casi imperceptible.
El grave y elevado salmo
es también un susurro sin aristas.
No es engañosa confesión
ni particular espejo redomado,
pero sí la voz frágil que se mide al universo
de negro tiempo y blanco papel.
Y se dice en el llano hablar
del alma milenaria
que acaricia el misterio del origen
y la tristeza del ocaso que escapan.
Y es dulce el poema
hasta cuando al viento
y a los dioses impreca
porque insinúa una unidad sobrehumana.
Y esta exacta comunión
es el único misterio
la única dicha
la única fortaleza.
No traicionar el rostro del hombre,
que son todos lo hombres,
tu rostro y el mio,
es la única ley.
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