En el penúltimo capítulo de 'El crepúsculo de los filósofos' nos habla G. Papini de Nietzsche. Papini lo tiene claro: Nietzsche proclama lo que anhela, de lo que carece. Profesor y con mala salud, su ideal de hombre consiste en la superación del excesivo racionalismo y la recuperación de la salud. En sí mismo el mensaje no es malo, dice el italiano, pero incurre Nietzsche en el error de hacer pasar por filosofía lo que no es más que poesía. Mala filosofía y buena poesía. Además, afirma Papini, en absoluto es Nietzsche original: Calicles, Heráclito, Stirner, Guyau.
Dos errores, sin embargo, aprecio yo en la lectura de Papini. Dice Papini que el secreto sonrojante de Nietzsche es su propia flaqueza. Es posible, pero yo pondría la palabra 'finitud humana'. Pretende Nietzsche una nueva forma de asumir nuestra mortal y creativa condición. Por otro lado, piensa Papini que Nietzsche no ha sabido hacer una nueva pregunta ni responder a las antiguas. Pero quizá la pregunta de para qué la libertad, y hasta dónde creer sin caer prisioneros de nuestra propia tela de araña sean preguntas que Nietzsche nos lanza.
Nietzsche no es Zaratustra, ni Zaratustra el Superhombre. El hombre Nietzsche tuvo enfrente de sí como un muro insalvable su propia sombra proyectada... Recordemos que el Zaratustra acaba con el mismo Zaratustra luchando contra su propio corazón 'cristiano' que le insinúa la compasión para los grandes hombres que han perdido la fe, y que lloran desolados y paralizados en la cueva del profeta.
'Así habló Zaratustra' es una novela de formación/deformación del personaje Zaratustra. La novela acaba a mitad del proceso. La segunda parte de la novela, nunca escrita, es tarea de cada lector.
domingo, 22 de febrero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario