Dios, sospechosamente infinito,
la insana y milenariamente fértil
filosofía de Platón,
y tus caderas por besar,
comparten un atributo metafísico
bastante molesto. La ubicuidad,
que es como no estar pero estando.
Un quiero y no puedo,
o simplemente un deseo imposible.
Por eso desconfío de los dioses,
soy amigo de Epicuro,
y te hablo de cuantas cosas frías
y desapasionadas se me ocurren,
no fuera a ser, que todo es posible,
que exista el Infierno, yo deje de fumar
y tú me pidas un beso.
sábado, 14 de febrero de 2009
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