Lloramos, dicen los poetas,
para no ahogarnos
y morir por dentro de agua y sal.
Gritamos, aullamos a las estrellas
que dicen los poetas,
para no reventar,
para que los pulmones no estallen
y se lleven el alma por delante.
Reímos, trabajamos, nos reproducimos,
nos aficionamos al tabaco y al café,
para no pensar,
como mirando para otro lado.
Palabras, obligaciones, neones
y dulces Jardines, para olvidar
que somos hijos póstumos de algún dios
que el Azar nació y murió a destiempo.
Por eso los poemas son siempre
una solemne comedia sin fundamento.
sábado, 14 de febrero de 2009
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