Una autobiografía muy especial. Veracidad y poesía, la belleza y la grandeza posibles al ser humano. Un sórdido hábitat, un entorno social lúgubre y mísero, o cuanto menos esperpénticamente deshumanizado. Deshumanizante para casi todos. La inercia, los comportamientos y espectativas aprendidas como única posibilidad. Nos encontramos ante una fauna humana demasiado cercana a la animalidad. Todo esto, independientemente de la mayor o menor riqueza material. Estados Unidos, años 30; cualquier lugar en cualquier fecha.
Personajes -también nosotros- demasiado endurecidos, prisioneros del entorno y de la pétrea interioridad. El personaje principal no escapa el común destino. No es un héroe, en ningún sentido, ni es mejor, en ningún sentido, que nadie. Sólo su afán literario -como escritor y personaje, como individuo que representa a un personaje literario-, sólo la literatura lo distingue y lo hace luchar.
La trama de la novela, de la vida, es simple; la lucha, la depredación, el abatimiento, el amor...
El estilo es bello. Directo y sentencioso, pero sin olvidar ni la trama literaria que sabe construir y hacer interesante, ni la intención seductora que acompaña a todo párrafo literario.
Arturo Bandini es consciente de su subjetividad, experimenta su interioridad y no simplemente la realiza ciegamente. Esto lo distingue. No es mejor que nadie, ni es inmerecedor de ningún mal o bien. No clama justicia ni siente la demoledora e inmolante autocompasión.
miércoles, 10 de octubre de 2007
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