sábado, 27 de octubre de 2007

Democracia

En algún lugar he escuchado que ciertas democracias no son el resultado de una decisión colectiva moral, sino, simple y vergonzosamente, el instrumento más perfeccionado que ciertas sociedades más o menos industrializadas requiren para perpetuar la imbecilidad y la consiguiente dominación material de algunos sobre la mayoría. Algunas reflexiones.
Quién sabe si no han surgido, y surgirán, todas las democracias, todas, de tal manera.
Pretender una mejora real, cualitativa, de la democracia -mecanismos reales de control, sociedad bien instruida moralmente, etc.- será saecula una quimera.
El caso español, más a mano, parece confirmar tal hipótesis nefasta.
¿Será la Democracia Occidental, como ya alguién descubrió de sus ciencia y técnica, una manifestación más de su enfermedad mortal, el satisfecho amaneramiento de quien mucho soñó y nada pudo? mas aún, ¿no serán nuestras democracias la forma última de la indolencia moral y el egoismo más primario? Esto, la insuperabilidad de la mediocridad y el vaciamiento moral, explicaría la imposibiliadad de cuadrar el círculo de la Ilustración y la Libertad.

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