sábado, 3 de noviembre de 2007

Vila Matas 1

Una mala influencia me ha llevado a Vila Matas. Arrastro renqueante 'Testamento' de Gombrowicz. Esto es lo de menos. De entrada, 'Bartleby y compañía' no es mal libro. Buen estilo y sugerente. Tampoco excesivamente pretencioso. El tema, la Literatura del No, interesante y dentro de mi radio de acción. Más abajo, u otro día, comentaré cosas más en concreto, pero ahora sólo recordarme mi animaversión a los Vila Matas que nuestro desértico suelo ha producido, y que tan talluditos y lozanos se mantienen.

Vila Matas pertence, y ha ejercido -desconozco si aún lo hace- de Anagrama militante. Me explico, aunque me temo que mi explicación será un tanto confusa y enredará temas aparentemente dispares y sin, como se dice, venir a cuento. Serán, no lo duden, mis nobles perjuicios. Les cuento.

Existe en España una minoría provinciana y mediocre altamente sobrevalorada por motivos políticos y económicos. Saber que Vila Matas publica con Anagrama, sabiendo y habiendo leído al caporal del oportunismo que la conduce, en nada ayuda a acercarse a nuestro autor. Posiblemente, las muy justas críticas a Herralde las he extendido a toda su pléyade. Lo reconozco, pero algo de verdad también habrá en lo que digo.

La inteligencia divina catalana -que no es ni inteligencia, ni divina ni catalana, que es superficial, mezquina y universal-, el divino nacionalismo satisfecho y obeso, produce o encumbra a autores autóctonos políticamente correctos, esto es, dóciles a los podridos vientos del estercolero bunquerizado, nacionalista ahora, otrora cualquier cosa. Cuanto menos, casi ninguno ha huido avergonzado; tal vez Azúa. Sus tesis artísticas y filosóficas son, topificadas, las de la literatura europea y norteamericana que les llega y difunden more castizo chulapo. El único argumento en favor de tal tautologica desfachatez es que son publicados... por sí mismos, evidentemente. Mientras España produzca refritos edulcorados felizmente cobijados por el momento político (léase victimismo subvencionado y pirata), mientras España sea un erial provinciano y autosatisfecho, Anagrama no se hundirá. Sabía muy bien el franquismo -como ahora lo sabe el neofranquismo catalanista- en qué bien acicaladas y poco sufridas manos dejaba la oposición y el mandato de ser futuros guía de no pocos. Hoy están encaramados a los Ministerios y las Consejerías. La izquierda divina es -y hablo en presente pues en Anagrama aún sobrevive, aunque disfrazada de lo que la actualidad política requiere- los divinos progresistas son gente, les digo, muy bien situada en lo económico y social. Su mérito no es de ellos sino de sus padres y abuelos (y de los abuelos de sus abuelos...) que les mandaron, como señoritos que son, a los mejores colegios y les mantuvieron en la estúpida y costosa burbuja de las palabras huecas y las copas de qüisqui en la mano. Les enseñaron a los Herraldes y compañía a ejercer de señoritos. Esa es la verdadera función de Anagrama y sus bien pagados intelectuales. Los secundones, como antaño, no heredan la tierra o la fábrica, sino que son plantados en los monasterios, ciertas editoriales de ahora, con la misión sagrada de rezar y mantener el buen orden, tan satisfactorio para la familia y los futuros vástagos.
Por lo que llevo leído de 'Bartleby...', que no es mala mano, lo siento por Vila Matas, un amanuense de calidad, o como otros dirían, un tonto útil.

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