jueves, 12 de febrero de 2009

Verdad

La verdad está gastada de vieja.
No quieras saberla ni mirarla
que abres la herida de la memoria
y laceras una paradisiaca infancia,
ida para siempre. Para siempre...

Qué lejano suena el poema
dentro de un alma rota. Rota de años.
Unos decenios pueden ser suficientes,
y unos pocos años, y un sólo instante.

Ahora que dejaste muy atrás la juventud
recuerdas a aquella viejecita horrorosa
y de negro que de niño veías por tus calles,
y cómo te repelía y extrañaba su existencia.
Ahora sí reconoces su olor a yeso fresco
y su inevitable mansedumbre...

Ahora puedes decir que has visto la verdad
y tenido tu propia alma entre tus manos.