domingo, 10 de mayo de 2009
Domingo 10
Un largo pasillo de escasa iluminación y blando piso como de tierra húmeda. Ácido y dulce olor a nada. Sin deseos, ni motivos ni posibilidead de girar la cabeza; los ojos abiertos ensanchando por inercia las pupilas, sin realmente nada que percibir. El pasillo es largo como la garganta de una serpiente. Desagradable el tránsito, más bien molestamente mortecino. Así se presenta este domingo de mayo, tras una noche de lluvia, con el rugiente sol aplastando el azul más puro y la conciencia más vacía y despejada.
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