Totalmente de acuerdo. Sin embargo... es posible la bondad y la moralidad adentro del mundo; para decirlo mejor, adentro del individuo. La autodisolución de la razón, entiéndase de la gran razón iluminadora, no conlleva necesariamente la autodisolución 'biológica' (natural, neutra) del sujeto (de cada contorno visveral consciente). ¿Por qué esa necesidad de una éticidad fundamentada racional y lingüísticamente? La honestidad y la no maldad son demasiado preciadas como para exigirles cerificados metafísicos.
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Dícese del que habla sin saber. Malo, malo. Pero ¿qué ocurre con el habla creyendo que sabe? Líbrenos el Señor de los demasiado doctos, y permita su clemencia que los charlatanes nos entretengamos como Penélopes posmodernas y Ulises muerto tejiendo y destejiendo nuestra haraposa verdad.
sábado, 9 de mayo de 2009
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