Centenarias campanas
otean el pueblo,
vigías del tiempo,
y replican puntualmente
llamando a vivos y muertos
a solemne aquelarre.
Como sombra se desliza
la tarde en los pies desnudos,
la vida demora paso a paso
sus inquietantes promesas.
Sobre el cielo plomizo y sagrado
una eternidad dorada
y de bruñido silencio
golpea y clava a la tierra
la luz y la esperanza,
con los pies y las manos desnudos
que se presignan, bailan y tiemblan.
Tiembla la vida,
tiembla la muerte,
la orgía más secreta,
el vacío eterno
y la risa forman muecas
de llanto y las lágrimas decoran
con espanto la burla caníbal
de los siglos y los dioses.
martes, 5 de mayo de 2009
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