Solución no hay.
La vida no tiene
ni espera enmienda.
Algún lenitivo
o esporádico consuelo:
sexo, metafísica,
humor, amistad...
Paliativos que exigen
una pericia exquisita
en su aplicación.
Ni cualquier cosa
ni de cualquier manera;
sin pensarlo demasiado
y sin dejar de sospechar
es la fórmula acertada.
Pero para esto
hay que tener mano.
Quizá así vayamos
esquivando las mortales
trampas del ADN
y el entorno.
jueves, 21 de mayo de 2009
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