miércoles, 11 de noviembre de 2009

Miércoles 11

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Pues claro que el platonismo -muerto tiempo ha- ha triunfado. Es la más necesaria creación del espíritu; lo demás es bagatela y pataleo. Que su verdad sea su mentira es lo de menos, pues es de antes del bien y del mal, de la verdadero y lo falso. Es necesario. Ganas dan de escribir una bella utopía, y tener la genialidad y el valor de mostrarla, más allá de las apariencias, como lo que realmente es, una contrautopía, otra forma de cadalso. ¿Habermas? Un fontanero a sueldo del dueño del alcantarillado. Cada hombre, al menos yo, y puedo pensar que soy reflejo de mi sociedad, avanza feliz de traición en traición hasta la muerte final. Si no me traicionara a cada paso, me digo muy platónica y cínicamente, ya habría alcanzado la deseada y odiada derrota última. ¡Algo hay en mis genes (perdón, en mi alma) que me hace amar lo que más odio, la vida! Es una antinomia anterior al fenómeno y el noúmeno. Quizá el poeta o el borracho o el suicida compulsivo (no menos de veinte veces al día) se encuentren menos lejos del error. El error no es el error, sino olvidar que lo es. Un tal Heidegger, algo rojillo el zagal, dijo algo parecido, aunque supongo que con intención platónica (ahí le duele).
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