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Un pecado sí he cometido
y es no haber respetado
tu alegría. Me has perdonado
y yo te he prometido
no estar tan vencido.
Que la tristeza del mundo,
de los años y los hijos,
necesitan, tú me lo has
enseñado, de un fuego
y una complicidad humanos,
que entre besos, libros,
y miradas hagan habitable
mi enjuta y talada
alma del Norte.
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domingo, 29 de noviembre de 2009
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