martes, 25 de septiembre de 2007

Destino

En qué momento una vida queda determinada. Cúando una existencia ha tomado un camino sin retorno. En la infancia. El azar. Desde entonces, aunque puedes tardar años en descubrirlo y aceptarlo, tu destino, como un cielo plomizo, se torna inapelable. Todo irá confirmándote que el asunto, no me atrevo a denominarlo de otra manera, va desarrollándose. Me refiero a algo así como les ocurre a los personajes de Unamuno. No es cuestión de una mayor o menor riqueza o profundidad, pues de todo hay, sino de la simplicidad maquinal como la existencia se va cumpliendo en cada individuo. El espectáculo nos sobrecoge, pero contra él nada es posible. Espéctador paciente, o dueño de una innecesaria actividad, descubres lo absurdo de algunas pretensiones. Qué puede ser el Yo, o la Libertad, o la Justicia, o el Conocimiento... en un Universo omnipotente que ya jugó tus dados por tí hace tantos años, desde toda la eternidad. Supongo que esto es lo más auténticamente religioso que podemos concebir.

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