La necesidad o utilidad del diario no ha de medirse, precisamente, por su necesidad o utilidad. Escasas, desde el punto de vista de la honradez. No obstante, enfrentarse a la página en blanco es un pequeño acto heróico; obliga a la conciencia -a costa de innumerables falsedades- a trascenderse un poquito y a esquematizar su maremagnun ciego de sentimientos, pensamientos y hábitos. No se pretende ni se alcanzará ningún tipo especial de claridad, pero representa para el alma una oportunidad de reflejarse y de estar, de este modo, más en sí misma.
No me convence, aunque a veces hago el intento seriamente, la distinción entre la individualidad (que es conscientemente en un horizonte de significados compartidos) y el individualismo, que sería el reverso empobrecido de dicho sustrato común. El así llamado individualismo es, a pesar de nuestros diarios esfuerzos por evitarlo, el referente inevitable de cada uno de nosotros.
Debería plantearse en este momento si el diario se escribe 'para sí' o para los otros.
Hacer productiva, en lo posible, la inevitable secazón es una finalidad manifiesta, al menos para sujetos tan altamente mediocres e individualistas como yo.
sábado, 15 de septiembre de 2007
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