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¿En qué posar la cabeza para engañarla y que olvide y duerma y nada la acose? Qué bendito espíritu puede permanecer invicto ante este ataque a degüello de todas las furias de la memoria y el tiempo perdido. No hay otra que dejar pasar las horas para que el agotamiento me arrope. No hay otra que decirte una y otra vez que nada, ni lo más esencial e íntimo, es real e importante.
martes, 15 de septiembre de 2009
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