Porque el poeta como el fuego
muere de hambre y de frío,
pero no en silencio
en la cobardía de la moral
y otras sucias geometrías.
El miedo es la razón,
el miedo es rendirse a la cordura,
el miedo es sentir vergüenza
mientras se suceden los otoños
y mirar para otro lado
cuando encaneces y la vida se aleja
en la ilusión de los hijos
y el cansancio del amigo.
El miedo es no abominar
de tu torpe imagen en el espejo.
El horror es estar sano y saberlo.
El poeta, a vueltas siempre
con su epitafio, como un pequeño papel
arrugado y manchado de café,
rechazó el mundo
en busca de un calor tras alguna palabra
o una mirada o deseo que todo lo consuma.
El poeta es un imposible,
una falsificación,
un impensable y muy mal visto
vaciamiento metafísico.
viernes, 4 de septiembre de 2009
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