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Acaso filosofía y ciencia,
en cualquier caso
estricto sentido común
y rectilínea eficacia
sin deseo ni pasión,
que eso tienen,
que no se atienen
a lo deseable y pulcro.
Las cosas rodarían mejor,
a qué negarlo.
Acaso, acaso si fuésemos
hijos de Dios
(de cualquiera de ellos)
tendríamos la fórmula
de la libertad y la dicha,
de la lógica y la sed vehemente.
Eso es, acaso... sólo acaso.
Pero habiendo poema
nada tiene remedio,
y así nos andan las cosas,
y los besos devoran el tiempo
con hambre eterna
llenándolo todo de saliva,
olvido y sudor; la ambrosía
que tu Dios desconoce.
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sábado, 5 de septiembre de 2009
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